La investigaci¨®n del c¨¢ncer, un rompecabezas de piezas sin clave
Cada d¨ªa se sabe m¨¢s sobre la enfermedad. Pero su curaci¨®n parece a¨²n lejana
En menos de un a?o, la Prensa de todo el mundo se ha hecho eco de dos descubrimientos cient¨ªficos fundamentales para comprender la naturaleza de una enfermedad que sigue siendo para el ciudadano de a pie el peor misterio y la peor maldici¨®n: el c¨¢ncer. En ambos casos, los hallazgos han sido posibles gracias a los trabajos del Imperial C¨¢ncer Research Fund, de Londres, que est¨¢ considerado actualmente como el centro de investigaci¨®n sobre el c¨¢ncer m¨¢s importante de Europa occidental y uno de los m¨¢s importantes del mundo.
En una tranquila plaza del centro de Londres, decenas de cient¨ªficos de todos los rincones de la Tierra avanzan en el conocimiento de los procesos b¨¢sicos del c¨¢ncer. T¨ªpicamente ingl¨¦s, el Imperial Fund se mantiene sin ayudas estatales, gracias a las donaciones particulares (en su mayor¨ªa de personas que mueren de c¨¢ncer) y sus prudentes inversiones. El edificio es grande y est¨¢ dividido en apretados laboratorios. Dos de ellos, el laboratorio sobre qu¨ªmica de las prote¨ªnas, que dirige el doctor Mike Waterfield, y el laboratorio sobre regulaci¨®n del crecimiento, que dirige el doctor Enrique Rozengurt, han sido fundamentales para introducir algo de luz -todav¨ªa insuficiente, pero prometedora- en el conocimiento del c¨¢ncer. El doctor Rozengurt, argentino nacionalizado brit¨¢nico que trabaj¨® en Buenos Aires con el Premio Nobel Leloir, es, pese a su juventud (tiene 41 a?os), uno de los mejores especialistas del mundo en el proceso de crecimiento de las c¨¦lulas cancerosas, el camino que puede dar dentro de unos a?os la clave m¨¢s importante en la lucha contra la enfermedad.Todo empez¨® hace algunos a?os, cuando se comprendi¨® que una c¨¦lula normal y una cancerosa no eran fundamentalmente distintas. Lo ¨²nico que sucede es que una crece s¨®lo bajo determinadas condiciones y la otra lo hace de forma desordenada.
El siguiente paso, que tiene menos de 10 a?os de vida, fue observar que en el laboratorio una c¨¦lula normal necesita una alta concentraci¨®n de suero para reproducirse, mientras que la cancerosa requiere muy poco y, en algunos casos, ninguno. Los investigadores se lanzaron a averiguar qu¨¦ hab¨ªa en el suero que hac¨ªa crecer a las c¨¦lulas normales y a establecer una relaci¨®n con el crecimiento del c¨¢ncer. Se descubri¨® entonces que el suero provee a las c¨¦lulas normales de unas sustancias parecidas a las hormonas, que se llamaron factores de crecimiento. Cada c¨¦lula posee una cerradura (receptor, en lenguaje cient¨ªfico) en la que se encajan estos factores como si fueran llaves, desencadenando la reproducci¨®n.
En una placa de laboratorio, las c¨¦lulas normales se reproducen s¨®lo cuando se les suministra esos factores puros. En el caso de las tumorales se puede prescindir tranquilamente de ellos. ?Por qu¨¦?
El laboratorio del Imperial Cancer pens¨® que la raz¨®n m¨¢s obvia pod¨ªa ser que la c¨¦lula cancerosa elabora sus propios factores de crecimiento. No necesita para multiplicarse que se le agreguen porque ya los posee. ?sta fue la l¨ªnea de investigaci¨®n elegida por Rozengurt y por Waterfield, y sus teor¨ªas fueron confirmadas hace escasamente un mes.
El Imperial Fund fue el primero en sugerir que uno de los factores de crecimiento elaborado por ciertas c¨¦lulas cancerosas es muy pa recido a uno de los factores de crecimiento que se encuentra en el suero normal. En concreto, era muy parecido a un factor que est¨¢ en las plaquetas y que se libera s¨®lo cuando existe una herida o hemorragia. Gracias a ¨¦l, las plaquetas se reproducen y facilitan la cicatrizaci¨®n local. El primer paso para comprender la caracter¨ªstica fundamental del c¨¢ncer estaba dado: la c¨¦lula tumoral tiene en s¨ª mismo algo que la hace crecer.
