La voz entera
Como Jorge Guill¨¦n dijo una vez, "era natural que Pedro Salinas cultivara el ensayo", ya que, continuaba diciendo Guill¨¦n, "en el ensayo culminar¨¢n las dotes de gran conversador, curioso de todo, sensible a todo, que derrochaba Salinas, pero con el rigor (sin embargo jugos¨ªsimo) de la escritura". Y el fraterno amigo de Salinas le llamaba el atento: "No he conocido a nadie que merezca tanto como nuestro amigo ese nombre". Porque seg¨²n Guill¨¦n, "era constante, minuciosa, variad¨ªsima, la atenci¨®n" prestada por Salinas a la vida toda de sus d¨ªas. Atenci¨®n que se ampli¨® en su geograf¨ªa y sus objetos al trasladarse Salinas a las Am¨¦ricas en el a?o tr¨¢gico espa?ol, 1936. De ah¨ª que Jorge Guill¨¦n tambi¨¦n pudiera decir que en el exilio "Salinas pudo llegar a ser m¨¢s Salinas que nunca". Mi padre no dejaba, por supuesto, de a?orar diariamente "nuestra Espa?a inolvidable". Y esa nostalgia se manifiesta en todo lo que escribe desde 1936 hasta las ¨²ltimas p¨¢ginas de 1951.Pero en tierras de Am¨¦rica tuvo Salinas la oportunidad de extender su atenci¨®n contempladora a nuevos mundos de la literatura espa?ola y latinoamericana. En Wellesley College (donde estudi¨¦ con ¨¦l y m¨¢s tarde con Jorge Guill¨¦n) primero, luego en la Universidad de Johns Hopkins y en Puerto Rico, Pedro Salinas dio cursos sobre toda la literatura espa?ola y tambi¨¦n sobre variadas figuras de la latinoamericana, mientras que en Espa?a, hasta 1936, se hab¨ªa ocupado casi exclusivamente de la literatura del siglo XX, y as¨ª sus ensayos anteriores a 1936 (que inician el volumen I de los Ensayos completos) versaron sobre los principales escritores espa?oles de su tiempo. Pero las 1.300 p¨¢ginas siguientes de los Ensayos completos abarcan toda la cronolog¨ªa de la literatura hisp¨¢nica y tambi¨¦n otros temas reveladores de su creciente atenci¨®n a m¨²ltiples problemas de la vida universal contempor¨¢nea.
Los ensayos dedicados a las letras hisp¨¢nicas fueron as¨ª la consecuencia escrita de la actividad docente de Salinas, aunque muchos fueron preparados para p¨²blicos de los pa¨ªses de lengua espa?ola. Pero tanto en las clases universitarias como en las conferencias en M¨¦xico y Suram¨¦rica, lo caracter¨ªstico de Salinas era, como lo recordar¨ªa un colega de Bym Mawr, "su evidente disposici¨®n a compartir su leal saber y entender". Por eso Salinas eliminaba de sus libros y estudios todas las apariencias y ornamentaciones eruditas: "La erudici¨®n", dec¨ªa Jorge Guill¨¦n hablando del Manrique de Salinas, "est¨¢ embebida en la p¨¢gina y no esparcida en notas al pie". A?ade Guill¨¦n: "Otro m¨¦todo habr¨ªa sido contrario al criterio del cr¨ªtico y al gusto del escritor, no coincidentes, claro est¨¢, con los que rigen al fil¨®logo". Porque adem¨¢s los ensayos de Salinas sobre temas literarios hisp¨¢nicos no son ¨²nicamente estudios para especialistas y estudiantes, pues la aspiraci¨®n mayor de mi padre en esos ensayos, como en todos, era llegar al lector corriente, al hombre cualquiera.
Porque para Salinas, seguidor en esto del maestro Unamuno, la literatura "no era una especialidad". Escribir sobre Manrique era considerar asuntos tan universales como la actitud ante la muerte en la poes¨ªa y en la tradici¨®n espiritual castellana. De ah¨ª que los ensayos de tema literario ofrezcan tanto inter¨¦s para cualquier lector, ya que Salinas, por citar nuevamente a.Guill¨¦n, "estaba siempre orientado por el mejor humanismo". Y as¨ª, en los ensayos de El defensor y otros de temas generales, Salinas es el cr¨ªtico de variadas deshumanizaciones contempor¨¢neas.
Pero sobre todo los ensayos de Salinas surgieron de su necesidad de comunicaci¨®n, perdida la compa?¨ªa de los amigos de Espa?a y su conversaci¨®n. Por eso escribi¨® tanto mi padre en los a?os del exilio: al amigo con quien se habla lo sustituye ahora el lector. Y as¨ª sentimos en los ensayos posteriores a 1936 un deseo de aproximaci¨®n, un calor humano mayor que en los anteriores a la guerra. Hay tambi¨¦n en los ensayos escritos en tierras de Am¨¦rica una constante defensa de la tradici¨®n humanista hisp¨¢nica, que a veces puede sorprender a primera vista, como la humor¨ªstica defensa de los analfabetos antiguos. Esa defensa se fortalec¨ªa en Salinas cuando viajaba por tierras de lengua espa?ola. ?Y en ellas disfrutaba tanto! As¨ª en Mexico, pa¨ªs que le entusiasmaba, se hizo encargar una tarjeta personal muy reveladora: "El extranjero en su patria". Y el ensayo Brillo, sobre los muchachitos limpiabotas de San Juan de Puerto Rico, muestra c¨®mo hasta en un humilde preg¨®n ma?anero encontraba Salinas un valor trascendente. O, como dec¨ªa Jorge Guill¨¦n, "la obra maestra no impide a Salinas detenerse ante la gracia m¨¢s humilde que surja a la vuelta de cualquier esquina".
Si en su poes¨ªa escuchamos la voz m¨¢s profunda de Salinas, en sus ensayos ha quedado la voz entera de su human¨ªsima persona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.