Por qu¨¦ va a estallar el universo
El profesor norteamericano explica el creciente papel del ordenador en la sociedad futura y el derrumbe de las actuales estructuras
El futuro de la econom¨ªa y de las relaciones personales es uno de los temas predilectos del ex profesor norteamericano Alvin Toffler. El autor de La tercera ola y El shock del futuro, ha publicado recientemente Avances y premisas, una obra con cierto tono de profec¨ªa. La sociedad que dibuja Toffler, con sus claros y sombras, contempla la progresiva importancia del ordenador y a la vez no descarta la posibilidad de un final borrascoso.
Ex obrero y ex profesor, el norteamericano Alvin Toffler, a trav¨¦s de sucesivos trabajos ha elabora do una teor¨ªa sobre lo que puede considerarse el inmediato futuro del mundo. En un tono incisivo y, contundente, el profesor Toffler expone las principales tesis de sus libros y desmenuza los avances y retrocesos que nos deparan los a?os pr¨®ximos.Pregunta. El sistema bancario mundial se encuentra al borde de la bancarrota. Los ¨ªndices de paro no hab¨ªan sido nunca tan altos desde la depresi¨®n de 1929. A pesar de ello, en Avances y premisas se muestra usted optimista.
Respuesta. Porque lo que vivimos no es una recesi¨®n, sino un se¨ªsmo que ha de cambiar la topograf¨ªa del globo. Al tiempo que Talbot y la siderurgia de Lorena van a la quiebra, por todas partes se multiplica una mirada de nuevas actividades: inform¨¢tica, electr¨®nica, genio gen¨¦tico, etc¨¦tera. El rayo l¨¢ser est¨¢ a punto de desterrar al martillo pil¨®n. De hecho, estamos pasando de un sistema econ¨®mico a otro. Entramos en una nueva civilizaci¨®n: la de la tercera ola.
P. ?Qu¨¦ nos ofrece esta nueva civilizaci¨®n?
R. La primera ola se produjo hace 10.000 a?os, con la invenci¨®n de la agricultura. Los cazadores n¨®madas se convirtieron en campesinos. Con la segunda ola, un nuevo modo de vida, caracterizado por la producci¨®n en masa, se extendi¨® por la parte m¨¢s desarrollada del planeta. Se basaba en el maquinismo, para la fabricaci¨®n de acero, de caucho, de materias textiles, etc¨¦tera. Todo estaba estandarizado: los productos, los precios, la cultura... la vida, en resumen. Hoy en d¨ªa, con la microinform¨¢tica y todos los dem¨¢s progresos, la tercera ola est¨¢ a punto de destruir todas las estructuras de la era industrial. Es el momento de la descentralizaci¨®n y de la disgregaci¨®n, de lo que yo llamo la desmasificaci¨®n. Un nuevo mundo est¨¢ tomando forma.
P. ?C¨®mo puede estar seguro de que estamos viviendo un aut¨¦ntico cambio de la civilizaci¨®n?
R. Ya s¨¦, ya s¨¦... Los cambios que se producen no guardan, aparentemente, relaci¨®n entre s¨ª. Pero las nuevas tecnolog¨ªas modificar¨¢n fatalmente las relaciones sociales y las pautas econ¨®micas. La producci¨®n ya no es lo que era. En otros d¨ªas, con la segunda ola, el hombre fabricaba objetos id¨¦nticos en cadena. Karl Marx y Henry Ford pensaban que la producci¨®n en masa era la forma m¨¢s avanzada de producci¨®n. Pero esto, ya no es as¨ª; ahora, la diversidad no es m¨¢s cara que la uniformidad, y los productos se individualizan cada d¨ªa m¨¢s. Recientemente, en el Reino Unido visit¨¦ una f¨¢brica de bol¨ªgrafos en la que, gracias a la automatizaci¨®n, un solo obrero pod¨ªa fabricar toda una serie de elementos diversos, seg¨²n las necesidades. Esta tendencia se encuentra tambi¨¦n en la distribuci¨®n; el mercado se fragmenta cada d¨ªa m¨¢s.
