Una buena versi¨®n musical de 'La villana', de Romero, Fern¨¢ndez Shaw y Vives
Cuando el d¨ªa 1 de octubre de 1927 se estrena en el teatro de la Zarzuela La villana, el p¨²blico la acoge con, notorio entusiasmo. Vives era ya para la multitud "el autor de Do?a Francisquita (1927), de Bohemios (1904) y de La generala (1912)", y para artistas, intelectuales y sus seguidores, un personaje singular, de rara cultura y no menos infrecuente informaci¨®n: "Su valor como hombre, como inteligencia y como finura de percepci¨®n era extraordinario", escribir¨¢ Manuel de Falla. Un hombre que¨ª mientras goza de sus ¨¦xitos un tanto fr¨ªvolos, como El arte de ser bonita, se cartea con Unamuno sobre la b¨²squeda de Dios; un informado que, seg¨²n testimonio de Adolfo Salazar, descubre la m¨²sica de Claudio Debussy a sus amigos m¨¢s j¨®venes, entre ellos el propio Falla; un batallador que lucha para imponer lo nuevo (como se dec¨ªa entonces) desde sus puestos en el Consejo Nacional de la M¨²sica o contribuye al resurgir de la catalanidad sin beater¨ªa alguna, como fundador del Orfe¨®.Cuando hoy nos enfrentamos con partituras inhabituales de Vives que tuvieron juicios excesivamente entusiastas de la cr¨ªtica m¨¢s exigente, olvidamos la aureola que rodeaba el nombre y la figura de Vives. Basada en Perib¨¢?ez, de Lope, como Do?a Francisquita parte de La discreta enamorada, La villana contin¨²a una natural tendencia del m¨²sico catal¨¢n por los grandes, cl¨¢sicos: Cervantes y La gitanilla para La buenaventura; Rojas Zorrilla y Entre bobos anda el juego, para Don Lucas del Cigarral; Calder¨®n, para La dama duende.
La villana
Basada en 'Perib¨¢?ez o el comendador de Oca?a', de Lope de Vega.Compa?¨ªa del teatro de la Zarzuela. Libro de Federico Romero y Guillermo Fern¨¢ndez Shaw. M¨²sica de Amadeo Vives. Direcci¨®n esc¨¦nka: ?ngel F. Montesinos., Direcci¨®n musical. Enrique Garc¨ªa Asensio. Escenarios y trajes: Rom¨¢n Arango y Pin Morales. Coreografla: Alberto Lorca. Direcci¨®n coro: Jos¨¦ Perera. Orquesta Sinfi¨®nica de Madrid. Int¨¦rpretes. Antonio Blancas, Paloma P¨¦rez Migo, Francisco Ortiz, Ayonso Echeverr¨ªa, Jes¨²s Castej¨®n, Margarita Garc¨ªa Ortega, Pedro P. Ju¨¢rez, Jos¨¦ Albiach, Jos¨¦ Luis S¨¢nchez, Amalia Barrios, Julio Pardo, Jos¨¦ Varela, Joaqu¨ªn Molina, C¨¦sar Varona, Roberto Caballero,'Gabriel Salas y Javier Loyola. Teatro de la Zarzuela, Madrid. 4 de enero de 1984.
Deseo de gran obra
Al gusto por los cl¨¢sicos espafloles se une una tendencia a tratarlos a traves del documento.Popular -no en vano Vives trabaj¨® con Pedrell- sin gran fidelidad a las localizaciones geogr¨¢ficas (recordemos, como ejemplo, la primera intervenci¨®n de la madrile?¨ªsima Do?a Francisquita, montada sobre un motivo salmantino, Era de nogal el santo ... ). Algo de todo esto hay en La villana, junto a un deseo de gran obra que hizo pensar a muchos, una vez m¨¢s, en si el perseguido fantasma de la ¨®pera nacional no asomaba entre los textos de Romero y Fern¨¢ndez Shaw y los pentagramas, a veces complejos, de don Amadeo.
A la partitura de La villana llegan ecos de nuestro pasad¨® musical, lo que agrad¨® a un D¨ªez Cane do, pues no eran frecuentes en la Zarzuela cuando El retablo de maese Pedro, compuesto y estrenado, no circulaba a¨²n como moneda de curso legal. La orquestaci¨®n, recargada en otras obras de Vives, aparece en gran parte de La villana m¨¢s clara y precisa: La capa de pa?o pardo es tan elegante en lo mel¨®dico como en lo instrumental; las arias de don Fadrique y Perib¨¢?ez, el d¨²o, poseen fuerza, aliento l¨ªrico, y son caracter¨ªsticos de la varia personalidad del compositor. Quiz¨¢ otros fragmentos han perdido atractivo con el paso del tiempo, la evoluci¨®n de nuestra m¨²sica y nuestro p¨²blico; lo que pudo parecer antesala de la buscada ¨®pera nacional suena ahora a convencionalismo m¨¢s o menos brillante.
La versi¨®n musical ha sido esta vez de evidente categor¨ªa: Paloma P¨¦rez I?igo cant¨® y expres¨® con bella intensidad; el bar¨ªtono Antonio Blancas luci¨® belleza de color y de estilo, cuyo refinamiento le viene por v¨ªa de la ¨®pera y el concierto; Francisco Ortiz hizo un comendador apasionado y de gran efecto, dada la potencia y el color de sus facultades, no suficientemente dome?adas por la rigurosidad estil¨ªstica; Alfonso Echeverr¨ªa guard¨® los niveles en el curioso personaje de David, el jud¨ªo. Coros y orquesta trabajaron a pleno rendimiento a las ¨®rdenes del director Garc¨ªa Asensio, cuyo conocimiento de La villana est¨¢ acreditado hace tiempo a trav¨¦s de una excelente grabaci¨®n discogr¨¢fica. Como el mismo, director apunta en el programa, La villana es obra dif¨ªcil de montaje para todos y In todo; justo es reconocer la calidad de una versi¨®n musical insistentemente aplaudida.
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