Crisis sindical en Italia
EL RECIENTE decreto del Gobierno Craxi sobre la escala m¨®vil ha creado en Italia una verdadera conmoci¨®n. Despu¨¦s de largas y fracasadas negociaciones con los sindicatos, Craxi ha decidido imponer por decreto una ruptura de la escala m¨®vil, disminuyendo su aplicaci¨®n en varios puntos; se ha atacado as¨ª a una conquista obrera vigente desde hace decenios en Italia, rodeada de cierto valor simb¨®lico, gracias a la cual la actualizaci¨®n permanente de los salarios imped¨ªa que la inflaci¨®n redujera el poder adquisitivo del asalariado. Con esta medida Craxi pretende relanzar la lucha contra la inflaci¨®n en forma no muy diferente de c¨®mo enfoca el problema el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. Con todo, no hay que olvidar que los ejecutivos encabezados por la Democracia Cristiana no se atrevieron a dar un paso de ese g¨¦nero; que lo haga ahora el primerjefe de Gobierno socialista en la historia de Italia no deja de ser significativo.Las reacciones han sido muy fuertes y se han manifestado en diversos terrenos. El PCI, que representa aproximadamente un tercio del electorado, est¨¢ llevando a cabo, por todos los medios del juego parlamentario, incluida la obstrucci¨®n, una batalla en la C¨¢mara y el Senado para impedir que el decreto sea refrendado. El l¨ªder comunista Berlinguer ha fijado como prioridad de su partido derribar al Gobierno Craxi si no retira el decreto; y para ello ha ofrecido el posible apoyo comunista a un Gobierno de programa, f¨®rmula vaga que se presta a varias interpretaciones, entre ellas la de un retorno al apoyo indirecto prestado por el PCI a anteriores Gobiernos encabezados por la Democracia Cristiana. Por ahora se mantienen unidos los cinco partidos que constituyen el Gobierno Craxi; pero es obvia la preocupaci¨®n de la Democracia Cristiana de que Craxi pudiese, con su actitud, ganar votos entre el electorado moderado y de centro.
Las consecuencias m¨¢s graves lo han sido en el mundo sindical: la mayor¨ªa comunista de la CGIL (central sindical en la que est¨¢n juntos socialistas y comunistas) se enfrenta con toda energ¨ªa al decreto Craxi; en cambio, las otras centrales, UIL (socialista), CISL (democristiana) y la minor¨ªa de la CGIL, apoyan a Craxi, o al menos no se solidarizan con una lucha resuelta contra el decreto. Las reacciones de Craxi contra los comunistas han sio particularmente duras: les acusa de hacer "cunhalismo", de utilizar la escala m¨®vil para dar rienda suelta al odio contra los socialistas. La respuesta comunista es la de que, sin negar la necesidad de medidas contra la inflaci¨®n, es no s¨®lo injusto, sino econ¨®micamente inoperante, atacar de modo unilateral el poder adquisitivo de los trabajadores. Pero el problema desborda esa confrontaci¨®n; un nuevo factor est¨¢ interviniendo con protagonismo: los consejos de f¨¢brica, que han movilizado en las principales ciudades italianas grandes acciones de masa en defensa de la escasa m¨®vil. El ¨¦xito de estas manifestaciones autoconvocadas ha sido indiscutible. La mayor¨ªa comunista de la CGIL las ha apoyado, pero se refleja a la vez en la acci¨®n de los consejos de f¨¢brica una voluntad de renovaci¨®n de la vida sindical, una protesta contra su funcionamiento excesivamente centralista y por arriba, por la falta de democracia y participaci¨®n de la base. En todo caso, es l¨®gico que estas movilizaciones coincidan con la posici¨®n del PCI en la batalla parlamentaria y pol¨ªtica.
La forma de autoconvocatoria de la acci¨®n obrera ha evitado hasta ahora que la divisi¨®n sindical llegue a sus ¨²ltimas consecuencias: la ruptura o divisi¨®n formal de los comit¨¦s o federaciones unitarias. Por otra parte, sectores no peque?os de sindicalistas socialistas se han pronunciado por la defensa de la escala m¨®vil. Se habla incluso de gestiones para encontrar una f¨®rmula sindical de modificaci¨®n del salario susceptible de sustituir el decreto. No parece f¨¢cil tal soluci¨®n, que implicar¨ªa a todas luces graves da?os para el Gobierno; y el car¨¢cter de Craxi no es propenso al paso atr¨¢s.
Las consecuencias de esta batalla ser¨¢n, sin duda, profundas, y no s¨®lo en orden a la soluci¨®n de la crisis econ¨®mica por la que atraviesa Italia. En el plano pol¨ªtico se reflejar¨¢n en las elecciones al Parlamento Europeo del pr¨®ximo mes de junio; y acarrear¨¢n con toda probabilidad, con o sin desgarraduras dram¨¢ticas, una renovaci¨®n de las estructuras y formas de acci¨®n de los sindicatos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.