Tres autores espa?oles
Obras de Julio G¨®mez, Tom¨¢s Marco y A. Ruiz-Pip¨®.Orquesta de C¨¢mara Espa?ola. Director: V¨ªctor Mart¨ªn. Solistas: Jos¨¦ Luis Rodrigo, guitarra, y V¨ªctor Mart¨ªn, viol¨ªn.
Teatro Real. Madrid. 13 de marzo de 1984.
M¨²sica de tres autores espa?oles, junto al Apolo Musageta, de Stravinski, nos hizo escuchar, en su ¨²ltimo programa, la Orquesta de C¨¢mara Espa?ola, dirigida por Jos¨¦ Ram¨®n Encinar. El joven maestro llev¨® todas y cada una de las partituras con pericia, exacta comprensi¨®n y eficaz comunicatividad.
Las partituras de Julio G¨®mez (1886-1973), Antonio Ruiz-Pip¨® (1933) y Tom¨¢s Marco (1942) suponen tres aspectos bien diferenciados de la expresi¨®n musical espa?ola. La Danza cortesana y scherzo, escrita en 1947, condensa el sentir, el hacer y el pensar musical de Julio G¨®mez, uno de los creadores del sinfonismo espa?ol contempor¨¢neo: temperatura l¨ªrica, claridad de textura, sobriedad arm¨®nica y justa adecuaci¨®n al prop¨®sito inicial. Bien tocada, fue largamente aplaudida.
Antonio Ruiz-Pip¨®, granadino formado en Barcelona, a cuyo C¨ªrculo Manuel de Falla perteneci¨®, y residente en Francia desde hace un cuarto de siglo, reapareci¨® en los programas con Tres en raya, de 1978, una de sus personales aportaciones al mundo de la guitarra concertada. Como en Tablas, Ruiz-Pip¨® investiga, desde su propia ¨®ptica, las galer¨ªas y pasadizos subterr¨¢neos de lo jondo. El intento, hecho con sinceridad y, por qu¨¦ no decirlo, tocado de alg¨²n intelectualismo, discurre por v¨ªas que, al gusto de hoy, podr¨ªamos denominar andalus¨ªes, m¨¢s consecuentes con la libre interpretaci¨®n po¨¦tica de Garc¨ªa Lorca que sujetas a cient¨ªficos y rigurosos an¨¢lisis. Pero la investigaci¨®n antes aludida era la de un compositor, no la de un etnomusic¨®logo. Jos¨¦ Luis Rodrigo protagoniz¨® la obra con seriedad, medida expresi¨®n y pureza sonora.
En el Concierto del alma, ya estrenado en Espa?a y tocado el d¨ªa anterior en el mismo teatro Real por Romo, Remart¨ªnez y la Orquesta de Valladolid, Tom¨¢s Marco prolonga actitudes anteriores: se trata de una nueva obra concertante, nada menos que su tercer concierto para viol¨ªn; parte de un supuesto cultural, esta vez el mundo hebreo, quiz¨¢ no m¨¢s que el aura de lo hebreo (el concierto naci¨® para el Festival Testimonium 83, de Jerusal¨¦n); adopta una postura de distanciamiento con respecto a su propia obra que no llega a salvar el virtuosismo de la parte solista -defendida excelentemente por V¨ªctor Mart¨ªn- Tampoco el encanto de una simplicidad que parece resultado de una serie de elusiones -incluida la de los grandes problemas est¨¦tico-t¨¦cnicos- antes que producto de una reiterada voluntad. Con todo, el atractivo que poseen ¨¦sta y otras partituras creo que debemos pedir a una inteligencia l¨²cida como la de Tom¨¢s Marco un mayor coraje, una mayor dosis de compromiso en los planteamientos y las realizaciones aun a costa de que su cat¨¢logo aumente con menor rapidez. Jos¨¦ Ram¨®n Encinar, el solista, y los instrumentistas dieron una versi¨®n sensible, matizada y transparente del Concierto del alma, acogido muy positivamente por el p¨²blico.
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