Espa?a y la CEE reanudan la negociaci¨®n pesquera
Espa?a y la CEE reanudaron ayer la negociaci¨®n, interrumpida desde diciembre, para fijar el plan de pesca espa?ol en aguas comunitarias para 1984. El ambiente era poco propicio para las tesis espa?olas, ya que la Comunidad ha endurecido su postura respecto al a?o anterior. En efecto, la CEE pretende otorgar a Espa?a una cuota para la merluza, que constituye el pivote para las otras especies, de 7.000 toneladas. Naturalmente, esta es una postura de salida que se puede flexibilizar. Pero nunca tanto como para satisfacer los anhelos espa?oles, que piden 8.500 toneladas. El cupo en 1983 fue de 8.300 toneladas.Adem¨¢s de la reducci¨®n de la pesca en aguas comunitarias por razones cient¨ªficas, la CEE pretende aplicar el principio de la regresividad a la pesca espa?ola en sus aguas. As¨ª, el cupo para 1980 era de 11.870 toneladas. Indudablemente, si Espa?a no fuera pa¨ªs candidato, pescar¨ªa a¨²n menos o nada en aguas de la CEE, pues tiene poco que ofrecer a cambio en sus propias aguas. Pero, de cara a la negociaci¨®n del cap¨ªtulo de pesca para el ingreso en la CEE, ¨¦sta insiste en el principio de la regresividad, pues se trata de que una vez dentro de la Comunidad no se le conceda a Espa?a m¨¢s de lo que haya pescado antes del ingreso.
Junto a esta regresividad, hay otros puntos en, litigio. As¨ª, como novedad este a?o, la CEE exige, para la zona VII del mar de Irlanda, contar al gallo y al at¨²n entre las "especies asociadas", limitando su captura a un 3% -para cada una de las dos especies- del total de las capturas de merluza. Espa?a ped¨ªa ayer un m¨ªnimo de un 20% para aceptar este principio, pero podr¨ªa conformarse con la mitad.
Palangreros y arrastreros
Ya en 1983, la CEE logr¨® imponer a Espa?a la equiparaci¨®n del rendimiento pesquero de palangreros y arrastreros, cuando antes un arrastrero, para las licencias de pesca, equival¨ªa a tres palangreros. As¨ª, la reducci¨®n real de la pesca en aguas comunitarias se hace realidad como una tenaza, habiendo fracasado hasta ahora todos los intentos espa?oles de fijar el plan de pesca hasta el d¨ªa de la adhesi¨®n.
Algo ha ocurrido en estos a?os. La CEE se ha dado cuenta de que pod¨ªa pescar -en vez de dejar pescar- y venderle a Espa?a lo pescado. Y as¨ª ha sido. Las importaciones en Espa?a de pescado de la CEE (fundamentalmente, calculado en precio de Francia, Reino Unido y Dinamarca) han aumentado a un ritmo similar en los ¨²ltimos a?os al de la reducci¨®n de la pesca espa?ola en aguas comunitarias.
La captura de merluza por Espa?a en aguas comunitarias representa menos de una d¨¦cima parte del total de la captura de merluza que hace Espa?a. Pero se consume mucho pescado en Espa?a (en 1979, el pescado representaba un 13,4% del total del consumo alimenticio). La r¨¦plica contra la CEE podr¨ªa ser cerrar la frontera al pescado comunitario o imponerle aranceles muy elevados. Pero, en opini¨®n de fuentes espa?olas, la merluza pesa mucho en el ¨ªndice del coste de la vida.
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