EI presidente de Sud¨¢n, impotente para detener la rebeli¨®n en el sur del pa¨ªs
La magnitud de los enfrentamientos que se han producido en los ¨²ltimos meses en la regi¨®n sur de Sud¨¢n atestigua la resurrecci¨®n de la guerra civil que azot¨® al pa¨ªs entre 1955 y 1972. Cuando la paz parec¨ªa firmemente asentada en Sud¨¢n, una serie de medidas incoherentes de su presidente, Gaafar el Numeiri, ponen al pa¨ªs de nuevo al borde del desastre.
Washington va a establecer en los pr¨®ximos d¨ªas un puente a¨¦reo para enviar a Sud¨¢n material militar y ayudar as¨ª al r¨¦gimen de Jartum a "rechazar los compl¨®s a los que hace frente", seg¨²n indic¨® ayer el vicepresidente, general Omar el Tayeb, de vuelta de una visita de Estados Unidos. El general Vernon Walters, embajador itinerante norteamericano y enviado especial del presidente Ronald Reagan, deb¨ªa, precisamente, encontrarse hoy con el presidente sudan¨¦s Gaafar el Numeiri, en la capital sudanesa. Las dos noticias dan idea de la gravedad de la situaci¨®n.El pasado 13 de febrero, 80 personas murieron al ser atacado por la guerrilla un convoy de embarcaciones que navegaba por el Nilo. Once d¨ªas antes, tres empleados extranjeros de la compa?¨ªa petrol¨ªfera Chevron mor¨ªan y otros siete eran heridos en un ataque contra la ciudad en la que residen los empleados en los campos petrol¨ªferos de Bentiu.
En noviembre pasado ya hab¨ªan muerto tres empleados norteamericanos de Chevron. Entre octubre y diciembre de 1983 murieron al menos 400 soldados gubernamentales y un n¨²mero superior de guerrilleros y civiles sure?os. Tan s¨®lo en una operaci¨®n llevada a cabo a finales de diciembre en MaIwal, en el sur de Sud¨¢n, murieron 480 guerrilleros, seg¨²n declaraciones del primer vicepresidente de Sud¨¢n y jefe de los servicios de seguridad Omar el Tayeb. En un a?o de enfrentamientos aislados entre guerrilleros y soldados regulares han podido morir varios miles de personas.
Para comprobar el grado de aislamiento del presidente, basta citar a algunas de las personalidades sure?as que han sido encarceladas en los ¨²ltimos meses: Joseph Oduho, l¨ªder hist¨®rico del nacionalismo sure?o; Justin Yac y Gama Hassan, los tres ex ministros del Gobierno regional del Sur; Dhol Achuil, vicepresidente en ejercicio del Gobierno regional; Matthew Ubor, presidente del Parlamento regional; Bona MaIwal, ex ministro de Cultura e Informaci¨®n del Gobierno central y uno de los m¨¢s sobresalientes pol¨ªticos que tiene el Sur en estos momentos; Daniel Deng, director ejecutivo del proyecto Jonglei, el mayor canal artificial del mundo; Clement Mboro, otro l¨ªder hist¨®rico, ex candidato a la presidencia regional, que se ha exiliado en Kenia, y Oliver Albino, secretario de Estado en el Gobierno central. De otro lado, incluso Joseph Lagu, "vicepresidente del pa¨ªs y antiguo jefe de la rebeli¨®n, se encuentra en paradero desconocido desde hace tres meses, apunt¨¢ndose en diversas fuentes que se ha pasado tambi¨¦n a la rebeli¨®n.
