Francisca y Emilio, 20 a?os contra Iberduero
El matrimonio ha vivido durante este tiempo solo en J¨¢novas, un pueblo de Huesca que puede desaparecer bajo un pantano
Francisca Castillo, 56 a?os, y su esposo, Emilio Garc¨¦s, 70 a?os, han vivido solos cerca de 20 a?os en su pueblo, J¨¢novas, oponi¨¦ndose a que la empresa Iberduero construya un pantano. Han defendido con u?as y dientes lo suyo, hasta que "el poder judicial y el gobernador civil nos han pedido que nos marchemos". Su historia es paralela al proyecto de regulaci¨®n de los r¨ªos Ara y Cinca, en la provincia de Huesca, que supondr¨¢ construir varias presas y pantanos, inundar tierras de cultivo y algunos pueblos, entre ellos J¨¢novas. Grupos ecologistas, m¨¢s de 10 pueblos afectados y otros colectivos han presentado alegaciones al proyecto, que se encuentra en per¨ªodo de informaci¨®n p¨²blica.
Francisca y Emilio se han convertido en un s¨ªmbolo y son los protagonistas morales de un corto producido por Eugenio Monesma. "Por nada del mundo abandonaremos nuestro pueblo", han repetido en m¨¢s de una ocasi¨®n. Pero recientemente "la Guardia Civil se present¨® a las nueve de la noche, cuando hab¨ªa un palmo de nieve, y me dijo que me esperaba el gobernador civil en Bolta?a. Ten¨ªa que arreglarme con Iberduero o llegaba el desahucio. Claro que me rend¨ª, pero a la fuerza", explica el marido.J¨¢novas ten¨ªa, antes de aprobarse el proyecto del pantano, 40 casas habitadas, y era un pueblo pr¨®spero, con comercios y muchas tierras de regad¨ªo. Iberduero, mediante expediente de expropiaci¨®n forzosa, compraventas amistosas y voluntarias y otros procedimientos, como dinamitar las casas, consigui¨® que, poco a poco, se fueran yendo los habitantes con el pretexto de que se iba a construir el pantano e iba a inundar las tierras. Veinte a?os despu¨¦s, las obras no se han iniciado y el proyecto est¨¢ en per¨ªodo de informaci¨®n p¨²blica. ?Por qu¨¦ no se fueron, como hicieron los dem¨¢s vecinos? %Y d¨®nde iba a ir yo, con la mujer y seis hijos, si me daban 700 pesetas? Esa cantidad equival¨ªa a dos a?os del arriendo que yo pagaba de la casa: una peseta diaria. Mire si ser¨ªa vergonzoso, que el jefe del Catastro lleg¨® a ofrecerme, 7.000 pesetas de su bolsillo".
Al son de una orquestina que entona el Adi¨®s con el coraz¨®n, Francisca y Emilio bailan en la plaza. Son unas im¨¢genes rodadas por Eugenio Monesma en una pel¨ªcula sobre J¨¢novas y que corresponden a la ¨²ltima fiesta que se celebr¨® en el pueblo, a la que acudieron muchos de los que se vieron obligados a irse. Despu¨¦s, Francisca y Emilio cuentan su historia a quien la quiera escuchar: "A la escuela iban unos 15 ni?os, y la maestra iba aguantando, a pesar del miedo y de las amenazas, hasta que un d¨ªa, estando los cr¨ªos en la clase, un empleado de Iberduero tir¨® la puerta de la escuela de una patada. Aquel d¨ªa fue el ¨²ltimo de clase. Tres de mis hijos, Jes¨²s, Ram¨®n y Montserrat, perdieron tres a?os de clase. Nunca les perdonar¨¦ esto". Solos en J¨¢novas, Francisca y Emilio se dedicaban a cuidar sus cabras, gallinas y conejos y cultivar las tierras..., "pero contentos de vivir en nuestro pueblo".
Durante estos a?os, Emilio Garc¨¦s ha sufrido amenazas. "Me qued¨¦ sin trabajo cuando rechac¨¦ el traslado forzoso que me impon¨ªa el Patrimonio Forestal del Estado, despu¨¦s de 11 a?os de trabajo. Me trasladaban a Benabarre o a Santa Cruz de la Ser¨®s, pero lo que quer¨ªan era sacarme de J¨¢novas". "El primer a?o que nos pusimos a labrar las tierras, Iberduero cerr¨® el puente de J¨¢novas cuatro veces. Pon¨ªa pilones de hierro para que no pudi¨¦ramos pasar, pero todos fueron al r¨ªo, aunque el ¨²ltimo pesaba 500 kilos y estaba soldado". Como los plazos caducaban y el pantano no se hac¨ªa, los antiguos vecinos regresaron y comenzaron a cultivar los campos, pero las cosechas, antes de ser recolectadas, fueron destrozadas. "D¨ªas antes de que concluyera el plazo a partir del cual Iberduero perd¨ªa sus derechos, llegaron, escarbaron un poco y llamaron a un notario para que levantara acta como que se hab¨ªan iniciado las obras".
Francisca y Emilio viven desde hace unas semanas en Campodarbe. "Claro que nos rendimos", dice la mujer; "?qui¨¦n no se rinde a la fuerza?". Se queja, entre sollozos, porque en el nuevo pueblo no tiene agua: "Tanta como hab¨ªa en J¨¢novas". Emilio le dice: "Por eso no hay que llorar, mujer, eso es lo de menos". A?ade que, adem¨¢s de casa, deber¨ªa haber recibido de Iberduero 160 hect¨¢reas de tierra, la mayor¨ªa de monte, "pero hace unos d¨ªas empez¨® a trabajar las tierras que me adjudicaron el hombre que las ten¨ªa arrendadas antes. Ya nada es igual".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.