Juli¨¢n Nava
El primer embajador estadounidense de origen hispano que hubo en M¨¦xico ser¨¢ el anfitri¨®n del equipo ol¨ªmpico espa?ol en Los ?ngeles
J. M. MARTI FONT Hijo de emigrantes mexicanos que hu¨ªan de la revoluci¨®n, naci¨® y se cri¨® en el este de Los ?ngeles, el barrio hispano por excelencia. Durante su juventud sufri¨® en carne propia la segregaci¨®n y el desprecio de la dominante sociedad anglosajona. Sin embargo, Juli¨¢n Nava es, en s¨ª mismo, uno de los ejemplos m¨¢s cl¨¢sicos de la viabilidad del sue?o americano, al llegar, parad¨®jicamente, a representar a su pa¨ªs en el de sus progenitores.
Cuando lleg¨® a la capital mexicana, reci¨¦n nombrado embajador, fue recibido oficialmente en su despacho por el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Jorge Casta?eda. Era un momento hist¨®rico: un descendiente de mexicanos volv¨ªa a la tierra de sus ante pasados como embajador del poderoso vecino del Norte, a ponerse al frente de las m¨¢s de 1.200 personas que componen la mayor de las representaciones diplom¨¢ticas de Estados Unidos. "Nada m¨¢s entrar en su despacho empez¨® a hablarme en ingl¨¦s", recuerda Juli¨¢n Nava. "Me dije a m¨ª mismo: maldita sea, yo puedo hablarle en perfecto espa?ol y pienso hacerlo". Pero el ministro mexicano sigui¨® en ingl¨¦s. Esta curiosa situaci¨®n e mantuvo durante un cuarto de hora. Cada uno hablando el idioma del otro. "Le dije que pensaba seguir all¨ª hasta que me hablara en espa?ol". Casta?eda cedi¨® y ambos llegaron a ser buenos amigos.
Su paso por la embajada fue breve, y su salida, apresurada. Reagan no les dio a los diplom¨¢ticos de la Administraci¨®n anterior ni una semana de tiempo para hacer las maletas. Juli¨¢n Nava fue uno de los pocos que aguantaron cuatro meses, quiz¨¢ por el irreversible precedente hist¨®rico que representaba, que obligaba al nombramiento de otro mexico-estadounidense para reemplazarlo.
Juli¨¢n Nava pertenece a la primera generaci¨®n de l¨ªderes pol¨ªticos hispanos, la que se gest¨® durante la d¨¦cada de los sesenta, junto al sindicalista C¨¦sar Ch¨¢vez y al diputado del Parlamento californiano Pete Chac¨®n. Una brecha por la que se ha colado ya una segunda generaci¨®n de pol¨ªticos, m¨¢s j¨®venes y en mayor n¨²mero.
A algunos de ellos, especialmente a los que representan al Partido Republicano, Nava los descalifica: "Es cierto que el hispano en Estados Unidos es personal y socialmente conservador, pero pol¨ªticamente no, por la simple raz¨®n de que la pol¨ªtica conservadora, especialmente del Partido Republicano, le ha perjudicado siempre".
Como acad¨¦mico y profesor de Humanidades, su vida est¨¢ llena de an¨¦cdotas, entre las que se cuenta su participaci¨®n en una expedici¨®n cient¨ªfica que visit¨® las costas de C¨¢diz en busca de la Atl¨¢ntida. Seg¨²n ¨¦l mismo admite, se trataba, en aquel momento, de uno de los primeros intentos de arqueolog¨ªa submarina, que fracas¨® por una serie de discrepancias entre los miembros que compon¨ªan la expedici¨®n, que derivaron en fricciones con las autoridades espa?olas.
Nava lleva mucho tiempo pensando en empezar a construir un lobby de intereses espa?oles en Estados Unidos, como funcionan los de otros pa¨ªses. "La minor¨ªa de habla hispana ser¨ªa el mejor intermediario entre Espa?a y Estados Unidos", piensa. El puesto de anfitri¨®n del equipo espa?ol en la Juegos Ol¨ªmpicos, que le han ofrecido, podr¨ªa ayudar a establecer los contactos, "que ser¨ªan beneficiosos para ambas partes".
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