'Lluvia acida', la amenaza que viene del cielo
La contaminaci¨®n de la atm¨®sfera, cada vez m¨¢s acusada, produce efectos devastadores sobre bosques y lagos
Todos los pueblos del mundo han conocido a lo largo de su historia las dos caras de la lluvia: como d¨¢diva del cielo, la lluvia trae la vida; pero su ausencia o su exceso pueden acarrear tambi¨¦n la ruina y la muerte. La lluvia siempre ha sido el s¨ªmbolo m¨¢s com¨²n del favor divino. Pero en tiempos de No¨¦ se convirti¨® en el instrumento de la ira de Dios.Hoy d¨ªa, muchos cient¨ªficos est¨¢n preocupados por una nueva maldici¨®n que cae sobre la tierra en forma de lluvia. Esta vez ha sido creada por el hombre mismo, y amenaza con traer destrucci¨®n sobre gran parte del planeta. La llaman lluvia ¨¢cida.
Sus efectos ya son visibles en cierta medida. Hay lagos que no tienen un solo pez, aunque hace a?os estaban repletos, y, no hay manera de repoblarlos. Los huevos de varias especies de aves y anfibios frecuentemente carecen por completo de cascar¨®n o lo tienen excesivamente delgado. Muchas cr¨ªas nacen deformes. Edificios que pertenecen al patrimonio cultural de la humanidad, desde las cari¨¢tides de la Acr¨®polis hasta los templos de Karnak, en Egipto, se est¨¢n deteriorando por la corrosi¨®n. Los metales pesados lixiviados por el agua, provocan problemas de salud. La agricultura y los bosques pueden estar ya afectados.
Razones para preocuparse
Aun los investigadores m¨¢s convencidos reconocen que todav¨ªa hay m¨¢s preguntas que respuestas. Otros est¨¢n en total desacuerdo en cuanto a la gravedad del problema o sus causas. Lo que s¨ª parece evidente es que no hay tiempo para responder a todos los interrogantes antes de tomar medidas para frenar este proceso. Cada vez es mayor el n¨²mero de especialistas que reconocen que hay razones m¨¢s que suficientes para, preocuparse.
Un informe enviado en 198 1 . por el Departamento de Estado al presidente norteamericano habla de la lluvia ¨¢cida como uno de los tres cambios atmosf¨¦ricos a largo plazo m¨¢s importantes actualmente (los otros dos son el aumento de di¨®xido de carbono y la destrucci¨®n de la capa de ozono de la estratosfera). El informe prev¨¦ serias consecuencias biol¨®gicas, sociales, pol¨ªticas y econ¨®micas, incluyendo una posible disminuci¨®n de la producci¨®n de alimentos dentro de los pr¨®ximos 20 a?os.
En realidad, toda la lluvia es ¨¢cida en cierta medida, y esa acidez es ben¨¦fica para el suelo. Pero se considera lluvia ¨¢cida, y por tanto peligrosa, toda aquella cuyo grado de acidez (pH) sea inferior al de la lluvia normal, 5,6.
La falta de informaci¨®n definitiva no es sorprendente, si se toma en cuenta que las principales investigaciones son muy recientes. El fen¨®meno surge cuando, con el comienzo de la revoluci¨®n industrial, aumenta el consumo de combustibles f¨®siles. Esto provoca una s¨²bita liberaci¨®n a la atm¨®sfera de grandes cantidades de azufre y nitr¨®geno, los principales precursores qu¨ªmicos de la lluvia ¨¢cida.
El t¨¦rmino lluvia ¨¢cida, utilizado universalmente hoy d¨ªa para describir un fen¨®meno que puede tomar tambi¨¦n la forma de nieve, granizo o aun polvo, fue usado por primera vez por el qu¨ªmico Robert Angus Smith en 1872, El brit¨¢nico Smith estudi¨® la relaci¨®n entre el aumento de la acidez en las precipitaciones de Manchester (Reino Unido) y la contaminaci¨®n que padec¨ªa esa ciudad como consecuencia de su industria.
El estudio de Smith qued¨® pr¨¢cticamente olvidado durante muchos a?os. Pero durante el per¨ªodo posterior a la segunda guerra mundial, la vigorosa expansi¨®n industrial trajo consigo una nueva con ciencia del problema de la contaminaci¨®n ambiental. En 1967, un especialista en suelos, el sueco Svante Od¨¦n, descubri¨® un importante aumento en la acidez de las lluvias de ciertas zonas. Fue ¨¦l quien dio a conocer al mundo el t¨¦rmino de Smith, al describir la lluvia ¨¢cida como "la guerra qu¨ªmica del hombre contra la naturaleza".
De forma ir¨®nica, una medida destinada a reducir la contaminaci¨®n hizo que el problema se agravara y se extendiera hasta convertirse en un hecho mundial. Durante mucho tiempo, la contaminaci¨®n s¨¦ hab¨ªa considerado como algo que afectaba a los n¨²cleos urbanos pr¨®ximos a las zonas industriales. La soluci¨®n parec¨ªa evidente: no s¨®lo reducir la emisi¨®n de contaminantes, sino alejarlos lo m¨¢s posible de las ciudades. Siguiendo esta l¨®gica, Ia Agencia Norteamericana de Protecci¨®n Ambiental hizo obligatorio en 1970 el aumento de la altura de las chimeneas industriales. Esto provoc¨® que las sustancias emitidas fueran lanzadas a grandes alturas, para ser transportadas por el viento a lugares lejanos. Probablemente fue esto, m¨¢s que ninguna otra cosa, lo que convirti¨® la contaminaci¨®n en un problema sin fronteras, de alcance mundial.
