La gran mentira y la gran verdad
JOS? JUAN OJEDA QUINTANAEl progresivo profesionalismo que ha llegado al mundo atl¨¦tico es criticado por el articulista en defensa de los atletas que a¨²n corren por el simple placer de correr.
Mentira es pretender que todo lo que reluce en el deporte es de tal sencillez y, por tanto, de tan f¨¢cil comprensi¨®n que todo queda limitado a lo que se ve. Tras ese gesto deportivo distendido o crispado existe un mundo de despachos y comunicaciones, de intereses tales que hacen necesaria una reflexi¨®n serena a lo que subjetivamente se convierte por ocultaci¨®n -como m¨ªnimo- en grandes mentiras, como lo es el enmascaramiento profesional sutil, en un terreno siempre aireado como amateur.
Y esa gran mentira, que aislada podr¨ªa ser tina verdad normal, tiene dos vertientes negativas: la parasitaria y la de las relaciones con los dem¨¢s. Es parasitaria (aspecto econ¨®mico) en cuanto intenta convivir en unos presupuestos deportivos ya de por s¨ª insuficientes para el deporte de base, restando fondos a una promoci¨®n m¨¢s amplia de ese deporte. Y convive agazapado en una mezcolanza de ingresos y gastos, con ventaja para el fuerte o el listo, bien arropado por las ambiciones particulares de aquellos que muestran cifras de medallas y ocultan cifras de practicantes s¨®lo para obtener puestos en federaciones internacionales o en otros comit¨¦s. Y conste que lo que se pide no es la desaparici¨®n del campo profesional, sino su separaci¨®n del campo aficionado, en aras de una claridad de gesti¨®n que nace de unos propios presupuestos diferenciados. Se trata de que la demagogia de las medallas, la pol¨ªtica del elitismo deportivo, no venza al deporte de base, al deporte popular, por la simple ceremonia de la confusi¨®n.
Da pena a los que vivimos en el deporte observar c¨®mo sobreviven clubes y competiciones entre indiferencias de federativos, m¨¢s proclives a acudir a los actos cuasi-televisivos que a esos domingos populares donde la esencia del deporte revive en su m¨¢s pura esencia primitiva. Si no, podr¨ªa uno recordar todos los cross federados de la presente temporada de atletismo de Madrid y preguntar, ingenuamente, cu¨¢ntas veces ha aparecido un miembro de la Federaci¨®n en esos cross de Moratalaz, M¨®stoles, Alcobendas, Getafe, etc¨¦tera. Es s¨®lo un indicativo. Como tambi¨¦n es indicativo saber cu¨¢ntas figuras consagradas actuaron en esos cross. ?No es, eso actuar en dos planos deportivos? Uno, el popular, la masa, los sinnombre, y el otro, el elitista, el de los curr¨ªculos brillantes, con el nihil obstat de rigor. ?No se estar¨¢ confundiendo muy a menudo el deporte con los espect¨¢culos circenses? Lo malo, la mentira, es que se cree adrede la confusi¨®n, y no el que cada plano viva independiente, como debe ser.
En el campo de las relaciones humanas muchos se sienten, al menos, molestos en ser tapadera interior de los que los quieren utilizar, al socaire de calcetines con marcas comerciales, camisetas con leyenda y asalariados a tantas pesetas por zancada. Ofende que lo que muchos hacen por el placer de sudar, de correr, de hacer ejercicio, de convivir en una palabra, otros lo aprovechen (y no son s¨®lo deportistas en activo) para intereses particulares, plantando las semillas de la profesionalidad deste?ida, dejando otras reservas humanas para poder hacer las sustituciones oportunas cuando las peticiones individuales se salen de madre. Como si de una teor¨ªa econ¨®mica se tratara. Por ello conviene hacer posible que lo que hoy es mentira pertinaz se convierta en una rotunda verdad; y s¨®lo hay un panel, precisamente, para que eso ocurra: dar al aficionado lo que es del aficionado, y al profesional lo que con su solo sudor se debe ganar. Que as¨ª sea.
es presidente del Club D. Canal de Isabel Il y atleta veterano en activo.
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