Varios grupos de cient¨ªficos en todo el mundo se concentraron entonces en aislar ese factor de crecimiento de las plaquetas -parecido al que hay en la c¨¦lula cancerosa- y en determinar cu¨¢l era su estructura qu¨ªmica, es decir, averiguar en qu¨¦ orden se vinculan los amino¨¢cidos de la prote¨ªna. Casi de forma simult¨¢nea, cient¨ªficos de Londres y de Estados Unidos lograron conocer la secuencia y llegar a otra conclusi¨®n importante: la forma en la que se engarzan los amino¨¢cidos del factor de crecimiento de las plaquetas (perfectamente normal e inocuo para la salud) es igual a la forma en la que se engarzan los am¨ªno¨¢cidos de un gen que existe en un virus conocido. Ese virus produce c¨¢ncer cuando infecta c¨¦lulas de ciertos primates. Ahora s¨ª, desde hace un mes, s¨®lo un mes, ha quedado completamente demostrada la teor¨ªa de que la c¨¦lula cancerosa se reproduce aut¨¢nomamente, sin necesidad de factores exteriores.
Los cient¨ªficos se pregunta ahora por otro paso: ?La c¨¦lula cancerosa produce el factor, la llave que entra en su cerradura de crecimiento y activa el proceso?, ?o simplemente no necesita llave y la cerradura est¨¢ siempre abierta? Hace escasamente una semana se encontraron evidencias de que la ¨²ltima hip¨®tesis es cierta.
C¨¦lulas aut¨®nomas
La investigaci¨®n se centra ahora, en el Reino Unido como en Estados Unidos, en este punto: saber qu¨¦ pasa detr¨¢s de la cerradura, cu¨¢les son las reacciones qu¨ªmicas que se producen en la c¨¦lula cancerosa, c¨®mo se desencadena el proceso de crecimiento. ?sta ser¨¢, seg¨²n los expertos, la principal ¨¢rea de investigaci¨®n en los pr¨®ximos cinco a?os?
?Para qu¨¦ vale todo esto?, ?c¨®mo puede servir un d¨ªa para curar el c¨¢ncer? Obviamente, los pasos dados hasta el momento, los descubrimientos realizados en los ¨²ltimos meses, no van a evitar que miles de personas mueran en los pr¨®ximos a?os v¨ªctimas de esta enfermedad. Pero el camino que abren es el ¨²nico, por el momento, que permite tener esperanzas. El
c¨¢ncer no es una enfermedad, sino muchas distintas y al mismo tiempo. La mejor estrategia es averiguar qu¨¦ tienen todas en com¨²n. Mejor a¨²n, ya se sabe qu¨¦ tienen en com¨²n: crecen aut¨®nomamente porque poseen en ellas mismas los factores de crecimiento. Al menos en un caso espec¨ªfico sabemos que ese factor propio se parece mucho a uno que ya conocemos bien. Seguramente pronto -todo lo pronto de que se puede hablar en investigaci¨®n cient¨ªfica- se podr¨¢ averiguar c¨®mo act¨²a en el interior de la propia c¨¦lula cancerosa. Y el d¨ªa en el que se sepa este proceso quedar¨¢ abierto el camino para fabricar una droga que impida el crecimiento: el c¨¢ncer habr¨¢ sido vencido.El ciudadano sin preparaci¨®n cient¨ªfica especial puede preguntarse: si el c¨¢ncer est¨¢ provocado por un extra?o factor de crecimiento en una c¨¦lula, ?qu¨¦ tienen que ver el tabaco, el medio ambiente o la herencia?, ?por qu¨¦ acribillamos a consejos, aterrorizarnos y responsabilizarnos a nosotros mismos? Porque todo tiene que ver, todo juega su papel en el proceso.
La hip¨®tesis m¨¢s extendida entre los investigadores del c¨¢ncer es la siguiente: posiblemente muchas personas poseen lo que se llama una c¨¦lula iniciada, una c¨¦lula en la que, por multitud de diferentes motivos (virus, mutaci¨®n gen¨¦tica, herencia, rearreglo de cromosomas), se ha producido el salto. Los cient¨ªficos especulan con la idea de que esa c¨¦lula est¨¢ produciendo ya el factor de crecimiento, pero que lo hace en poca concentraci¨®n. No es capaz de desarrollar todo el proceso porque la concentraci¨®n local del factor no es suficiente para generar una masa de c¨¦lulas iniciadas que se act¨²an entre s¨ª. Es una simple c¨¦lula que ha sufrido da?o en su DNA, pero no hay c¨¢ncer. ?Por qu¨¦ entonces, en algunos casos y en algunas personas, el proceso se desencadena y se produce lo que se llama la promoci¨®n? Precisamente ah¨ª es donde interviene, probablemente, todo lo que nos rodea.
