El sistema de distribuci¨®n de televisi¨®n por cable en Estados Unidos revoluciona la industria cinematogr¨¢fica
En Estados Unidos, a pesar de que existen innumerables estaciones de televisi¨®n privada, el mercado est¨¢ dominado en su casi totalidad por tres grandes cadenas (ABC, CBS y NBC), que en 1979 controlaban el 91% de la audiencia total. En realidad, la ley les autoriza tan s¨®lo a poseer un m¨¢ximo de cinco estaciones, pero, de hecho, la programaci¨®n de los cientos de emisoras afiliadas, a excepci¨®n de las noticias locales, est¨¢ controlada por ellas. El sistema de distribuci¨®n por cable ha revolucionado el mercado cinematogr¨¢fico y su difusi¨®n.
En las grandes ciudades como Nueva York, Los ?ngeles, Chicago. y unas pocas m¨¢s, el mercado permite la existencia de algunas empresas privadas, pero en el resto del pa¨ªs son los networks quienes controlan. La televisi¨®n p¨²blica (PBS), la ¨²nica que entrevist¨® a Felipe Gonz¨¢lez durante su ¨²ltima visita a Estados Unidos, tiene un car¨¢cter pr¨¢cticamente testimonial, y su audiencia y peso espec¨ªfico son muy limitados.?ste ha sido el panorama del medio televisivo durante muchos a?os: las tres grandes cadenas luchando entre ellas por robarse insignificantes porcentajes y la televisi¨®n p¨²blica manteni¨¦ndose a base de calderilla. Pero la llegada del cable, o, m¨¢s Propiamente, de la televisi¨®n de pago, ya que el cable es s¨®lo uno de los m¨²ltiples sistemas de distribuci¨®n de este concepto, ha desencadenado una reacci¨®n cuyas, consecuencias son a¨²n imprevisibles.
Los primeros sistemas de distribuci¨®n por cable nacieron como una necesidad en determinadas ¨¢reas que, a causa de su situaci¨®n geogr¨¢fica, no pod¨ªan recibir o captaban deficientemente las cadenas comerciales. Se trataba, pues, de antenas comunitarias por las que el consumidor pagaba una cantidad al serle instalada, adem¨¢s de una cuota mensual. Algunas de estas compa?¨ªas, especialmente en ¨¢reas urbanas, descubrieron que, de hecho, estaban creando un nuevo mercado. De la misma manera que proporcionaban a sus clientes la programaci¨®n de los networks, pod¨ªan a?adirle la suya propia y cobrar una peque?a cantidad adicional.
La industria del cine no lo vio con malos ojos, pero la Asociaci¨®n de Propietarios de Cines reaccion¨® inmediatamente y consigui¨® incluso que algunos Estados prohibieran la televisi¨®n por cable. Al fin, la Administraci¨®n federal tom¨® cartas en el asunto y redact¨® una reglamentaci¨®n, sobre la que se ha edificado el auge del cable.
F¨®rmula global
Para contentar a todos, se exig¨ªa a las compa?¨ªas de cable que por el precio del servicio b¨¢sico mensual proporcionaran adem¨¢s a sus clientes todos los canales comerciales del ¨¢rea a donde Regaba su distribuci¨®n: los de la televisi¨®n, p¨²blica, los educativos provenientes de universidades y escuelas, los de servicios comunitarios y aquellos canales de acceso p¨²blico. Adem¨¢s, por una cuota adicional se les autorizaba a ofrecer otros canales especiales.De esta manera, lo que en principio naci¨® como alternativa adoptaba una f¨®rmula global. A trav¨¦s del cable el suscriptor ten¨ªa acceso a pr¨¢cticamente todo lo que se estaba emitiendo en su ciudad. En el ¨¢rea de Los ?ngeles, por ejemplo, la cajita desde la que se controla la programaci¨®n ofrece 34 posibilidades diferentes. Casi la mitad son tambi¨¦n obtenibles a trav¨¦s de la antena, aunque su recepci¨®n no es tan buena, -pero el resto es espec¨ªfico del cable, ya que, adem¨¢s, aprovechando el sistema y la existencia de sat¨¦lites de comunicaci¨®n privados, muchas emisoras de otros lugares del pa¨ªs ofrecen tambi¨¦n su programaci¨®n a los distribuidores para que la incluyan gratis en el mismo servicio, y as¨ª se pueden ver emisoras de Nueva York, Atlanta o Chicago, que consiguen as¨ª una audiencia nacional, compitiendo, directamente con las grandes cadenas.
Revisi¨®n de pol¨ªticas
Si dec¨ªamos que en 1979 los networks controlaban el 91% de la audiencia, tan s¨®lo cuatro a?os despu¨¦s su parte del pastel se ha reducido a un 81 %, y sigue bajando. La competencia en el mismo medio de una programaci¨®n limpia de interrupciones comerciales y que ofrece filmes cuyo estreno no data de m¨¢s de dos a?os atr¨¢s, de canales especializados en deportes -que transmiten 24 horas al d¨ªa-, de emisoras que transmiten tan s¨®lo deportes o m¨²sica -como el caso de MTV, que por s¨ª sola ha revolucionado el negocio discogr¨¢fico, al funcionar como una emisora de frecuencia modulada, pero con imagen, todo esto por menos de 2.000 pesetas al mes-, ha obligado a las grandes cadenas a revisar su pol¨ªtica.A altos niveles, las interconexiones entre la industria del cine y de la televisi¨®n son cada vez mayores. El cable, si algo ha hecho ha sido aproximarles a¨²n m¨¢s. Sirva como ejemplo la creaci¨®n de los nuevos estudi¨®s Tristar, fundado, a partes iguales, por uno de los grandes estudios, Columbia Pictures -ahora, pa te de la Coca Cola Company-, la mayor parte de las tres cadenas de televisi¨®n, CBS y la cadena de cable con m¨¢s suscriptores del pa¨ªs, Home Box Office, que llega a m¨¢s de 10 millones de hogares y es parte del grupo editorial Time-Life.
Tristar nace de la necesidad perentoria de programaci¨®n para la nueva multiplicidad de canales. Un producto de este nuevo estudio puede concebirse, desde el primer momento, con la-seguridad de que tendr¨¢ acceso al espectro total a donde una pel¨ªcula puede llegar a exhibirse. Primero en los cines, distribuida por Columbia; luego la ver¨¢n los suscriptores de HBO, y, por fin, la programaci¨®n CBS comercialmente.
En la industria del cine, el cable ha vuelto a abrir las puertas a un tipo de pel¨ªculas que hab¨ªan desaparecido de Hollywood, centrados los grandes estudios entre las superproducciones de m¨¢s de 30 millones de d¨®lares (unos 4.500 millones de pesetas) y los subproductos. La llegada del cable ha vuelto a hacer posible la existencia del tipo de cine sobre el que se ciment¨® Hollywood, las llamadas pel¨ªculas de serie B, abriendo el camino a productos de mediano presupuesto y tem¨¢tica m¨¢s compleja, a las que ¨²ltimamente la gran industria norteamericana hab¨ªa cerrado las puertas.
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