De Lorca a 'La Luna', 50 a?os de literatura
La democracia lleg¨® a Espa?a en momentos dif¨ªciles. Cuando Franco muere, el mundo occidental sufre la mayor crisis econ¨®mica conocida desde el final de los a?os veinte. La recesi¨®n general que lentamente se produce favorece el proteccionismo en todos los terrenos, y tambi¨¦n, naturalmente, en los intercambios culturales. De hecho, bastante antes de 1975 el r¨¦gimen franquista hubo de someterse a la influencia de una producci¨®n cultural m¨¢s o menos tradicional. En la inmediata posguerra y durante la segunda guerra mundial la dictadura hab¨ªa intentado imponer un modelo cultural totalitario, pero en vano. Franco gan¨® la batalla militar, pero perdi¨® con bastante rapidez la batalla cultural. Y puede decirse que desde finales de los a?os cincuenta la literatura espa?ola ya hab¨ªa dejado de ser franquista. Hubo, por tanto, una literatura bajo y durante el franquismo, pero no una literatura estrictamente franquista.El Premio Nobel concedido a Vicente Aleixandre ha simbolizado el retorno de Espa?a a la democracia. Despu¨¦s de B¨¦cquer -el poeta siempre m¨¢s le¨ªdo-, las figuras de Lorca y Machado, uno asesinado y el otro muerto en los primeros d¨ªas del exilio, han marcado el rumbo de la poes¨ªa espa?ola hasta hoy. En estos ¨²ltimos a?os los grandes galardones han reca¨ªdo en los supervivientes de la generaci¨®n del 27, los ¨²nicos indiscutibles. Jorge Guill¨¦n, D¨¢maso Alonso, Gerardo Diego y Rafael Alberti han recibido el Premio Cervantes. Junto con Juan Ram¨®n Jim¨¦nez -o el influjo de Cernuda- se recupera la obra de otros escritores, como la del recientemente desaparecido Jos¨¦ Bergam¨ªn, o la de Blas de Otero, muerto poco antes, mientras Gabriel Celaya sigue benefici¨¢ndose de los favores del p¨²blico.
A esta generaci¨®n de la poes¨ªa comprometida sucedi¨®, en los a?os cincuenta, la de una serie de poetas de gran rigor y exigencia, donde figuran Jos¨¦ ?ngel Valente; Claudio Rodr¨ªguez, ¨²ltimo premio Nacional de poes¨ªa; Carlos Barral, tentado hoy por la novela; ?ngel Gonz¨¢lez, o Jaime Gil de Biedma, muy le¨ªdo por los j¨®venes lobos de la vanguardia po¨¦tica.
A fines de los a?os cincuenta un nuevo movimiento po¨¦tico, que se denomin¨® de los nov¨ªsimos, re¨²ne a un grupo de j¨®venes poetas que rechazan la literatura pol¨ªtica comprometida y parten en busca de una mayor amplitud est¨¦tica. Pere Gimferrer -luego tambi¨¦n triunfador en catal¨¢n-, F¨¦lix de Az¨²a, Antonio Mart¨ªnez Sarri¨®n y Guillermo Carnero se cuentan entre ellos, prolongados posteriormente por otros j¨®venes como Luis Antonio de Villena, Jaime Siles o Antonio Colinas. Al mismo tiempo, las nuevas estructuras auton¨®micas del Estado favorecen la aparici¨®n de nuevos grupos po¨¦ticos de inter¨¦s, entre los que destaca el de la nueva sensibilidad andaluza, con
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autores como el precursor Antonio Carvajal, Luis Garc¨ªa Montero, ?lvaro Salvador o Javier Egea. La poes¨ªa femenina sigue en alza. Sin embargo, la poes¨ªa de hoy no ha llegado al nivel de los a?os anteriores a la guerra civil.