La promoci¨®n de una 'c¨¦lula iniciada'
El factor hereditario se detecta sobre todo en c¨¢nceres de tipo muy raro, como el c¨¢ncer de retina. En los m¨¢s comunes, los cient¨ªficos creen que el paso de la c¨¦lula iniciada a la promoci¨®n se debe a que encuentra un medio favorable para ello. El tabaco ser¨ªa un caso cl¨¢sico en su relaci¨®n con el c¨¢ncer de pulm¨®n. Una persona que fuma tiene 20 veces m¨¢s probabilidades de padecerlo que una que no fuma. Posiblemente, las dos poseen una c¨¦lula iniciada, pero en el caso del fumador el tabaco ha permitido pasar a la fase de promoci¨®n. Este es un paso importante, el que har¨¢ que una persona est¨¦ enferma o no. Por eso, cient¨ªficos y m¨¦dicos de todo el mundo intentan descubrir que aspectos de nuestra vida son los que permiten a la c¨¦lula iniciada terminar creando una masa. La iniciaci¨®n es dif¨ªcil de prevenir, ocurre de una sola vez y es irreversible. La promoci¨®n, sin embargo, es un proceso mucho m¨¢s lento que, al menos en su per¨ªodo inicial, puede ser reversible. Y no hay c¨¢ncer sin promoci¨®n.
?sta es, pues, otra l¨ªnea de investigaci¨®n. La primera intenta averiguar qu¨¦ elementos tiene la c¨¦lula cancerosa en ella misma para reproducirse. Es la investigaci¨®n b¨¢sica. La segunda estudia qu¨¦ factores externos pueden intervenir para ayudar a la promoci¨®n de esta c¨¦lula, es decir, cu¨¢les son los promotores del tumor.
Otro equipo del propio Imperial Cancer Research Fund ha hecho una estimaci¨®n de promotores: los m¨¢s importantes son el tabaco y la dieta, pero tambi¨¦n se mencionan el alcohol, aditivos qu¨ªmicos, medicinas, poluci¨®n, rayos ultravioletas, radiaciones, productos industriales, infecci¨®n, conducta sexual y reproductiva... No quiere decirse que controlando todos estos elementos se est¨¦ seguro de que no habr¨¢ c¨¢ncer. En algunos casos no se sospecha, siquiera cu¨¢l ha podido ser el promotor, pero parece cierto (los cient¨ªficos no lo dudan en absoluto) que el cigarrillo es un verdadero criminal y que determinadas dietas, en las que faltan cereales y vegetales, aumentan la incidencia. Es en este campo donde los Gobiernos tienen una enorme responsabilidad: la desaparici¨®n de algunos de estos promotores disminuir¨ªa la incidencia social del c¨¢ncer. No lo har¨ªa desaparecer, pero reducir¨ªa el n¨²mero de casos.
Los m¨¢s reacios a aceptar la importancia de su propio comportamiento alegan que los dinosaurio tambi¨¦n padecieron c¨¢ncer. ?Qu¨¦ tiene que ver su medio ambiente con el nuestro? Probablemente, afirman los cient¨ªficos, la elaboraci¨®n de los jugos biliares no era tan distinta. Es cierto que el c¨¢ncer siempre ha existido y si hoy parece que su incidencia es mayor se debe quiz¨¢ al simple hecho de que la probabilidad de adquirir c¨¢ncer aumenta con los a?os vividos y que las personas viven hoy m¨¢s tiempo que hace dos siglos. Sin embargo, resulta estad¨ªsticamente evidente que hay determinados tipos de c¨¢ncer que se dan m¨¢s en unas zonas del mundo que en otras. En Mozambique hay una incidencia mayor de c¨¢ncer de h¨ªgado que en el Reino Unido, mientras que es m¨¢s probable que una persona padezca c¨¢ncer de pulm¨®n si es de Europa occidental que si procede de Nigeria.
Precisamente porque intervienen tantos elementos diferentes es por lo que erradicar el c¨¢ncer es mucho m¨¢s dif¨ªcil que colocar al hombre en la Luna o que conquistar el espacio. Una c¨¦lula puede comenzar a producir su propio factor de crecimiento por multitud de causas, muchas de ellas todav¨ªa desconocidas. Esta misma c¨¦lula puede promocionarse gracias a un factor externo, o m¨¢s probablemente a la suma de dos o m¨¢s de ellos, de los que en muchos casos no hay evidencia.
S¨®lo la investigaci¨®n b¨¢sica, como la que se lleva a cabo en el Imperial Cancer Research Found, puede encontrar la clave, el comod¨ªn que permita encajar las piezas y atacar directamente el n¨²cleo del problema. Del trabajo de estos cient¨ªficos, y del de sus colegas de Estados Unidos o de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, depender¨¢, muy probablemente, el fin de la pesadilla.
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