El mercedario Onaindia, redentor de cautivos
Mario Onaind¨ªa es, seg¨²n el sondeo de opini¨®n publicado el domingo por EL PAIS, el pol¨ªtico m¨¢s popular en el Pa¨ªs Vasco despu¨¦s de Carlos Garaikoetxea. Exhibe el secretario general de Euskadiko Ezkerra, cuyo apellido significa bueno y grande, un aspecto general de oso, pero una cabeza m¨¢s bien leonina.. Ejemplar de gran tama?o es, en efecto, este vizca¨ªno de Lekeitio, descendiente de pelotaris famosos y que de peque?o quer¨ªa ser misionero, por una parte, y delantero centro rompedor del Athl¨¦tic de Bilbao, por otra. Fracasado, por pies planos, en lo segundo, se afan¨® en lo primero, entrando en un noviciado de los padres mercedarios (dedicados a redimir cautivos) en Galicia, donde pas¨® tres a?os rezando rosarios y leyendo libros en euskera.De vuelta a casa, donde todos eran del PNV, entr¨® a trabajar en una caja de ahorros y se apunt¨® a Comisiones Obreras; pero vino uno que dijo que era de ETA y le explic¨® que ya se hab¨ªa inventado la f¨®rmula para ser a la vez de izquierdas y nacionalista, y al poco estaba de liberado responsable de la margen izquierda de la r¨ªa de Bilbao. La cosa termin¨® en un piso del casco viejo bilba¨ªno, en abril de 1969, cuando entr¨® la polic¨ªa y se llev¨® detenidos a todos sus moradores, menos uno, que sali¨® corriendo con una pistola en la mano y un balazo en el antebrazo.
En diciembre del a?o siguiente en el c¨¦lebre proceso de Burgos: sumario 31/1969, Onaind¨ªa era uno de los seis condenados a muerte. Conmutada la pena, el antiguo aspirante a misionero dispuso de siete a?os seguidos para leer, ayunar y escribir en el silencio de una celda de la prisi¨®n provincial de C¨¢ceres.
Extra?ado en Bruselas
El perd¨®n de abril de 1977 le permiti¨® salir de la c¨¢rcel, pero no de momento, volver a casa. Fue depositado, en condici¨®n de extra?ado, en la Grand Place de Bruselas, donde se asentaron sus sospechas de que el mundo no terminaba en el alto de Ordu?a. Tal descubrimiento no le ser¨ªa perdonado nunca por algunos de sus antiguos amigos, ni por muchos de quienes a su vez se descubrieron a s¨ª mismos como gudaris antifranquistas despu¨¦s de un cierto 20-N.Nos encontraremos en la gran plaza (Grand pacen aurkituko gara) fue el t¨ªtulo que el extra?ado -nunca mejor dicho- de 1977 puso a su segunda novela para dejar constancia de su descubrimiento. Para entonces le hab¨ªan elegido secretario general de E E y ya se hablaba con Ros¨®n. Fue a Madrid y, en una operaci¨®n muy propia de mercedario redentor de cautivos, plante¨® al ministro la siguiente ecuaci¨®n: "Mientras haya presos, habr¨¢ muertos; mientras haya muertos, seguir¨¢ habiendo presos". Y propuso una soluci¨®n: que los que dejen de matar puedan volver a casa. Volvieron 30 presos y 70 exiliados.
No todos est¨¢n de acuerdo, pero, seg¨²n el escritor S¨¢nchez Ferlosio, Onaind¨ªa es hoy "el ¨²nico pol¨ªtico en activo capaz de introducir de verdad una dimensi¨®n ¨¦tica en esa profesi¨®n". Juicio que, por lo dem¨¢s, podr¨ªa confirmar las sospechas de quienes consideran prueba m¨¢xima de su doble culpabilidad el hecho de caer bien a los intelectuales de Madrid. Pero seg¨²n una encuesta reciente es el segundo pol¨ªtico m¨¢s popular de Euskadi, luego tambi¨¦n aqu¨ª cae bien. Seguramente, porque es el ¨²nico secretario general que no lo parece.
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