El escritor Max Frisch se considera "pesimista existencial" y duda de que la situaci¨®n del mundo tenga hoy un futuro
Presenta en Espa?a 'Mi o el viaje a Pek¨ªn', sobre Ia regi¨®n de la utop¨ªa"
Max Frisch, novelista y dramaturgo suizo de 73 a?os, autor de Homo faber y de No soy Stillr, considerado como una de las mentes m¨¢s complejas de la literatura europea actual, acepta ser llamado "pesimista existencial", y en esa l¨ªnea asegura que "la situaci¨®n actual (del mundo) es desesperada porque no sabemos si habr¨¢ futuro". El autor visita Espa?a estos d¨ªas y ma?ana se someter¨¢ en Madrid a un coloquio con universitarios. En contraste con ese pesimismo b¨¢sico de Frisch, o como complemento del mismo, en estos d¨ªas ha aparecido la ¨²ltima traducci¨®n de un libro suyo al castellano, Mi o el viaje a Pek¨ªn, en el que se ahonda en una de las preocupaciones del autor: la utop¨ªa. Seg¨²n ¨¦l, ¨¦sta "es una regi¨®n culturalmente muy antigua sobre la cual no sabemos nada y de la que podemos imaginar todo lo que deseemos".
Con motivo de la celebraci¨®n de unos coloquios en la universidad Complutense de Madrid sobre su obra y la aparici¨®n en Espa?a de una de sus primeras novelas, Mi o el viaje a Pek¨ªn, editada por Alfaguara, Max Frisch, uno de los autores m¨¢s importantes de la literatura europea contempor¨¢nea, visita Espa?a esta semana. Ma?ana se someter¨¢ a un coloquio con los universitarios en el edificio B de la Universidad Complutense de Madrid. Este coloquio tendr¨¢ efecto a partir de las 12.30.Frisch, que acepta la definici¨®n de "pesimista existencial", visit¨® ayer por la ma?ana el Museo del Prado y se sinti¨® impactado e identificado con las pinturas de Goya. Durante una entrevista posterior a esta visita habl¨® de la guerra, la historia, Espa?a, y el drama del amor. Por la tarde se reuni¨® con escritores espa?oles. En general, Frisch consideraba ayer que esta visita al Prado supone un redescubrimiento de la vida.
"Mis tres temas b¨¢sicos son la relaci¨®n hombre-mujer, la identidad, y el grupo en relaci¨®n con el individuo", explica Frisch, de 73 a?os, quien considera que todos los autores tienen l¨ªneas de continuidad a lo largo de su obra. "Pero escribo lo que est¨¢ dentro de mis posibilidades: nunca podr¨ªa, por ejemplo, escribir como un c¨ªnico o sobre un c¨ªnico". Dramaturgo y narrador, Frisch fue conocido en Espa?a en los a?os sesenta por obras como Homo faber, No soy Stiller y Digamos que me llamo Gantenbein (todas ellas recientemente reeditadas por Seix-Barral). En los ¨²ltimos dos a?os Alfaguara public¨® El hombre aparece en el holoceno, Barba azul, y ahora Mi o el viaje a Pek¨ªn. La aparici¨®n de esta ¨²ltima es la que ha propiciado su actual visita a Espa?a. Otros libros publicados aqu¨ª son Guillermo Tell (Laia), y el volumen autobiogr¨¢fico Montauk (Guadarrama) y algunas obras de teatro en Aguilar.
La salida
"Mi o el viaje a Pek¨ªn fue escrito durante la segunda guerra mundial y tiene algo de escapismo, de b¨²squeda, de anhelo; no pod¨ªa soportar la idea de la guerra y por eso, como una salida, este libro trata sobre la urop¨ªa". Y a?ade: "La utop¨ªa es una regi¨®n culturalmente muy antigua sobre la cual no sabemos nada y de la que poderros imaginar todo lo que deseemos". En la novela, a?ade, la muralla china es la met¨¢fora de ese otro mundo de la sabidur¨ªa, "un mundo distinto y diferente de este".Este mundo es el de la guerra, un tema que preocupa a Frisch. Cuando le preguntamos si es posible la utop¨ªa ante el peligro de guerra nuclear insiste en que hablemos de esa cuesti¨®n, que dejemos cosas menos importantes como su libro. Pero situ¨¢ndose en su posici¨®n de escritor dice que quien escribe ahona no sabe si dentro de 100 o 200 a?os existir¨¢ alguien para leerlo. "La situaci¨®n actual es desesperada, no sabemos si habr¨¢ futuro". Recuerda entonces las obras de Bertolt Brecht, a quien conoci¨® y que influy¨® fuertemente en ¨¦l, y piensa que hoy las vemos casi ingenuas. "La historia ya no interesa, o interesa muy poco, porque no sabemos si habr¨¢ futuro, y este es el gran drama de los j¨®venes".
A lo largo de la conversaci¨®n, Max Frisch insiste en la idea de utop¨ªa como algo lejano pero que dirige nuestras acciones. Para ¨¦l, su literatura no es moralizante sino "ut¨®pizadora". Y aqu¨ª, considera, es donde su obra que si bien puede resultar pesimista, palabra que no le agrada, arroja cierto optimismo. De forma similar se refiere a otro de sus temas favoritos: las relaciones hombre-mujer, y el amor en general. Con gusto por el lenguaje dram¨¢tico Frisch afirma que "el amor tiene en s¨ª mismo el n¨²cleo de lo tr¨¢gico", como queda claro en su novela No soy Stiller. "Cuanto m¨¢s grande es el amor, m¨¢s probable es que llegue a lo tr¨¢gico. Porque el amor, adem¨¢s, degenera cuando nos enamoramos de las pasiones y no de las personas; cuando amamos la pasi¨®n, la sumisi¨®n y las diferentes formas que adopta el amor".
Se ha insistido en que Max Frisch hace literatura autobiogr¨¢fica; para ¨¦l, la mejor autobiograf¨ªa son sus novelas, mucho m¨¢s inclusive que sus diarios, todav¨ªa no editados en castellano. A la obra Montauk la considera en este sentido una excepci¨®n de una ¨¦poca en que deseaba reconciliarse con el mundo.
Frisch explica, por otra parte, que Espa?a fue un s¨ªmbolo del antifascismo y del fascismo durante los a?os treinta. "Despu¨¦s Neg¨® la guerra, surgi¨® Hiroshima y nos olvidamos injustamente de Espa?a; parec¨ªa que aqu¨ª no hab¨ªa nada excepto Franco y el turismo". Ahora, se muestra euf¨®rico al hablar de Goya: "La vida no es el realismo socialista, que representa algo que la gente sabe que no es as¨ª, la vida es como la vi hoy en el Museo del Prado".
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