Facilidades para la vuelta a casa
El descr¨¦dito del terrorismo facilita la comprensi¨®n hacia las medidas para la reinserci¨®n social de ex 'etarras'
La tregua acordada por ETApm en febrero de 1981 dio ocasi¨®n al dirigente de Euskadiko Ezkerra, Mario Onaind¨ªa, para plantear al entonces ministro del Interior, Juan Jos¨¦ Ros¨®n, la posibilidad de acuerdos en la direcci¨®n se?alada. Ambos interlocutores part¨ªan t¨¢ctica o expl¨ªcitamente del convencimiento de que el problema de la violencia en el Pa¨ªs Vasco dif¨ªcilmente entrar¨ªa en v¨ªas de soluci¨®n sin encontrar previamente alguna salida viable al problema de los presos de ETA.Por razones psicol¨®gicas complejas, pero bien conocidas en Euskadi, todo activista o aspirante a serlo se considera, en efecto, comprometido por una especie de pacto de honor con el compa?ero de comando o simplemente de cuadrilla que ha sido detenido por la polic¨ªa. Ning¨²n objetivo pol¨ªtico o planteamiento ideol¨®gico es capaz de suscitar una fuerza de vinculaci¨®n comparable a la resultante de esa oscura solidaridad o mala conciencia que provoca en amplios sectores de la sociedad vasca, juveniles en particular, la existencia de activistas encarcelados. Tal era el punto de partida.
Tras una serie de contactos previos, en los que Ros¨®n consigui¨® implicar a altos cargos de los cuerpos de seguridad del Estado, el diputado Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s y el ministro establecieron una pauta escalonada de posibles actuaciones, todas ellas plenamente legales, susceptibles de ser utilizadas en cada caso concreto, y que iban desde la aplicaci¨®n de libertades condicionales en determinados supuestos, hasta la concesi¨®n, al amparo de la ley de junio de 1870, de indultos individuales acordados por el Consejo de Ministros. Como base de la operaci¨®n, fue confeccionada una lista de 100 personas, un tercio de las cuales se encontraba encarcelado y ninguna de ellas acusada de delitos de sangre. Tres a?os despu¨¦s, el balance es el siguiente: 33 presos han salido de la c¨¢rcel, 12 de los cuales fueron liberados merced a indultos personales. Por otra parte, 70 ex?liados han vuelto a sus hogares. De entre los primeros, el caso m¨¢s singular fue el de V¨ªctor Garay Jauregu¨ªzar, condenado a 38 a?os de c¨¢rcel por su participaci¨®n en tres atracos contra entidades bancarias y un asalto a una armer¨ªa, y que abandon¨® la prisi¨®n el 11 de diciembre de 1982, merced a un indulto aprobado d¨ªas antes por el Gobierno.
La resoluci¨®n favorable de este caso, por el que se interesaron altas instancias pol¨ªticas, determin¨® el cambio de actitud de sectores de ETA VIII, que hab¨ªan negado cualquier viabilidad a las propuestas de Bandr¨¦s, argumentando que s¨®lo servir¨ªan, como mucho, para adelantar en algunas semanas la concesi¨®n de libertad condicional a unos pocos presos.
Entre los 70 exiliados que han regresado a lo largo de 1983 figuran varios miembros de la antigua direcci¨®n de los polimilis no implicados en delitos de sangre, pero s¨ª en sumarios relacionados con alg¨²n secuestro. Todos ellos han podido volver a casa sin otro tr¨¢mite que su presentaci¨®n ante la Audiencia Nacional y, en su caso, -al pago de una fianza. Ninguno de ellos ha sido obligado a delatar a antiguos compa?eros o a firmar compromiso alguno.
Actualmente quedan por resolver 18 casos. Nueve de ellos est¨¢n pendientes de tr¨¢mites judiciales, que podr¨ªan quedar resueltos esta misma semana. Del resto, los casos que parecen m¨¢s problem¨¢ticos son los de tres antiguos activistas incluidos en el sumario por el asalto al cuartel de Berga y el de un cuarto declarado pr¨®fugo tras escapar cuando cumpl¨ªa el servicio militar.
