Un conde ingl¨¦s nacido en Transilvania
El conde Dr¨¢cula es un caballero de impecables modales a la inglesa, aunque algo en su distante majestad recuerda al imperio austroh¨²rigaro, del que procede.As¨ª como, s¨®lo ha habido un Tarz¨¢n genuino, el arist¨®crata de Transilvania ha tenido dos encarnaduras, tan distintas como v¨¢lida cada una de ellas. El Dr¨¢cula cl¨¢sico fue un actor de origen h¨²ngaro radicado en el cine norteamericano. Bela Lugosi era m¨¢s vampiro con los ojos que con los dientes, sexualmente tiraba a neutro, y su encanto mal¨¦fico daba cuerpo a un mal muy humano en su perfidia. Cuando el personaje de Bram Stoker se tropieza por primera vez con Van Helsing en el Dr¨¢cula de James Whale, a fines de los a?os treinta, sostiene un duelo mental con su adversario, al que trata de dominar por la hipnosis hasta que reconoce su fracaso, admitiendo como un caballero que ha encontrado a un oponente de su talla. No desprecia al enemigo, lo combate, y su maldad es fuertemente alimenticia. Hay que chupar sangre para vivir, como corresponder¨ªa a un vampiro de gustos burgueses.
Christoplier Lee -el Dr¨¢cula del color, como Lugosi fue el del blanco y negro- viaj¨® a fines de los a?os cincuenta desde su Transilvania natal a una Inglaterra de mansiones umbr¨ªas, y en el proceso ascendi¨® en la escala social hasta convertirse en un gran se?or. Un gentleman despreciativo, tras de sus modales glacialmente corteses, al que suele perderle finalmente su innato sentido de la superioridad. A su lado, Van Helsing-Peter Cushing no es m¨¢s que un obrero de la cruzada mundial contra el vampiro, al que un golpe de suerte salva de ser exterminado, d¨¢ndole la victoria en forma de una providencial estaca clavada en el coraz¨®n de su enemigo.
La perversi¨®n de Lee es profundamente demon¨ªaca. El apetito sexual, recreado por el rojo color de la sangre, est¨¢ presente en cada mordisco a las bellas catec¨²men¨¢s del averno, y su composici¨®n del personaje tiene algo de Sat¨¢n terrenal que apenas se rebaja a combatir al pigmeo humano que osa hacerle frente.
La diferencia fundamental entre el vampiro de la edad de oro y su versi¨®n moderadamente revisionista es la de que el primero es un solitario que lucha por sobrevivir, y el segundo parte a la conquista del mundo tratando de crear escuela. El h¨²ngaro hace de su castillo una morada casi inexpugnable, y el brit¨¢nico pugna constantemente por ampliar el c¨ªrculo de conversos.
La presentaci¨®n de Lee en su primera pel¨ªcula vamp¨ªrica, dirigida por Terence Young, ha tenido una inevitable secuela, en la que la imaginaci¨®n de los modestos artesanos encargados de documentar las transfusiones de plasma ha ido en decaimiento. Una de las ¨²ltimas piezas de la saga es la que hoy se proyecta, El poder de la sangre de Dr¨¢cula, de padre insignemente desconocido, pero que respeta en el reparto la t¨¦trica austeridad de Lee.
En ella, la necesidad de pujar cada vez m¨¢s alto convierte al conde en un ¨¦mulo de SPECTRA, la n¨¦mesis de James Bond, y su deseo de apoderarse de la Tierra, especiado todo ello con una misa negra y otros satanismos que hacen demasiado expl¨ªcita la conexi¨®n de Dr¨¢cula con el m¨¢s all¨¢.
El l¨²gubre misterio del vampiro queda, por tanto, algo desdibujado, como si no fuera m¨¢s que el jefe de una u otra banda de malhechores. Pese a todo, las fauces de Christopher Lee, con ese apunte de sonrisa que dibujan al morder, siguen siendo mucho m¨¢s reconfortantes que el colmillar de cualquiera de las versiones de Tibur¨®n.
El poder de la sangre de Dr¨¢cula se emite a las 22.00 horas, por la segunda cadena.
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