Deseos televisivos
En doce meses, la gran mayor¨ªa se habr¨¢n incumplido, pero as¨ª es la vida: una pura contradicci¨®n
Es una semana se?alada para manifestar las buenas intenciones ante el a?o que comienza, esas que doce meses despu¨¦s, se habr¨¢n incumplido en su mayor¨ªa, pero as¨ª es la vida: una pura contradicci¨®n.
El primer deseo para los que vemos televisi¨®n es el de que en alguna mente surja alguna idea para crear series tan buenas como Los Soprano, Los Durrell, The Wire o las tres temporadas de la espa?ola La caza, por citar algunas de ellas.
El segundo es que en los programas informativos de las distintas cadenas dejen de anunciar ¡°exclusivas¡± que no lo son y que los presentadores estrellas de los mismos reduzcan su af¨¢n de protagonismo y muestren un mayor respeto por los que est¨¢n al pie del ca?¨®n, respeto que consiste en no pisarles la informaci¨®n. Un ejemplo: el ¨ªnclito Garc¨ªa Ferreras suele anunciar las conexiones con los que est¨¢n en el lugar de los hechos se?alando previamente lo que van a contar, con lo que las horas que se han tirado los colaboradores en Paiporta, sin ir m¨¢s lejos, se las zampa el ¨ªnclito desde el confort del estudio en un abrir y cerrar de ojos.
El tercer deseo que, naturalmente, no se cumplir¨¢ es que la cotidiana pelea dial¨¦ctica entre Alberto N¨²?ez Feij¨®o y Pedro S¨¢nchez remonte lo elemental y muestre un nivel cr¨ªtico y autocr¨ªtico suficiente para que la demagogia quede relegada a ¡°el cuarto de atr¨¢s¡±, que dir¨ªa la estupenda Mart¨ªn Gaite. Claro que para conseguirlo ser¨ªa necesario tambi¨¦n relegar al trastero ese paradigma de la simpleza que atiende al nombre de Miguel Tellado y que act¨²a, visto lo visto, desde la consideraci¨®n de que al rival pol¨ªtico no hay que criticarlo sino destruirlo. ?Y c¨®mo se destruye a un rival pol¨ªtico?, pues con la colaboraci¨®n de un selecto grupo de jueces tan proclives al lampedusiano ¡°que todo cambie para que todo siga igual¡±, siempre que lo igual sean las oscuras y crueles d¨¦cadas del franquismo. Si todo pasa y todo queda est¨¢ claro que en el ¨¢mbito de la jurisprudencia son m¨¢s de quedarse en el pasado.
El problema de atiborrar el desv¨¢n de conceptos y personajes trasnochados es que nuestros dilectos y enciclopedistas tertulianos ver¨ªan disminuir sus argumentos hasta el punto de tener que pensar en algo m¨¢s sutil que leer los titulares de los diarios de la ma?ana para emponzo?ar un poco m¨¢s la actualidad.
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