Sin embargo, se desarrolla un inter¨¦s creciente, en c¨ªrculos minoritarios, pero apasionados, y sobre todo entre los j¨®venes, por una nueva poes¨ªa que todav¨ªa no se ha encontrado a s¨ª misma, pero que busca en los c¨ªrculos de la posmodernidad, entre la industria cultural y el nuevo populismo , en la m¨²sica y hasta en los c¨ªrculos de artes pl¨¢sticas. A veces es el mercado el que impone su ley, pero tambi¨¦n tropieza con los deseos de destrucci¨®n de muchos de estos j¨®venes creadores. En cierto modo, el subdesarrollo permite todav¨ªa ciertas posibilidades de exploraci¨®n y de libertad.
Espa?a es el quinto pa¨ªs del mundo en n¨²mero de t¨ªtulos editados cada a?o, pero no en las tiradas medias de sus ediciones. La industria editorial en Espa?a es s¨®lida y de larga tradici¨®n, pero fr¨¢gil, y ahora todav¨ªa m¨¢s con las dificultades por las que atraviesa en los mercados latinoamericanos. De aquellos pa¨ªses ha llegado tambi¨¦n, en gran medida, la narrativa del exilio, cuya recuperaci¨®n fue el primer fen¨®meno cultural de importancia en los primeros a?os de la democracia, desde la obra de Ram¨®n J. Sender, que ya empez¨® a verse en librer¨ªas en los ¨²ltimos a?os franquistas, hasta Juan Gil-Albert, exiliado interior, pasando por la catalana Merc¨¨ Rodoreda o el reciente premio Nacional y flamante acad¨¦mico Francisco Ayala.
El feminismo y la calle
Por lo dem¨¢s, los grandes de la novela son los de siempre, de Camilo Jos¨¦ Cela al nuevo cl¨¢sico Juan Benet, pasando por Miguel Delibes o el cada d¨ªa m¨¢s joven Gonzalo Torrente Ballester. Y tambi¨¦n los premios han reca¨ªdo sobre los miembros supervivientes de la generaci¨®n realista de los cincuenta, como los galardones obtenidos por Carmen Mart¨ªn Gaite y Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos o los ¨¦xitos recientes de Juan Mars¨¦ y Juan Garc¨ªa Hortelano.
Tambi¨¦n habr¨ªa que citar la aparici¨®n de las nuevas narradoras -de Rosa Montero y Montserrat Roig a Esther Tusquets y Lourdes Ortiz-, que ejemplifican, cada una a su manera, el feminismo en la narrativa espa?ola, que en este caso se predica del realismo, un realismo que existe, a pesar de haber pasado de moda. En los ¨²ltimos a?os se fomenta el ¨¦xito de ventas a lo Vizca¨ªno Casas, de escasa entidad art¨ªstica, o el cultivo tie las modas, de la novela negra, de los relatos de terroristas, de la explotaci¨®n del sexo y la violencia. Pero mayor inter¨¦s tiene la narrativa subjetiva y autobiografista (sic) de Francisco Umbral, la b¨²squeda de Leopoldo Azancot entre sus diversas tradiciones -de la fant¨¢stica a la jud¨ªa- o la narrativa de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, la mezcla de filosof¨ªa y poes¨ªa en ?lvaro Pombo o la maestr¨ªa del oficio en Eduardo Mendoza. Sin olvidar al m¨¢s reciente Jes¨²s Ferrero y su B¨¦lbver Yin.
Pero el debate intelectual y literario sale a la calle, a la Universidad, a la radio y a los peri¨®dicos. Muchas revistas culturales desaparecen, pero otras nacen, repletas de desenvoltura y de cierta contracultura, como La Luna de Madrid, que tal vez triunfar¨¢ cuando intente integrar lo que haya de v¨¢lido y eficaz en su pasado. La imaginaci¨®n parece haber tomado el poder, pero hasta ahora no ha imaginado demasiado. A veces lo imaginario se disuelve en la gratuidad y la nada. Pero la realidad siempre ha terminado por imponerse sobre los sue?os. Y viceversa.
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