Amenazas de los 'octavos'
Durante el ¨²ltimo a?o, familiares y abogados han intentado ampliar la v¨ªa abierta por Ros¨®n y Bandr¨¦s a miembros de ETA VIII decididos de hecho a abandonar las armas, pero temerosos de tomar una actitud individual que podr¨ªa ser considerada una traici¨®n. De hecho, la direcci¨®n de los octavos amenaz¨®, inmediatamente despu¨¦s de la autodisoluci¨®n de ETA-VII, con tomar represalias contra los dirigentes de ¨¦sta ¨²ltima rama que aceptasen entrar en lo que calificaban despectivamente como v¨ªa del arrepentimiento. Trataron as¨ª de relacionar la iniciativa de Bandr¨¦s con el modelo, basado en la delaci¨®n, puesto en pr¨¢ctica en Italia en relaci¨®n con las Brigadas Rojas.
Un primer intento de dar a la iniciativa un car¨¢cter colectivo, surgido en la prisi¨®n de Nanclares, fracas¨® a ra¨ªz del secuestro y posterior asesinato del capit¨¢n Mart¨ªn Barrios. Por una parte, los presos pol¨ªmilis fueron trasladados al penal de Herrera de la Mancha, rompi¨¦ndose el principio de acuerdo existente entre ellos. Por otra, el Gobierno present¨® el proyecto de nueva ley antiterrorista, cuyo art¨ªculo 6?, de confusa redacci¨®n, parece hacer depender la aplicaci¨®n de medidas de reducci¨®n de pena de la colaboraci¨®n de los interesados "en la detenci¨®n de otros delincuentes".
En el Pa¨ªs Vasco hay actualmente un consenso casi general sobre la inaplicabilidad en Euskadi de dicha norma tal como viene redactada en el proyecto: se subrayan las diferencias entre el militante tipo de ETA y el de otros grupos terroristas europeos. De ah¨ª que algunos partidos estudien enmiendas a dicho proyecto de ley que faciliten, en todo caso, una interpretaci¨®n seg¨²n la cual pueda bastar la presentaci¨®n y deciaraci¨®ri voluntaria al juez, sin necesidad de delatar a otras personas, y el compromiso de abandonar la violencia para ser beneficiario de medidas de reducci¨®n de condena o de gracia.
El fracaso de la v¨ªa colectiva ha provocado la actual dispersi¨®n de iniciativas a trav¨¦s del Defensor del Pueblo, del delegado del Gobierno, de Garaikoetxea, etc¨¦tera. Dicha dispersi¨®n favorece, de hecho, la ampliaci¨®n a miembros de otros grupos armados, incluidos los milis, de una v¨ªa que hasta el momento s¨®lo parec¨ªa practicable para las distintas ramas de los polimilis. Los m¨¢s optimistas consideran que, una vez abierta la brecha, ninguna presi¨®n o amenaza de los aparatos de las organizaciones terroristas podr¨¢ evitar un proceso generalizado de b¨²squeda individual de soluciones, tanto en las c¨¢rceles como en el exilio.
A su vez, el que tal posibilidad pueda ser hoy razonablemente contemplada -a diferencia de a?os anteriores- es consecuencia del creciente descr¨¦dito del terroismo. En 1981, tan s¨®lo el 24% de la poblaci¨®n vasca declaraba abiertamente su rechazo formal a ETA, mientras que el 45% ten¨ªa miedo a pronunciarse sobre la cuesti¨®n. En noviembre de 1983, s¨®lo el 25% se absten¨ªa de dar su opini¨®n, n¨²entras que el 52% expresaba su rechazo frontal, y otro 12%, su rechazo matizado.
Pese a las presiones de todo tipo de los aparatos de las organizaciones terroristas y el bombardeo ideol¨®gico de otros medios pol¨ªticos y de opini¨®n, el t¨¦rmino terroristas arrepentidos -en el sentido italiano del t¨¦rmino- no ha cuajado en Euskadi en relaci¨®n a los s¨¦ptimos. Por el contrario, estos ¨²ltimos han sido acogidos con respeto incluso en ambientes muy radicalizados. Seg¨²n muchos observadores, esto ilustra una significativa evoluci¨®n de la situaci¨®n pol¨ªtica vasca.
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