El interregno de Andropov
LA MUERTE de Yuri Andropov ha producido de todo menos sorpresa. Los esfuerzos absurdos de la direcci¨®n sovi¨¦tica por negar la evidencia hasta el ¨²ltimo momento, causando con ello un nuevo da?o a su propia credibilidad, han resultado in¨²tiles. Es una ciencia imposible negar la evidencia. Los hechos indicaban que el m¨¢ximo dirigente de la URSS llevaba seis meses sin aparecer en p¨²blico y sin cumplir funciones fundamentales inherentes a su cargo. Eso s¨®lo era explicable por una enfermedad muy grave a la que el paciente no lograba sobreponerse, y, por tanto, las justificaciones oficiales de que Andropov padec¨ªa un resfriado caen en el terreno del rid¨ªculo.Cuando fue elegido secretario general del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS), a las pocas horas de la muerte de Breznev, la opini¨®n p¨²blica internacional se sorprendi¨® ante la rapidez de esa designaci¨®n. Las contradicciones conocidas en la cumbre de la URSS auguraban un proceso complejo y largo para escoger al nuevo m¨¢ximo dirigente. Ahora puede aparecer m¨¢s clara la raz¨®n de aquella rapidez: Andropov fue elevado a la secretar¨ªa general cuando ten¨ªa ya 69 a?os y estaba gravemente enfermo. M¨¢s que una sucesi¨®n propiamente dicha, lo que se abri¨® con su designaci¨®n fue un interregno. El profesor Carr ha puesto de moda esta palabra con su libro sobre el per¨ªodo que sigui¨® a la muerte de Lenin. El segundo interregno en la historia sovi¨¦tica fue el de Malenkov, en 1953, despu¨¦s de la muerte de Stalin; dur¨® unos 21 meses. No resulta in¨²til recordar que entonces, despu¨¦s de las leyes de hierro del gobierno de Stalin, Malenkov suscit¨® esperanzas en una poblaci¨®n ansiosa de deshielo: anunci¨® la prioridad de la industria ligera y la elevaci¨®n del consumo. El interregno de Andropov tambi¨¦n hab¨ªa despertado ciertas expectativas, sobre todo en sus inicios. La muerte del sucesor de Breznev no ha resuelto ninguna, de las dudas existentes sobre el futuro de la URSS, y la incertidumbre es el rasgo distintivo de su sucesi¨®n.
Fue presentado casi como un liberal, a pesar de que hab¨ªa cumplido una parte considerable de su carrera, 15 a?os, al frente de la polic¨ªa pol¨ªtica. Sobre todo se pensaba que emprender¨ªa las reformas imprescindibles para sacudir un sistema autoritario y burocr¨¢tico, bloqueado por Breznev en el inmovilismo y carcomido por la corrupci¨®n en las altas esferas. Hoy es evidente que los 5 meses de gobierno de Andropov no han permitido abordar siquiera una reforma seria ante los grav¨ªsimos problemas internos, econ¨®micos, de funcionamiento estatal, por no hablar de los aspectos vinculados a la democratizaci¨®n del sistema pol¨ªtico y la participaci¨®n de los ciudadanos. El burocratismo paralizante sigue dominando todo. Andropov adopto, s¨ª, medidas para elevar la disciplina del trabajo y disminuir el absentismo. Pero de poco sirve cortar excrecencias de un sistema cuando ¨¦ste, en s¨ª, se est¨¢ quedando cada vez m¨¢s anacr¨®nico, m¨¢s alejado de ponerse a tono con las exigencias de un progreso cient¨ªfico, tecnol¨®gico, que es un fen¨®meno mundial y se hace sentir incluso a trav¨¦s de fronteras cerradas. Un dato significativo es que el porcentaje de los productos manufacturados disminuye considerablemente entre las exportaciones sovi¨¦ticas en relaci¨®n con los a?os cincuenta y sesenta. Este proceso de atraso econ¨®mico objetivo se traduce luego en colas ante las tiendas, en imposibilidad de satisfacer las demandas sociales. El lugar privilegiado que en ese marco ocupa la econom¨ªa militar, encerrada en s¨ª misma, es un factor m¨¢s del anacronismo general. Adem¨¢s el problema de la reforma en la URSS no puede verse en un terreno exclusivamente econ¨®mico. Sin abrir cauces a un proceso de democratizaci¨®n, de participaci¨®n de los ciudadanos, ¨²nico que puede fomentar la creatividad, todo intento de dinamizar una econom¨ªa como la sovi¨¦tica queda en nada, o en poca cosa. En el interregno que sigui¨® a la muerte de Stalin hubo pasos, que a¨²n se recuerdan, de deshielo y liberalizaci¨®n. Ninguna se?al de este g¨¦nero se ha manifestado durante la direcci¨®n de Andropov, y las persecuciones contra los discrepantes o disidentes no han disminuido.
