China o el tercero en discordia
LAS DECLARACIONES del primer ministro chino, Zhao Ziyang, previas a su viaje a Estados Unidos -comienza oficialmente el martes-, parecen repetir la doctrina del frente unido antihegem¨®nico, emitida por Deng Xiaoping hace diez a?os y luego retocada, revisada, olvida y reemprendida seg¨²n las circunstancias, para reaparecer en la teor¨ªa de los tres mundos, emitida en 1982, siempre dentro de este sistema de consignas alfanum¨¦ricas, del que forma parte la lucha por las cuatro modernizaciones. El frente unido antihegem¨®nico in d¨ªca que Estados Unidos y la URSS son las naciones hegem¨®nicas y, por tanto, hostiles, pero que la URSS es el enemigo principal y Estados Unidos representa una alianza objetiva. Repite ahora el viajero que, con respecto a la amenaza exterior, "no ponemos al mismo nivel a Estados Unidos y la URSS" y que sigue condenando la polfica americana respecto al Tercer Mundo: el largo viaje que ¨¦l mismo hizo a ?frica a finales de 1982, la posici¨®n china respecto a la guerra de las Malvinas y todo el conjunto de su pol¨ªtica tercermundista refuerza esa posici¨®n.Que es una de las cartas que va a jugar en Washington, como tambi¨¦n har¨¢ presente, aun dentro de las matizaciones expuestas, la posibilidad de una aproximaci¨®n a la URSS, que ¨¦sta ya hab¨ªa iniciado en los ¨²ltimos tiempos y que Yuri Andropov trata de profundizar. China intenta exponer a Washington que su alianza objetiva es para ella una pol¨ªtica constante y necesaria para su prop¨®sito de colocarse como primera potencia mundial antes de que termine el siglo, pero que hay un par de cuestiones que tiene que esclarecer. Una de ellas es la de Taiwan; otra, la de su importaci¨®n tecnol¨®gica. Se sabe que Reagan es un bloque ideol¨®gico con muy pocas fisuras, que transporta ese bloque desde hace muchos a?os dentro de su propia personalidad y que lo ha instalado en su forma de gobierno. Dentro de ese bloque estuvo siempre la idea de que China era un enemigo comunista, y Taiwan, un aliado valios¨ªsimo en Asia. Aunque el reconocimiento de Pek¨ªn suspendio autom¨¢ticamente la relaci¨®n diplom¨¢tica entre Estados Unidos y Taiwan, existe la Taiwan Relations Act, y por medio de ella Estados Unidos vende material de guerra a los chinos nacionalistas, y el lobby taiwan¨¦s en Washington mantiene ese y otros comercios con toda energ¨ªa: a ¨¦l perteneci¨® Ronald Reagan, y sus miembros son republicanos. Lo ¨²nico que ha conseguido Pek¨ªn hasta ahora es que se reduzca ese armamento en calidad y cantidad: que en lugar de los aviones F-16 se hayan vendido -o regalado- los F-5. No son armas para inquietar por s¨ª mismas a la China continental: es el principio lo que ¨ªnquieta, y su parte de cerco.
Pero, al mismo tiempo, Reagan ha decretado un mayor control de las ventas de material tecnol¨®gico a Pek¨ªn. Esencialmente, ordenadores. China los necesita para su modernizaci¨®n, pero tambi¨¦n -y eso es lo que alega Reagan- para su rearme. En 1982, los chinos pusieron a punto un buen modelo de misil nuclear, pero su fabricaci¨®n en alta producci¨®n y su perfeccionamiento dependen del material tecnol¨®gico: es el que Estados Unidos niega o a duras penas concede. No hay que olvidar que cuando se produjo la llamada disputa ideol¨®gica china, la voz conservadora de Estados Unidos coment¨® que lo ¨²nico que pasaba es que desde ese momento en lugar de tener un enemigo ten¨ªan dos: y ¨¦sa era la ¨¦poca en que se consolidaba el pensamiento pol¨ªtico de Reagan. Pero no es s¨®lo cuesti¨®n de fanatismo antiguo. Con su armamento nuclear, China no es ning¨²n peligro para Estados Unidos, pero podr¨ªa cambiar el orden en Asia. A Pek¨ªn no le interesa desmentir demasiado esa idea, que forma parte de su capitalizaci¨®n de fuerza; s¨®lo prefiere insistir en que "no desea" hacerlo.
Tampoco ignoran los chinos que el actual reforzamiento militar de Estados Unidos en Asia -el pretendido rearme de Jap¨®n, el material enviado a Taiwan, el auge de Corea del Sur, las maniobras pol¨ªticas en Filipinas para mantener las bases, pase lo que pase con Marcos- forma parte de su propio cerco o de la desconfianza de Estados Unidos por esta alianza ocasional. Aun sin dudar de la voluntad de la actual direcci¨®n china, cabe la posibilidad de un cambio interno, de un golpe de tim¨®n. Pero para China, adem¨¢s de ese cerco, est¨¢ el otro, el de la URSS: la presencia del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico en Afganist¨¢n, la subordinaci¨®n de Camboya y Vietnam, la cuidadosa neutralidad india. Todas las nuevas conversaciones de China con la URSS, a partir del discurso de Tachkent de Breznev en marzo de 1982, y de las entrevistas de Andropov y el ministro chino de Exteriores, se basan en dos puntos esenciales: la retirada sovi¨¦tica de Afganist¨¢n y la normalizaci¨®n de Camboya.
Parece de todo esto que lo que Zhao va a exponer a sus interlocutores en Estados Unidos es la posibilidad de que China profundice m¨¢s sus relaciones con todo el Tercer Mundo en un sentido contrario al que pretende Estados Unidos y la advertencia de que puede llegar a una aproximaci¨®n mayor a la URSS, sobre todo, para conjurar algunas de la amenazas pendientes en los proyectos de las negociaciones nucleares, ahora suspendidas, entre la URSS y Estados Unidos: el del transporte de los misiles sovi¨¦ticos a la frontera asi¨¢tica. A cambio requerir¨ªa una retracci¨®n de la pol¨ªtica de Reagan con respecto a Taiwan y una amplitud total en sus propias compras de material tecnol¨®gico a Estados Unidos y otros pa¨ªses -Jap¨®n, Europa occidental- Algunas de estas bases de negociaci¨®n se despejaron en la visita que el secretario de Estado, Schultz, hizo a Pek¨ªn a principios de 1983, pero luego no han tenido continuidad.
Es decir, que en este viaje aparecen una vez m¨¢s los grandes temas globales que corresponden a una situaci¨®n totalizadora del mundo: las relaciones de Estados Unidos-URSS, la cuesti¨®n del rearme, el problemadel desafilo al Tercer Mundo y las nuevas condiciones del frente asi¨¢tico.
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