'Los ordenadores est¨¢n ya en manos de los ni?os'
P. ?Quiere usted decir que es el fin de la distribuci¨®n en masa, el fin de los supermercados?
R. Entre otras cosas. No hace mucho conoc¨ª a uno de los magnates m¨¢s importantes de la distribuci¨®n. "Los supermercados est¨¢n acabados", me dijo. Ten¨ªa raz¨®n. Porque tambi¨¦n el comercio est¨¢ llamado a entrar en la era de la desmasificaci¨®n. El boom de la venta por correo en Estados Unidos es muy significativo.
P. ?Cu¨¢l ser¨¢ el sistema de distribuci¨®n del futuro?
R. Es f¨¢cil imaginar que para comprar una c¨¢mara fotogr¨¢fica bastar¨¢ pulsar un bot¨®n del ordenador telef¨®nico. El consumidor explicar¨¢ a la m¨¢quina lo que quiere con los menores detalles. En la pantalla aparecer¨¢n los informes de las uniones de consumidores. Podr¨¢ usted incluso realizar encuestas electr¨®nicas para asesorar su elecci¨®n. En casos extremos, al pulsar el bot¨®n, el comprador accionar¨¢ una cadena de montaje en la f¨¢brica. El consumo, en suma, ser¨¢ controlado m¨¢s directamente por el consumidor. Y ya no se trata de ciencia-ficci¨®n. Hay empresas norteamericanas, como Compu-Card o IBM, que est¨¢n poniendo a punto sistemas de este g¨¦nero.
P.Dicho en pocas palabras, la sociedad est¨¢ a punto de explotar por todas partes.
R.Exactamente. Y la revoluci¨®n de la inform¨¢tica alimenta la diversidad. ?Ha notado usted la proliferaci¨®n de revistas t¨¦cnicas? ?O la multiplicaci¨®n de las cadenas de televisi¨®n especializadas? La informaci¨®n es un factor m¨¢s vital que nunca. Pero?al contrario que el trabajo, la informaci¨®n no puede reglamentarse y circula cada d¨ªa con mayor rapidez. Tomemos los ordenadores. En una primera ¨¦poca, fueron monopolizados por las grandes empresas. Ahora est¨¢n en manos de todos, incluso de los ni?os.
"Ahora lo que cuenta es la creatividad"
P.?Habla usted en serio cuando predica la eutanasia para las antiguas empresas de la segunda ola?
R.Las industrias llamadas de base tendr¨¢n que automatizarse o desaparecer. La taylorizaci¨®n pertenece al pasado. Se acab¨® el trabajo repetitivo y fragmentado. Personalmente, despu¨¦s de haber trabajado cinco a?os como obrero en una f¨¢brica, no llevar¨¦ luto por la industria. S¨¦ que existe una mitolog¨ªa del trabajador manual, pero est¨¢ fuera de lugar. Y los gobernantes no podr¨¢n seguir siempre subvencionando empresas moribundas.
En todo el mundo, la derecha y la izquierda tratan de hacernos creer que con la expansi¨®n industrial volver¨¢n los empleos. No es cierto. El paro deber¨¢ seguir extendi¨¦ndose a medida que vaya declinando el sector de la segunda
ola. El problema ahora consiste en asegurar la conversi¨®n y reciclar a los trabajadores a los oficios del Futuro. Estos oficios, en mi opini¨®n, ser¨¢n menos descerebrantes que los anteriores.
P. ?C¨®mo ve usted el trabajo del ma?ana?.
R. Para aumentar sus beneficios, a la econom¨ªa de la segunda ola le bastaba hacer sudar m¨¢s a los ganapanes. Pero ya no es as¨ª. Con la llegada de la tercera ola, lo que cuenta es la creatividad. Y la creatividad no se obtiene a golpe de l¨¢tigo. Se acabaron las jerarqu¨ªas verticales. En el nuevo sistema, Juan rinde cuentas a Francisco por un primer trabajo, a Manuel por el segundo y a Teresa por el tercero. Para un cuarto trabajo, ¨¦l mismo puede ser el jefe. En pocas palabras, es a la vez jefe y subordinado.