Las sustituciones de la c¨²pula
Cabe decir, en cambio, que se han producido mutaciones, relativamente numerosas, en la composici¨®n de los equipos dirigentes. En el Gobierno de la URSS han sido sustituidos 19 ministros, sobre un total de unos 80 miembros. Son a¨²n m¨¢s importantes los cambios de secretarios de regi¨®n; ¨¦stos tienen un gran poder no s¨®lo en el plano regional, sino muchas veces en Mosc¨², en el Comit¨¦ Central del PCUS; sobre un total de 158 regiones, 35 tienen un nuevo secretario, elegido durante el ¨²ltimo a?o; es un porcentaje de renovaci¨®n de aproximadamente un 22%, y sin duda en niveles inferiores este porcentaje es m¨¢s fuerte. Incluso en el Politbur¨® y el Secretariado han entrado algunos miembros nuevos, de los llamados j¨®venes, es decir, de una edad en tomo a los 50 a?os. Ni las mujeres, ni los hombres de edad inferior a esa parecen existir en la alta clase pol¨ªtica de la URSS. Es probable que en este proceso de renovaci¨®n el factor principal no haya sido el deseo de Andropov de colocar a su gente; muchos cambios han tenido lugar precisamente en los meses en que el secretario general estaba ya muy marginado. En realidad, el inmovilismo de Breznev hab¨ªa llevado a un envejecimiento excesivo de los cuadros; la renovaci¨®n se impone muchas veces por ley biol¨®gica. Y a la vez, claro est¨¢, intervienen las influencias, las solidaridades de grupo, las intrincadas influencias propias de un sistema sin debate, sin transparencia de posiciones y donde el secreto de los centros de decisi¨®n acent¨²a las luchas por el poder. Es evidente que esa generaci¨®n en torno a los 50 a?os est¨¢ adquiriendo un peso creciente en el sistema sovi¨¦tico: se trata de personas distanciadas de la Revoluci¨®n y la guerra; menos cargadas de ideolog¨ªa; con formaci¨®n universitaria, muchas veces cient¨ªfica, y m¨¢s administradores que pol¨ªticos. Este proceso va ligado a una ca¨ªda. del papel, en cierto modo unificador, que tradicionalmente ha desempe?ado el partido. A una subida de los corporativismos. Y a un papel mayor del Ej¨¦rcito no s¨®lo en las esferas militares, industriales o cient¨ªficas, sino tambi¨¦n en las grandes opciones de pol¨ªtica exterior.
En este marco se plantea la pregunta de qui¨¦n va a suceder a Andropov. Pregunta que, probablemente, ha sido ya contestada en las reuniones cerradas y secretas de los ¨®rganos dirigentes, y ante la que cabe imaginar dos tipos de respuesta: otra figura hist¨®rica del equipo de los veteranos, que desde luego son mayor¨ªa en el Politbur¨®, o un representante de la generaci¨®n de los 50 a?os. En cualquiera de las dos hip¨®tesis, la participaci¨®n de los militares en la designaci¨®n del nuevo l¨ªder parece considerable, como ya ocurri¨® con el nombramiento de Andropov en 1982. La primera de las soluciones significar¨ªa tambi¨¦n la apertura de un nuevo interregno y la imposibilidad de poder instrumentar con la actual c¨²pula de poder una salida de futuro.
El panorama internacional
Al llegar al Kremlin, Andropov tuvo que cargar con una herencia particularmente pesada en materia de pol¨ªtica internacional: la invasi¨®n de Afganist¨¢n, las injerencias en Polonia para sostener el poder contra la voluntad de los trabajadores y, por otro lado, la decisi¨®n de la OTAN de colocar los euromisiles. La distensi¨®n estaba hecha pedazos. La esperanza de que Andropov innovar¨ªa en ese terreno no se ha confirmado. No se trata s¨®lo de las relaciones con EE UU; tampoco en las negociaciones con Pek¨ªn se ha advertido una capacidad del dirigente sovi¨¦tico de promover nuevas iniciativas para responder a los cambios que, se est¨¢n produciendo en la vida internacional. La URSS ha continuado con una pol¨ªtica de repetici¨®n de posiciones, inmutables desde los tiempos de Breznev, de car¨¢cter sobre todo propagand¨ªstico. En un momento, Andropov inici¨® algo nuevo: cuando propuso destruir un n¨²mero determinado de SS-20 en caso de que se llegase a un acuerdo. Pero Occidente no recogi¨® el envite, y tampoco la URSS sigui¨® por ese camino. En realidad, sobre el problema de los euromisiles, la pol¨ªtica sovi¨¦tica ha sufrido un fracaso, y es probable que la ausencia de un dirigente plenamente capacitado durante meses al frente de sus destinos haya contribuido a ello. En el momento tan tenso que atraviesa la situaci¨®n internacional, con puntos conflictivos de m¨¢ximo peligro que afectan a la relaci¨®n entre los dos bloques, entre la URSS y EE UU, la sensaci¨®n de vac¨ªo que el Kremlin ha dado durante un largo per¨ªodo es un hecho preocupante. Como lo es la falta de clarificaci¨®n con el pueblo sovi¨¦tico y la opini¨®n p¨²blica internacional. En realidad, un pa¨ªs que pretende encarnar la modernidad revolucionaria demuestra que tiene formas de sucesi¨®n pol¨ªtica propias del absolutismo, de un pasado lejano. Un sistema pol¨ªtico que no es capaz de institucionalizar -no digamos ya de manera democr¨¢tica- el paso del poder de un dirigente a otro, es un anacronismo. Y en un mundo bipolar, es un factor de inestabilidad internacional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.