Cuesti¨®n de am¨ªgdalas
Garganta profunda.Gui¨®n, direcci¨®n y montaje: Jerry Gerard. Fotograf¨ªa: A. Koop. Int¨¦rpretes: Linda Lovelace, Hany Reems, Jean Luisi, Margit Muriel. Norteamericana, 1973. Er¨®tica.
Local de estreno: Pez, 10, Madrid.
Desde que se estrenara en 1973, esta aut¨¦ntica Garganta profunda sorprendi¨® a los amantes del g¨¦nero er¨®tico por la evidente capacidad de la protagonista del filme, Linda Lovelace, para succionar falos de considerable tama?o. La raz¨®n de tal virtuosismo nace, seg¨²n se cuenta en la historieta que ilustra las abundantes secuencias amorosas, por padecer la inagotable infeliz un desplazamiento de cl¨ªtoris que le ha nacido en la garganta: s¨®lo d¨¢ndole su oportuno juego puede la muchacha o¨ªr gloriosas campanas, ver fuegos de artificio y so?ar mil nuevas im¨¢genes po¨¦ticas al sentir su orgasmo.
Aunque el filme no contiene ning¨²n imprevisto, y llega muy tarde a Espa?a, el p¨²blico ha mostrado su inter¨¦s por la sorprendente habilidad de Linda Lovelace: el primer d¨ªa de su proyecci¨®n en las salas X, ha abarrotado las sesiones. La mayor parte de los asistentes son varones y de edades y condiciones m¨²ltiples por lo que no cabe una clasificaci¨®n f¨¢cil que circunscriba a s¨®lo un grupo de espectadores el inter¨¦s despertado por estos filmes.
Durante la proyecci¨®n, apenas se oye alg¨²n que otro nervioso suspiro o el movimiento de quien no se encuentra c¨®modo en la butaca: ni siquiera una risa en los momentos que el filme se pretende c¨®mico. Incluso son escasas las carcajadas ante los dos cortometrajes alemanes de dibujos animados, Los vampiros chupones y Puthalo Bill, que han sido doblados al castellano con abundancia de tacos y chistes de cama, y que prologan Garganta profunda para justificar su originalmente breve metraje. Contin¨²a existiendo, pues, cierto pudor entre los espectadores espa?oles, como tambi¨¦n se percib¨ªa con algunos t¨ªtulos de aquella vieja clasificaci¨®n S, anagrama que, como se recordar¨¢, advert¨ªa de la posibilidad de herir la sensibilidad del espectador.
A cada cual le hiere lo que quiere. Entre los espectadores de Garganta profunda nadie parec¨ªa especialmente herido. En todo caso, por el aburrimiento. La escasa imaginaci¨®n de los responsables del filme para colocar a la se?orita Lovelace en la posici¨®n marcada por el gui¨®n, no deja siquiera la esperanza de que algo nuevo pase por la pantalla, aun esperando pacientemente a que la actriz cumpla con su alargado cometido. Si a ello se a?aden las escasas posibilidades de vivir en carne propia sucesos tan estimulantes, la experiencia de Garganta profunda tendr¨¢ m¨¢s posibilidades de inquietar a los primerizos del g¨¦nero. El frecuente consumo de pel¨ªculas similares ayuda a conciliar el sue?o.
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