P. ?C¨®mo definir¨ªa usted al nuevo trabajador?.
R. Lo que se exig¨ªa al trabajador de la segunda ola era puntualidad y obediencia, en primer lugar. Ten¨ªa que parecerse lo m¨¢s posible a una m¨¢quina. Era comprensible en el reinado del maquinismo. Lo que se espera hoy en d¨ªa de los trabajadores de. la tercera ola es que no sea rutinario y que plantee cuestiones. Tomemos los horarios. En los sectores cr¨ªticos son muy flexibles. Unos empiezan y terminan m¨¢s tarde que otros. La organizaci¨®n del futuro recuerda a un m¨®vil de Calder. Cada elemento se balancea a capricho del viento. Est¨¢n unidos por medio de hilos muy delgados. Es una estructura muy flexible. Yo lo he visto ya en funcionamiento y no s¨®lo en el Silicon Valley.
"Las relaciones humanas se han roto"
P. ?Y no es esta visi¨®n un poco ut¨®pica?.
R. Cuando habl¨¦ del retorno a casa en La tercera ola, en 1980, se me tach¨® de ut¨®pico, incluso de desequilibrado. El a?o pasado, un estudio publicado por Business Week preve¨ªa que en Estados Unidos 15 millones de personas trabajar¨¢n en casa antes de 1990. Hoy en d¨ªa no son m¨¢s que 700.000. Sin apoyo tecnol¨®gico, s¨®lo constituyen un peque?o islote en la econom¨ªa norteamericana. Pero espere a que los ordenadores y los aparatos de v¨ªdeo sean menos caros y ver¨¢ ser¨¢ la explosi¨®n.
P. Con el retorno a casa, ?no asistiremos a una introversi¨®n general?
R. La producci¨®n en masa de la segunda ola ha roto la mayor parte de las relaciones humanas. La familia se ha hecho cada vez m¨¢s peque?a, para, estandarizarse, seg¨²n lo que se llama la familia nuclear. Y se le han refinado una serie de funciones importantes. Asistimos ahora al movimiento inverso. El trabajo tiende a volver a casa. De paso, la introducci¨®n del ordenador est¨¢ a punto de revolucionar la vida familiar, porque, para los ni?os, es el instrumento educativo m¨¢s importante. La Universidad es ahora una instituci¨®n a la defensiva. En cuanto a los hospitales, se est¨¢n vaciando. Con el desarrollo de las nuevas t¨¦cnicas m¨¦dicas, los enfermos pueden volver a sus casas con perfusiones intravenosas y se realizan diagn¨®sticos muy complicados a domicilio. Esto s¨¦ hace ya en Cleveland.
P. ?Cree usted que el patronato aceptar¨¢ no ejercer control sobre el personal?
R. Al tiempo que cantan los m¨¦ritos de las tecnolog¨ªas del futuro, los gobernantes occidentales no piensan, por el momento, m¨¢s que en exprimir el lim¨®n de la clase obrera para reducir los costes: un 2% por aqu¨ª, otro 3% por all¨¢. La productividad es la obsesi¨®n general. Pero yo no veo nada m¨¢s improductivo que estos desplazamientos decasa al trabajo impuestos, ma?ana y tarde, a centenares de millones de trabajadores en todo el mundo. Estas migraciones cotidianas requieren infraestructuras m¨¢s caras. Y no hablemos de la p¨¦rdida de tiempo y de energ¨ªa. La l¨®gica econ¨®mica llevar¨¢, pues, a la gente trabajar en casa. Especialmente si tenemos en cuenta que estos desplazamientos no son ya inevitables, porque los trabajadores de la tercera ola manipulan informaciones, cifras, programas, etc¨¦tera. Todo ello puede hacerse gracias al ordenador. Pero yo no digo, como es natural, que todo el mundo vaya a trabajar en casa.
P. ?Le parece a usted que Europa, en general, est¨¢ bien preparada para enfrentarse al porvenir?
R. Si exceptuamos Italia, Europa, en general, me parece demasiado centralizada. En cuanto al control estatal de las telecomunicaciones, es una insensatez porque frena los nuevos avances tecnol¨®gicos.
P. ?Y la URSS?
R. En la Uni¨®n Sovi¨¦tica, el sector de la tercera ola va unido a la econom¨ªa in.iilitar. Est¨¢ aislado del resto de la. sociedad. La elite pol¨ªtica no quiere correr el riesgo de introducir innovaciones en el sistema que podr¨ªan dar lugar a un aumento de las libertades. De esta forma, las relaciones sociales impiden el desarrollo de los medios de producci¨®n. Esto es lo que Marx consideraba una situaci¨®n revolucionaria.
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