Azufre y nitr¨®geno
Los dos agentes qu¨ªmicos que est¨¢n en la ra¨ªz de la lluvia ¨¢cida son el anh¨ªdrido sulfuroso y los ¨®xidos de nitr¨®geno, ambos emitidos por las plantas generadoras de electricidad a base de carb¨®n, las calderas industriales y los hornos de fundici¨®n. Los autom¨®viles tambi¨¦n producen ¨®xidos de nitr¨®geno, al igual que los fertilizantes qu¨ªmicos.
Se desconoce a¨²n el proceso exacto por el que estas sustancias reaccionan con el sol, la humedad de la atm¨®sfera y los oxidantes para formar finalmente esas soluciones diluidas de ¨¢cidos n¨ªtrico y sulf¨²rico que se conocen como lluvia ¨¢cida. Pero s¨ª se sabe que ¨¦sta puede caer a cientos o incluso miles de kil¨®metros de su lugar de origen, despu¨¦s de ser transportada durante d¨ªas enteros por los vientos dominantes.
Hay lugares especialmente sensibles a sus efectos, aunque a un plazo m¨¢s largo puede tambi¨¦n afectar a otras regiones. Las zonas monta?osas y boscosas -que, por lo mismo, tienen un alto ¨ªndice de precipitaciones y numerosos r¨ªos y lagos- asentadas sobre un suelo poco profundo y capas de roca glaciar y que se encuentren viento abajo de los cinturones industriales son especialmente susceptibles a la destrucci¨®n por la lluvia ¨¢cida. Los pa¨ªses escandinavos y grandes regiones de Canad¨¢ y Estados Unidos re¨²nen estas condiciones, lo que los convierte autom¨¢ticamente en v¨ªctimas de esta guerra qu¨ªmica. El hecho de que muchas veces sea distinto el pa¨ªs que produce la contaminaci¨®n del que la recibe ha provocado no pocas fricciones internacionales.
Aun en lugares tan dispares como la peque?a isla de Bermuda, en el Atl¨¢ntico, y la cima del volc¨¢n Mauna Loa, en Hawai, se han observado serios aumentos de acidez en las precipitaciones. Las zonas clasificadas como sensibles a la acidez son muy numerosas y aumentan constantemente, tanto en Europa como en Am¨¦rica.
Un alto porcentaje de los organismos, tanto. animales como vegetales, que viven en los r¨ªos y lagos es poco resistente a los aumentos de acidez. Pero adem¨¢s este proceso va acompa?ado por otras circunstancias que dificultan a¨²n m¨¢s la supervivencia. El agua acidificada que cae en tierra lixiva ciertos metales del suelo, tales como aluminio, calcio, potasio, mercurio y plomo. Al filtrarse el agua a trav¨¦s de las capas de roca puede llegar finalmente a un r¨ªo subterr¨¢neo que la llevar¨¢ a un lago o un r¨ªo, con su carga de metales t¨®xicos.
Muchos animales y plantas mueren por causa de estos metales. El aluminio se acumula en las agallas de los peces, que producen tal cantidad de mucosidad protectora, que terminan asfixi¨¢ndose. En otros animales el aluminio impide la deposici¨®n del calcio, causando a sus huevos graves deterioros.
Efectos sobre cultivos
La vida vegetal de los lagos tambi¨¦n se ve afectada. Las distintas especies de filoplancton disminuyen, al igual que los lirios acu¨¢ticos. A la vez hay un desproporcionado aumento de esf¨¢gneas y algas filamentosas. ?stas forman una densa mara?a, que llega a impedir la entrada de ox¨ªgeno y la descomposici¨®n de desechos org¨¢nicos.
En peque?as cantidades, los ¨®xidos de nitr¨®geno y azufre pueden tener efectos fertilizantes en los suelos. Sin embargo, son cada d¨ªa mayores los indicios de que la lluvia ¨¢cida trae repercusiones negativas a las tierras de cultivo y los bosques. El proceso es m¨¢s lento que en la vida acu¨¢tica, y por tanto, m¨¢s dif¨ªcil de observar. La p¨¦rdida de nutriciones indispensables para ¨¢rboles y plantas parece ser considerable, como pueden serlo la acumulaci¨®n de metales pesados y la disminuci¨®n de nitr¨®geno. Adem¨¢s, como consecuencia de la destrucci¨®n de ciertos microorganismos, la descomposici¨®n de desechos org¨¢nicos en los suelos es menor.
Un estudio efectuado en la Rep¨²blica Federal de Alemania hace poco tiempo ha demostrado que la lluvia ¨¢cida est¨¢ dando muerte a las ra¨ªces de los ¨¢rboles. Esto tiene preocupados a los pa¨ªses que poseen una industria maderera importante, como Alemania y Canad¨¢.
Mar¨ªa Dolores Crisp¨ªn es ge¨®grafa, y William McGrath, periodista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.