El hambre como causa de la guerra
Doce millones de ni?os menores de cinco a?os mueren anualmente de hambre en el mundo y unos 30 millones de adultos fallecen, adem¨¢s, por hambre y desnutrici¨®n en el mismo per¨ªodo de tiempo. Para el autor de este trabajo -primero de una serie de dos-, el llamado orden econ¨®mico internacional es directamente el caos y la crisis, y conduce inexorablemente a la guerra.
Con frecuencia se habla de la carrera de armamentos como de la gran amenaza, hasta parecer la ¨²nica posible amenaza. ?Qu¨¦ hay, sin embargo, de las otras causas de guerra, menos espectaculares en apariencia, m¨¢s larvadas a los ojos de las sociedades industrializadas, que tambi¨¦n pueden conducir a largo o a medio plazo a la guerra? Una de las m¨¢s Importantes, por no decir la m¨¢s grave, es el hambre y el subdesarrollo existentes en la mayor parte de nuestro planeta.Y cuando escribo hambre no lo hago literalmente. Seg¨²n los estudios de la ONU, m¨¢s de la mitad de los habitantes de la tierra ingiere diariamente menos alimentos de los indispensables para una dieta m¨ªnimamente aceptable y, lo que es m¨¢s dram¨¢tico, en las regiones del hambre el n¨²mero de habitantes crece m¨¢s que la producci¨®n de alimentos y otros bienes de consumo. Si todav¨ªa se quiere m¨¢s contundencia, esos mismos estudios prueban que unos 12 millones de ni?os menores de cinco a?os mueren de hambre cada a?o. Y unos 30 millones de adultos mueren por hambre y desnutrici¨®n. En resumen, y ya es decir, el hambre produce m¨¢s muertos que la guerra.
Nos debatimos en un mundo amenazado por la degradaci¨®n creciente del medio ambiental, que trata de modo marginal a millones de personas, desplazadas de sus hogares de origen (refugiados) por razones de persecuci¨®n pol¨ªtica, religiosa o racial, y que ha institucionalizado el desorden en la econom¨ªa. El cruel y sarc¨¢sticamente denominado orden econ¨®mico internacional impide que la mayor¨ªa de los sat¨ªricamente llamados pa¨ªses en desarrollo (eufemismo para pa¨ªses econ¨®micamente subdesarrollados) pueda transformar en productos manufacturados sus materias primas, lo que les facilitar¨ªa el incremento del empleo, del ingreso nacional y la aceleraci¨®n del desarrollo en su conjunto.?Qu¨¦ armon¨ªa, qu¨¦ esperanza de verdadero orden econ¨®mico internacional se deriva de los datos proporcionados por el Informe Brandt Norte-Sur de 1980? Seg¨²n el mismo, el consumo de energ¨ªa de un habitante de EE UU es equivalenite al de 2 alemanes, 3 suizos o japoneses, 6 yugoslavos, 9 mexicanos o cubanos, 19 malayos, 53 hind¨²es o indonesios, 109 srilankeses, 438 malienses o 1.072 nepal¨ªes. ?D¨®nde est¨¢ el orden?
Cuando se reprocha a algunos dirigentes occidentales, especialmente a la Administraci¨®n Reagan (que con su pol¨ªtica de elevadas tasas de inter¨¦s contribuye especialmente al trastocamiento de la econom¨ªa mundial) su ego¨ªsta, insolidaria y excluyente preocupaci¨®n por su propia econom¨ªa, suelen contestar ¨¦stos que la paulatina pero constante recuperaci¨®n econ¨®mica acabar¨¢ contagiando beneficiosamente a las econom¨ªas subdesarrolladas.
Reformas estructurales
No opina as¨ª la UNCTAD. A menos que se consumen de una vez las necesarias reformas estructurales, el Tercer Mundo continuar¨¢ sufriendo un descenso importante en la venta de sus productos b¨¢sicos, la demanda mundial seguir¨¢ sin crecer y el comercio internacional disminuir¨¢, el proteccionismo se institucionalizar¨¢ y la ayuda internacional al desarrollo se retraer¨¢.
A mi juicio la crisis actual es la m¨¢s ?iriportante y grave de todas las que hasta el momento se han padecido, por tres razones princ¨ªpales: una, porque por primera vez afecta simult¨¢neamente a los pa¨ªses industrializados y a los en v¨ªas de desarrollo; dos, porque est¨¢ les¨ªonado, sobre todo en el Tercer Mundo, conjuntamente el sistema econ¨®mico y el sistema social; tres, porque por primera vez, de forma masiva, los pueblos del Tercer Mundo est¨¢n tomando conciencia de lo que les est¨¢ pasando y de qui¨¦nes son los responsables.
Ahora se les dice que la econom¨ªa occidental no funciona. Que hay crisis. Y que deben reformar el modelo sociocultural abandonado .contra su voluntad hace d¨¦cadas. Pero el proceso de aculturaci¨®n (esto es, de sustituci¨®n de, sus propios valores y tipos socioculturales por otros impuestos, en este caso los europeos) largamente fomentado ha producido efectos dificilmente reversibles.
