Una medida l¨®gica
Alrededor de 15 refugiados vascos en el sur de Francia, todos ellos reticentes miembros de ETA, han visto investigadas sus actividades por la polic¨ªa gala, han asistido al registro de sus domicilios y se enfrentan en varios casos a una orden de expulsi¨®n del pa¨ªs o de confinamiento dentro del mismo, como consecuencia de un intento de las autoridades para alejarlos de la conflictiva zona fronteriza. Esta es la noticia. Y la casi segura consecuencia inmediata ser¨¢ una serie de protestas entre quienes consideren que esto es un atentado a los derechos humanos y al estatuto pol¨ªtico de los refugiados. Ciertas reacciones son tan inevitables como una puesta de sol.Y, sin embargo, nada tan l¨®gico -y tan razonable dentro de un pa¨ªs m¨ªnimarnente ordenado- como la medida que han tomado las autoridades francesas. Al margen de que la consideraci¨®n de refugiados pol¨ªticos que los etarras se autoatribuyen sea de los m¨¢s absurdo cuando en Espa?a ya no est¨¢ prohibida ninguna actividad democr¨¢tica, la verdad es que ning¨²n pa¨ªs -Francia en este caso- renuncia ni puede renunciar a un control de los extranjeros que est¨¢n en su territorio. Para eso existen los permisos de residencia y los de trabajo, sin los cuales ning¨²n extranjero est¨¢ legalmente l¨ªbre en un pa¨ªs civilizado. Y se da la circunstancia de que los presuntos etarras investigados no ten¨ªan permiso de trabajo, y el de residencia les hab¨ªa caducado. Que un Gobierno como el franc¨¦s, que tanto ha hecho la vista gorda en este aspecto, ejercite al fin unos elementales derechos de soberan¨ªa es tan l¨®gico como la existencia del Estado.
Adem¨¢s, estas medidas no las ha inventado ahora Francia, sino que han existido siempre. Gobiernos tan distintos como los de Le¨®n Blum. y Charles de Gaulle aplicaron ¨®rdenes de residencia a muchos de nuestros exiliados, cuando adem¨¢s ¨¦stos ten¨ªan toda la raz¨®n moral porque en Espa?a no exist¨ªan atisbos de democracia.
, 11 de enero
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