Las segundas elecciones auton¨®micas confirman la abrumadora mayor¨ªa del bloque nacionalista, pese al ascenso del PSOE
Los resultados de las elecciones auton¨®micas del domingo confirman la singularidad del mapa pol¨ªtico vasco, que se diferencia del sistema de partidos existente en el conjunto de Espa?a por la presencia casi hegem¨®nica de una fuerza nacionalista de centro. Dichos resultados confirman tambi¨¦n las tendencias principales que configuran la siguiente estructura pol¨ªtica interna del Pa¨ªs Vasco: reforzamiento del nacionalismo moderado, favorecido por la desaparici¨®n de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD); ascenso importante del socialismo; ligera ventaja del bloque de centro-derecha frente al bloque de izquierda, y abrumadora mayor¨ªa de los partidos nacionalistas sobre los de ¨¢mbito estatal.
El Partido Nacionalista Vasco (PNV) ha oscilado a lo largo de las sucesivas elecciones de la transici¨®n entre el 30% y el 40% de los sufragios v¨¢lidos, o entre el 18% y el 28% del censo. Experiment¨® un ligero descenso en las legislativas de 1979, en las que obtuvo 275.000 votos, pero desde entonces no ha dejado de subir en n¨²mero absoluto de votos, hasta alcanzar los 450.000 cosechados el domingo.Este ascenso continuado en un partido que no s¨®lo ha gobernado en solitario en la comunidad aut¨®noma, sino que tambi¨¦n controla las tres diputaciones y la mayor¨ªa de los ayuntamientos, es ya una singularidad notable, s¨®lo explicable, probablemente, por la habilidad del PNV para beneficiarse a la vez de las ventajas propias de un partido en el Gobierno y del cr¨¦dito potencial inherente a quien, situado en la oposici¨®n, no sufre el desgaste del poder. El talento nacionalista para desviar contra Madrid (transferencias, LOAPA, leyes recurridas) todos los descontentos est¨¢ seguramente detr¨¢s de tal singularidad.
A su vez, ese reforzamiento del nacionalismo moderado se ha visto favorecido por la desaparici¨®n de la opci¨®n de centro que signific¨® UCD en el inicio de la transici¨®n. De los 205.000 votos que sumaron AP y UCD en 1979, Coalici¨®n Popular (CP) s¨®lo salva 100.000 votos. En el mismo per¨ªodo, el PNV aument¨® su apoyo en 175.000 votos, lo que parece indicar que dicho partido se erige en referencia principal para el electorado moderado (es decir, moderado tanto en la relaci¨®n izquierda / derecha como en la relaci¨®n nacionalismo / centralismo).
As¨ª, la relaci¨®n global actual es ligeramente favorable al bloque de centro-derecha (PNV-CP), que recoge el 34,8% del censo, frente al 32,6% de las opciones de izquierda (PSE, HB, EE, PCE). En 1977, ambos bloques recog¨ªan pr¨¢cticamente el mismo n¨²mero de votos. En la relaci¨®n nacionalista / no nacionalista, el balance es netamente favorable para los primeros, que agrupan actualmente al 44,5% del censo, frente al 23% de los no nacionalistas. En 1977, la relaci¨®n era muy diferente: 30% nacionalista, 45% no nacionalista.
La tendencia que reflejan estas cifras, y que sit¨²an al PNV` como fuerza hegem¨®nica tanto centro del bloque centro-derecha como del bloque nacionalista, parece favorecer las tesis de quienes, dentro del PNV, prefirir¨ªan mantener la f¨®rmula monocolor, pactando cada tema por separado con una u otra fuerza, antes de llegar a un Gobierno de coalici¨®n.
"A veces m¨¢s vale ir solos que mal acompa?ados", dijo Arzallus, de madrugada, cuando se le pregunt¨® por la cuesti¨®n. En ausencia de Herri Batasuna, el PNV podr¨ªa quiz¨¢ intentar una tenaza contra la principal fuerza de oposici¨®n, el PSE-PSOE, llegando a acuerdos con Euskadiko Ezkerra (EE) en todo lo relativo al desarrollo auton¨®mico, y con Coalici¨®n Popular en los temas sociolaborales, de ense?anza, etc¨¦tera.
El PSE-PSOE ha sido el partido que ha tenido una m¨¢s amplia oscilaci¨®n a lo largo de la transici¨®n, circulando entre un m¨ªnimo del 14% en 1980 y un m¨¢ximo del 29% en 1982. Su posici¨®n actual, con un 23% de los sufragios, se acerca al nivel de partida, en 1977, cuando recogi¨® el 26% de los votos. Si se confirmase una operaci¨®n en tenaza del PNV tendente a aislar a los socialistas -para la que, por otra parte, ser¨ªa imprescindible la complicidad t¨¢cita de EE y AP-, el nacionalismo moderado podr¨ªa seguir benefici¨¢ndose de su doble posici¨®n hegem¨¢nica -en el nacionalismo y en el centro-derecha-, pero arriesgar¨ªa arruinar cualquier posibilidad de entendimiento a corto plazo con el poder central.
Plazo de reflexi¨®n
M¨¢s all¨¢ de la aritm¨¦tica parlamentaria, una operaci¨®n de ese tipo contribuir¨ªa a enquistar los problemas pendientes de soluci¨®n (violencia, reconversi¨®n, desarrollo auton¨®mico), prolongando indefinidamente la actual situaci¨®n. De ah¨ª seguramente el "plazo de reflexi¨®n" que pidi¨® Garaikoetxea en la madrugada del domingo. El lendakari, que durante toda la campa?a ha dado la impresi¨®n de ser el candidato menos crispado, era probablemente consciente de que lo que ahora est¨¢ en cuesti¨®n no es ¨²nicamente c¨®mo resolver el problema t¨¦cnico de c¨®mo seguir gobernando una vez perdida la mayor¨ªa absoluta, sino qu¨¦ nuevas iniciativas cabe tomar para dar salida a esos viejos problemas que tienden a enquistarse.Antes que nada, el de la violencia. El retroceso experimentado por HB respecto a las elecciones de 1982 no puede ocultar que m¨¢s de 150.000 ciudadanos vascos siguen otorgando su apoyo a la opci¨®n recomendada por ETA Militar. Es decir, que si, por una parte, el abertzalismo s¨®lo es apoyado por uno de cada 10 ciudadanos, ese 10% de la poblaci¨®n no tiene visos de irse reduciendo de manera natural, sino, por el contrario, de consolidarse, contribuyendo as¨ª a mantener la inestabilidad general del sistema de partidos configurado en tomo a la aceptaci¨®n del marco estatutario.
Si a ello se a?ade que en el pr¨®ximo per¨ªodo Garaikoetxea deber¨¢ hacer frente al reto de la reconversi¨®n industrial, con sus consecuencias sociales y pol¨ªticas de todo tipo, as¨ª como a las previsibles dificultades resultantes de la aplicaci¨®n de la ley de Territorios Hist¨®ricos, que no s¨®lo divide a la poblaci¨®n vasca en su conjunto, sino al mismo PNV, las dudas del lendakari parecen m¨¢s que razonables.
Por ello, una f¨®rmula consistente en evitar la formaci¨®n de coaliciones estables de gobierno pero propiciar la entrada en el Gabinete de personas independientes bien vistas por la oposici¨®n no ser¨ªa, quiz¨¢, en el sentido se?alado, totalmente descartable.
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