Proceso modernizador
Cuando Seid¨² Badian, ministro de Desarrollo del Mal¨ª de Modibo Keit a de los a?os 60, avisaba de los peligros socio-econ¨®micos que esta aculturaci¨®n representaba para ?frica se le presentaba como marxista y radical. Ahora se pretende que los pueblos afroasi¨¢ticos vuelvan a los modelos socio culturales en su mayor parte arrasados por el proceso modernizador, modelos cuya desaparici¨®n Badian y otros te¨®ricos tercermundistas tem¨ªan. As¨ª, el proceso modernizador ha producido, por un lado, el desquiciamiento y la neurosis psicosocial (v¨ªa aculturaci¨®n) que facilita la aparici¨®n de los Idi Am¨ªn y afines, y, por otro lado, est¨¢ originando efectos desmodernizadores para los baremos occidentales. Tales como la cancelaci¨®n de proyectos industriales de desarrollo, el deterioro del sistema sanitario, el aumento de la delincuencia y de la mendicidad urbanas, y el descenso del nivel de vida de las clases medias (inexistentes antes de la implantaci¨®n colonial).
Nos hallamos pues ante una grave crisis del mundo industrializado, unida a una crisis agobiante en el Tercer Mundo, cuyas principales caracter¨ªsticas son: a) Enorme endeudamiento exterior. b) Draconianas condiciones impuestas por el FMI: por ejemplo, para ayudar, este organismo exigi¨® a Chile un 50% de reducci¨®n de su gasto p¨²blico, y a Argentina, hasta los dos tercios, lo que supone machacar las partidas presupuestarias de sanidad, educaci¨®n, etc¨¦tera, lo que a su vez equivale a mayor mortalidad infantil, analfabetismo y desnutrici¨®n. c) Cierta bancarrota en el seno del propio FMI. d) Una pol¨ªtica del Banco Mundial, uno de cuyos lemas principales en las relaciones con el Tercer Mundo es "divide y vencer¨¢s", procurando en lo posible marginar a la UNCTAD. e) Ca¨ªda radical de las exportaciones, precisamente porque la deuda exterior es gigante y porque los pa¨ªses subdesarrollados necesitan casi la totalidad de sus ingresos en divisas para pagar sus intereses.
Consecuencias pol¨ªticas
Fijado el tablero, ?cu¨¢les pueden ser las consecuencias pol¨ªticas de la situaci¨®n que estamos descubriendo y analizando?
Obviamente, ante una mezcla de frustraci¨®n y resentimiento, los pa¨ªses y pueblos en desarrollo pueden reaccionar de la siguiente manera: por un lado, los respectivos Gobiernos pueden comenzar a organizar seriamente la rebeli¨®n contra las directrices pol¨ªtico-econ¨®micas del FMI.
Pero como ello no ser¨¢ eficaz (ante la actual insensibilidad occidental), no es descabellado pensar que los Gobiernos comenzar¨¢n a ser presionados y probablemente desbordados -mediante la revoluci¨®n- por sus pueblos, muchos de ellos hambrientos o en situaciones precarias. Sin duda, todo ello conducir¨¢ a un evidente aumento de la tensi¨®n mundial y a un enfrentam¨ªento, de diversa naturaleza, entre el Norte y el Sur.
Desgraciadamente, no hay s¨ªgno indicativo alguno, sino al contrario, de que la Casa Blanca vaya a abandonar en las relaciones intemacionales su tradicional concepci¨®n de globalismo indiferenciado; esto es, su lema de que en ¨²ltiina instancia todas las perturbaciones internacionales que afectan a la pax americana est¨¢n teledirigidas por la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Es lo que hasta ahora ha llevado a Washington a considerar que una agitaci¨®n interna en un pa¨ªs no comunista est¨¢ promovida por Mosc¨², en lugar de aceptar que las miserables condiciones sociopol¨ªticas existentes en numerosos. pa¨ªses subdesarrollados provocar¨ªan tarde o temprano el estallido aunque Mosc¨² no existiese..
Para complicar el tema, a esta actitud de miop¨ªa pol¨ªtica hay que a?adir la cicater¨ªa norteamericana en lo que se refiere a la ayuda internacional al desarrollo. Si bien es cierto que todos los pa¨ªses donantes de ayuda al Tercer Mundo discriminan, aunque algunos en muy escasa medida, Estados Unidos se lleva la palma, y relativamente es el menos generoso y, adem¨¢s, en t¨¦rminos relativos, constituye el pa¨ªs menos generoso en otorgamiento de ayuda exterior.
He aqu¨ª algunos datos sintom¨¢ticos: s¨®lo el 19% de la ayuda va dirigida a los pa¨ªses superpobres. Un 30% de la misma se da a los aliados de EE UU, y un 41 % est¨¢ claramente motivado de manera pol¨ªtica. Algo adem¨¢s que no se oculta.
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