El asesinato de Enrique Casas

Soy un convencido de la necesidad y de la eficacia de la cr¨ªtica -y de la autocr¨ªtica- en la Prensa, como en todas las manifestaciones de la vida pol¨ªtica, econ¨®mica, social, cultural, etc¨¦tera. Pero cuando se ejerce desde un medio de comunicaci¨®n como EL PAIS, por lo que este peri¨®dico representa en la Espa?a de hoy, resulta m¨¢s obligado tener presente en cada momento las circunstancias y las propias responsabilidades.Viene esto a cuento del editorial del 24 de febrero titulado Muerte de un candidato, cuya lectura me ha producido indignada tristeza -que he comprobado compart¨ªan otros muchos lectores-, sobre todo los p¨¢rrafos con los que descalifican total y violentamente la pol¨ªtica socialista respecto a las autonom¨ªas.

Utiliza el editorialista, comentando el asesinato (el autor lo titula muerte: ?le traiciona o le retrata el subconsciente?) de mi compa?ero Enrique Casas, senador y candidato socialista por la aterrorizada provincia de Guip¨²zcoa; utiliza, digo, argumentos y calificativos que habr¨¢n hecho las delicias de Herri Batasuna, de sus c¨®mplices etarras y de sus compinches declarados o encubiertos, pues son los que ellos emplean para encubrir sus alevosos asesinatos y dem¨¢s ignominias cotidianas.

Cuando tanto se necesita y urge el esfuerzo solidario y leal de todos para sacar a Espa?a de los ingentes problemas que nos acosan cotidianamente, que EL PAIS pierda as¨ª el sentido de la responsabilidad, haci¨¦ndose c¨®mplice inconsciente de la vesania terrorista, resulta desolador para todo ciudadano consciente y afanoso. De cooperar con quienes asumen las m¨¢ximas responsabilidades del Estado a asegurar la paz y la convivencia ciudadana en el,Pa¨ªs Vasco y en toda Espa?a, que condicionan en gran medida la soluci¨®n racional de los dem¨¢s problemas. /