Las Repollos
?Ni un mill¨®n, ni 100.000, ni tan siquiera 1.000! No, se?oras y se?ores, no: ?son s¨®lo 375, ni una m¨¢s ni una menos, 375 mu?ecas de trapo, 375 oportunidades de convertir a su hijo en el afortunado poseedor de un juguete exclusivo y elitista, de la Mu?eca Repollo, la mu?eca de los ni?os dirigentes!Es una oportunidad ¨²nica para los progenitores responsables, amantes del fuste y del tron¨ªo. Usted sabe bien que en esta sociedad lo que importa no es el qu¨¦, sino el c¨®mo; el exterior, y no el intr¨ªngulis. Si usted anhela un porvenir de gloria para su hijo, un futuro de encendedores de oro, coches de hipercilindrada, pa?uelos con firma, calzoncillos de marca y reloj a juego con la pluma; si usted, en fin, desea que a los ni?os del vecino les crezca el musgo amarillento de la envidia, no tiene m¨¢s remedio que adquirir su Mu?eca Repollo americana, s¨ªmbolo de ¨¦xito y status.
Da lo mismo que la pepona sea un vulgar atadillo de trapos, como todas, o que su carita sint¨¦tica recuerde graciosamente a Rodr¨ªguez Sahag¨²n en versi¨®n punki, con todo el pelo tieso color rosa. Lo fundamental no es el aspecto, sino la exclusividad, el hecho de que cada ejemplar es diferente. Su Repollo ser¨¢ un repollo ¨²nico, col excelsa. Ingrese usted en esta aristocracia hort¨ªcola, en esta oligarqu¨ªa juguetera.
-Pues mis pap¨¢s me han comprado una Repollo, ?a t¨ª no? -dir¨¢ su nena, tan mona y tan perversa.
Su ejemplar ser¨¢ distinto, s¨ª, tendr¨¢ un pie m¨¢s grande, o la boca m¨¢s larga, o un moco de fieltro adornando la mejilla algodonosa. Usted mismo podr¨ªa construirse f¨¢cilmente una pepona propia: bastan un par de horas, lana y trapos. Pero la meta no consiste en ser diferente, v¨¢lganos Dios, sino en aparentarlo. Y, sobre todo, la singularidad ha de ser p¨²blica. Por eso los grandes almacenes espa?oles que han importado la mu?eca se han apresurado a anunciar que son s¨®lo 375 ejemplares, ni uno mas, para los 375 diligentes ¨¦mulos de dirigentes que primero se apunten en la lista de espera.
Y todo esto no por un mill¨®n, ni por 100.000 pesetas. Oh, no, se?oras y se?ores: ?la Mu?eca Repollo vale tan s¨®lo 14.900 pesetas! Hay que reconocer que es poca cosa por la adquisici¨®n de un sue?o de gloria repolludo, de una sangre azul-serr¨ªn envuelta en telas.
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