Elecciones bajo la violencia
HOY SE celebran elecciones auton¨®micas en el Pa¨ªs Vasco, en un ambiente de crispada tensi¨®n. Los asesinatos del n¨²mero uno en las listas del PSOE por Guip¨²zcoa el jueves y de un n¨²embro de ETA Militar ayer misino han puesto fin en el tiempo a una campa?a electoral repleta de insultos y agresiones verbales entre los l¨ªderes. La espiral de violencia en la que el proceso pol¨ªtico de Euskadi parece hallarse irremediablemente inmerso deber¨ªa haber servido, no obstante, para que dichos l¨ªderes hubieran buscado la manera de no aumentar las divisiones y las afrentas mutuas durante la campa?a.En la din¨¢mica desatada por el terrorismo etarra a nadie puede sorprender esta acumulaci¨®n de sangre y catastrofismo en tomo a los comicios vascos. El cansancio del Estado y la sociedad ante la realidad de Euskadi resulta parejo y similar a las reacciones de visceralidad de lo que cada d¨ªa que pasa adquiere m¨¢s visos de un enfrentamiento civil cimentado sobre agravios muchas veces imaginados o cuando menos interesadamente manipulados.
El PSOE hered¨® hace a?o y medio el poder a trav¨¦s de las urnas en un momento en el que se supon¨ªa posible alg¨²n tipo de pacto pol¨ªtico y social entre lo que podr¨ªamos llamar formaciones disidentes de Euskadi y el Gobierno de Madrid, que, aun no aislando al terrorismo, permitiera reducir el apoyo social que ¨¦ste tuviera y constre?irlo a los estrechos m¨¢rgenes de una banda armada. Pero la pol¨ªtica ilusoria o ingenua llevada a cabo por el Gobierno de Madrid, en un mundo lleno de matices como es el de las autonom¨ªas, y el aprovechamiento de la realidad conflictiva de Euskadi por el Partido Nacionalista Vasco (PNV) para consolidarse como partido del poder han generado un abismo peligroso entre ambas formaciones. En estas circunstancias, la aparici¨®n de lo que bien puede llamarse terrorismo antiterrorista, los GAL, supon¨ªa un dato de primera magnitud e importancia en el panorama de lo que nada eufem¨ªsticamente se llama en muchos c¨ªrculos la guerra del Norte.
Es absurdo ocultarse al reconocimiento de que las acciones de los GAL han merecido condenas m¨¢s bien fr¨ªas por parte del Gobierno, que, a su vez, ha sido m¨¢s o menos veladamente acusado de incurrir en alg¨²n tipo de responsabilidad en esta historia por parte del PNV. Podr¨ªa decirse que ¨¦ste ha devuelto al PSOE las acusaciones que de ¨¦l se vert¨ªan de ambignedad respecto a ETA y de cierta paternidad ideol¨®gica de sus acciones. Pero, a su vez, el terrorismo de los GAL generaba, y genera, cierta satisfacci¨®n popular entre sectores de la ciudadan¨ªa espa?ola bastante hartos de la aparente impunidad con que operan los etarras. Los ¨¦xitos diplom¨¢ticos obtenidos con Francia a ra¨ªz de, o coincidiendo con, las primeras acciones de los GAL aumentaron este sentimiento de satisfacci¨®n. Para decirlo con palabras de un l¨ªder pol¨ªtico: la creaci¨®n de inseguridad entre los refugiados vascos en el sur de Francia, la sensaci¨®n de que los terroristas se sintieran tan en peligro como sus v¨ªctimas, resultaba un principio v¨¢lido en la lucha del aparato del Estado contra el bandidaje pol¨ªtico.
Apenas dos meses m¨¢s tarde de que los GAL comenzaran a operar resulta irritante la constataci¨®n: el terrorismo antietarra, la llamada guerra sucia contra la sucia guerra de ETA, s¨®lo puede hacer aumentar la espiral de violencia y la radicalizaci¨®n pol¨ªtica en Euskadi, cegando cada vez m¨¢s una salida racional y pol¨ªtica al conflicto y da?ando seriamente la fibra moral y legal de la democracia espa?ola.
Las elecciones de hoy pueden arrojar alguna luz sobre si nos equivocamos o no en esta aseveraci¨®n. Pero, independientemente de sus resultados, es preciso decir que hoy el Pa¨ªs Vasco vota en preocupantes condiciones de anormalidad y en medio de un creciente proceso de radicalizaci¨®n. Quienes hayan visto con satisfacci¨®n las acciones de los GAL est¨¢n quiz¨¢ ahora psicol¨®gicamente mejor preparados para entender o asumir el apoyo que HB ha prestado al terrorismo etarra. Y quienes se sintieran ambiguos y fr¨ªos a la hora de condenar a ETA no podr¨¢n quejarse de la ambig¨¹edad o frialdad que los GAL suscitan en otros sectores. La discusi¨®n sobre qui¨¦n empez¨® a disparar primero es, a los efectos que se?alamos, m¨¢s preocupante si cabe. No hay mayor perd¨®n, ni jur¨ªdico ni moral, para el que roba a un ladr¨®n o mata a un asesino, tom¨¢ndose la justicia por su mano, en un Estado de Derecho. Y nada m¨¢s triste que el conocimiento de que se extiende un tipo de apoyo social a la violencia terrorista de todo signo ideol¨®gico y un abandono de la fe en las posibilidades del Estado de hacer frente a la delincuencia de todo tipo.
Como dec¨ªamos hace dos d¨ªas, con ocasi¨®n del infame asesinato de Enrique Casas, la eventual, lenta y dif¨ªcil soluci¨®n al problema de Euskadi s¨®lo puede pasar por el camino de un entendimiento entre el PNV y el PSOE. Ni las declaraciones ni los hechos han mostrado una voluntad de este g¨¦nero por ninguno de ambos partidos. Es preciso por ello exigirles una reflexi¨®n. Hoy m¨¢s que nunca es necesario el an¨¢lisis de la realidad por encima del tributo a los sentimientos. Y en este sentido, los dirigentes de los partidos que hoy recojan las preferencias mayoritarias de los electores vascos deben meditar la propuesta de Euskadiko Ezkerra de constituir, independientemente de los resultados electorales, una nueva mesa de di¨¢logo en la que est¨¦n representadas todas aquellas fuerzas pol¨ªticas interesadas en encontrar una f¨®rmula de paz duradera.
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