El inmovilismo del poder en el Kremlin pierde solidez
En contra todas las apariencias y de muchos de los an¨¢lisis de estos d¨ªas, la subida de Constantin Chernienko al trono de secretario general del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS) podr¨ªa indicar, m¨¢s que otra cosa, que el famoso inmovilismo del poder sovi¨¦tico no es ya tan s¨®lido, que empieza a vacilar. Aunque no sea m¨¢s que por razones de edad y de salud, la elecci¨®n de Chernienko es una segunda decisi¨®n en favor de una soluci¨®n transitoria. En espera de que el enfrentamiento que se abri¨® en los ¨²ltimos a?os de Breznev (los esc¨¢ndalos de los hijos y yernos del gran Leonid no se los invent¨®, ciertamente, alg¨²n audaz y brillante cronista de Pravda) encuentre una soluci¨®n, se contin¨²a con las operaciones de transici¨®n. Y podr¨ªa ser que esta pol¨ªtica de la provisionalidad, del ganar tiempo viviendo de per¨ªodos breves, sea el camino ruso para salir del inmovilismo.Es, ciertamente, el camino de las crisis de un sistema de poder concentrado el que, como el norteamericano, debe cambiar los cuadros del poder y recurrir al sistema de los despojos, pero que necesita plazos mucho m¨¢s largos para realizarlo, al menos desde que las purgas estalinistas ya no son practicables, aunque el equivalente podr¨ªa hallarse en la campa?a de moralizaci¨®n puesta en marcha por el mismo Andropov.
Habr¨¢ que esperar a marzo y a la elecci¨®n del Soviet Supremo para comprobar si Chernienko ser¨¢ tambi¨¦n jefe de Estado o si se ir¨¢ hacia una cierta forma e colegialidad que -no s¨®lo en Rusia- es sin¨®nimo de provisionalidad y de espera.
Es cierto que insinuar una posibilidad de cambio y de verdadera lucha pol¨ªtica en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, puede parecer una, piadosa ilusi¨®n. Los distintos nombres palaciegos (la famosa nomenklatura) tienen todos pr¨¢cticamente los mismos contenidos. Despu¨¦s de la explosiva ruptura que supuso el informe secreto -la desestalinizaci¨®n- de Nikita Jruschov, los discursos de los diversos jefes sovi¨¦ticos aparecen completamente intercambiables; los escritos por uno podr¨ªan ser pronunciados por su presunto adversario sin que nadie se maraville o lo advierta.
Rusia es lenta y, tras la ruptura jruschoviana, el elemento unificador de todos los sucesores (empezando por la pareja Breznev-Kosiguin) es la aversi¨®n al unilateralismo, es decir, a todo tipo de decisi¨®n clara que no sea la pura conservaci¨®n. Este dato de la realidad, hist¨®rico y estructural, no deber¨ªa nunca olvidarlo la gente de izquierdas de esta parte de Europa, so pena de llevarse las peores desilusiones.
Sin embargo, esta norma de elemental prudencia no nos puede hacer miopes o distra¨ªdos ante las se?ales de cambio. Y aunque sea s¨®lo por fracciones infinitesimales o a trav¨¦s de formas ilegibles, las condiciones de cambio o crisis han madurado. En definitiva, tras la derrota del intento de modernizaci¨®n de Jruschov, la pareja Breznev-Kosiguin ofreci¨® una salida, burocr¨¢tica del estalinismo, aunque solo fuera por haber sustituido las purgas por los manicomios.
No es, por otra parte, tan parad¨®jico afirmar que la Uni¨®n Sovi¨¦tica se est¨¢ encaminando hacia un Estado de Gobierno d¨¦bil, con una oligarqu¨ªa de poder que m¨¢s que equilibrarse se paraliza rec¨ªprocamente. En este contexto, en los ¨²ltimos a?os de Breznev y en los 15 meses de Andropov, los enfrentamientos internos han sido duros. Ya en el ¨²ltimo periodo de Breznev, algunos de sus importantes y posibles delfines han salido de escena. En los 15 meses de Andropov ha sido liquidada m¨¢s de una quinta parte de los dirigentes locales y se han realizado sustituciones importantes en la misma cumbre del partido, del Gobierno y de la polic¨ªa pol¨ªtica. Entre los s¨ªntomas de esta lucha, aunque arriesgada, a?adir¨ªa el descubrimiento de la bulgarian connection en el atentado al Papa y el mismo derribo del avi¨®n surcoreano: dos buenos golpes al prestigio internacional de Andropov.
El salto generacional
Con Chernienko, esta lucha no parece de ning¨²n modo acabada, y mucho menos si se piensa que funcionan ya dos aceleradores de naturaleza m¨¢s fisiol¨®gica que pol¨ªtica: a) las dos verdaderas columnas del aparato, Andrei Gromiko, el jefe de la diplomacia, y Dimitri Ustinov, jefe del Ej¨¦rcito, son demasiado viejos para durar y su sustituci¨®n ser¨¢ probablemente para el Politbur¨® un asunto m¨¢s serio que el nombramiento de un secretario general con los meses contados, b) Chernienko aparece como el ¨²ltimo exponente posible del partido de los viejos, y entre ellos y los llamados j¨®venes hay un salto por lo menos de 10 a?os. Parece claro que el recurso al aplazamiento y a la adopci¨®n de soluciones provisionales y temporales, no podr¨¢ ya confiarse a la edad y a la salud. O se encuentra una soluci¨®n pol¨ªtica o ser¨¢ necesaria una lucha pol¨ªtica.
Total, que despu¨¦s de un Andropov que ha durado 15 meses y un Chernienko, encontrar a otro Chernienko. parece m¨¢s bien imposible.
Se impondr¨¢, por lo menos, un salto de generaci¨®n. Y la elecci¨®n de Chernienko tras la de Andropov aparece como una se?al de miedo incluso a este peque?o salto generacional.
No se trata s¨®lo de la sustituci¨®n de cargos. La Uni¨®n Sovi¨¦tica est¨¢ expuesta a las tensiones internas e internacionales como nunca lo estuvo en el pasado. En la mente de los dirigentes de Mosc¨², quiz¨¢, los partidos comunistas de Occidente o de China han aparecido siempre como ap¨¦ndices sin importancia. Esto, aunque de diferentes modos, ha sucedido en Espa?a, Italia y tambi¨¦n en Francia. Ning¨²n jefe sovi¨¦tico podr¨¢ ya hablar de Occidente como Stalin ni tampoco podr¨¢ acaecer que un l¨ªder de la izquierda de Europa occidental pueda decir a la muerte de un secretario general del PCUS: "Se ha desplomado uno de los pilares sobre los que se afianzaba el equilibrio del mundo", como afirm¨® a la muerte de Stalin, Pietro Nenni, el l¨ªder m¨¢s prestigioso del socialismo italiano.
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