Numeiri, garante de la paz
Numeiri no se encuentra aislado con respecto a los sure?os solamente. El principal l¨ªder pol¨ªtico del pa¨ªs, el ex primer ministro Saadik A; Mahdi, bisnieto del legendario Mahdi, que derrot¨® al general Gordon a finales del siglo pasado, tambi¨¦n se encuentra en la c¨¢rcel desde hace meses. La reconciliaci¨®n nacional que emprendi¨® Numeiri en 1977 ha fracasado estrepitosamente.En mayo d e 1969, Gaafar el Numeri se alza con el poder, al frente de un grupo de oficiales nasseristas, y tres a?os despu¨¦s, el 3 de marzo de 1972, ¨¦l y Joseph Lagu firmaban en Addis Abeba un acuerdo de paz que satisfac¨ªa todas las exigencias sure?as y pon¨ªa fin a la guerra civil. Desde entonces, el mayor capital pol¨ªtico con que ha contado Numeiri en Sud¨¢n ha sido su calidad de pacificador, de garant¨ªa para el Sur. Sin embargo, en los ¨²ltimos 14 meses, Numeiri, y m¨¢s concretamente su mano derecha, Omar el Tayeb, ha desarrollado una pol¨ªtica surefla que todos consideran nefasta. Entre las m¨¢s graves afrentas que ha recibido el Sur se encuentra la redivisi¨®n de la regi¨®n, que supone la desaparici¨®n de la autoridad centralizada de la regi¨®n sur, violando, por tanto, el acuerdo de Addis-Abeba; la introducci¨®n de la Sharia o legislaci¨®n cor¨¢nica, lo que tambi¨¦n viola los acuerdos de 1972; los recortes al comercio del Sur con Kenia y Uganda, una nueva violaci¨®n; la construcci¨®n del canal de Jonglei, que beneficiar¨¢ principalmente a Egipto; el proyecto avanzado de integraci¨®n con Egipto, que despierta todo tipo de recelos en el Sur, y la no construcci¨®n de una refiner¨ªa en el Sur, sustituida por un oleoducto hasta Port Sud¨¢n.
Deserciones generalizadas
Todas estas medidas, y algunas otras, constituyen aut¨¦nticas provocaciones, crean un profundo malestar en el Sur y se convierten en justificaci¨®n de la actuaci¨®n de la guerrilla. Pero lo que verdaderamente ha causado el estallido de la rebeli¨®n ha sido otra violaci¨®n de los acuerdos de Addis-Abeba, que establec¨ªa que el Ej¨¦rcito sudan¨¦s en el Sur se compondr¨ªa de 6.000 norte?os y 6.000 sure?os. Pues bien, a principios del pasado a?o, Nimeiri empez¨® a ordenar el traslado de las guarniciones sure?as al Norte. Los soldados sure?os se negaron al traslado. Muchos se amotinaron y se echaron al monte.El primer incidente grave ocurri¨® en la guarnici¨®n de Bor, cuyos soldados se negaron a ser reemplazados por norte?os. Entre enero y mayo de 1983 se sucedieron las negociaciones. Numeiri envi¨® a Bor a uno de los m¨¢s prestigiosos militares sure?os, el coronel John Garang, que hasta 1970 hab¨ªa comandado el puesto de Bor y luego hab¨ªa marchado a Estados Unidos a obtener un doctorado en Econom¨ªa. Garang no intent¨® convencer a sus subordinados, se limit¨® a organizar su marcha a las monta?as y se convirti¨® en l¨ªder de la rebeli¨®n.
Incidentes similares se han sucedido en numerosas guarniciones, con el resultado de que entre 1.000 y 2.000 soldados sure?os se han pasado a la guerrilla, al mando de sus jefes y con todas sus armas, municiones y pertrechos.
Entre los dirigentes de la guerrilla, conocida como Anyanya II (la que encabez¨® Joseph Lagu en los 60 era Anyanya a secas) se encuentran antiguos jefes de guarnici¨®n, como el coronel William Chuol (de la guarnici¨®n de Nasir) y el teniente coronel William Kuany (de Ayod), junto con figuras pol¨ªticas como Joseph Oduho (liberado de su prisi¨®n y pasado inmediatamente a la rebeli¨®n) y el sacerdote Nereo Lope.
A nadie se le escapa que la motivaci¨®n de la rebeli¨®n es plenamente pol¨ªtica y que el movimiento ha sido espont¨¢neo, aunque pueda contar despu¨¦s con ayuda exterior -?c¨®mo si no se pueden derribar aviones F-5 y helic¨®pteros Puma?-.
El propio Ej¨¦rcito sudan¨¦s no parece apoyar la soluci¨®n militar contemplada por Numeiri, lo que le ha costado continuas purgas en los ¨²ltimos meses. Se especula incluso con la posibilidad de que Washington est¨¦ contemplando ahora la sustituci¨®n de Numeiri no por Omar el Tayeb, partidario de la v¨ªa represiva, sino por un oficial baasista.
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