Esc¨¢ndalo en el Reino Unido por un libro feminista que predica la castidad, el aborto y el 'coitus interruptus'
El movimiento feminista anglosaj¨®n est¨¢ conmocionado: una de sus figuras m¨¢s famosas, la australiana Germaine Greer, acaba de publicar un libro, Sex and destiny, que muchas consideran una traici¨®n y una vuelta atr¨¢s. La Prensa brit¨¢nica dedica p¨¢ginas y p¨¢ginas a fomentar la pol¨¦mica: "Profeta de la liberaci¨®n sexual de la mujer predica ahora la castidad, rechaza la p¨ªldora anticonceptiva y recomienda el coitus interruptus. "Estoy harta de que se manipule y se desinforme sobre lo que escribo", afirma Greer. La escritora australiana tiene raz¨®n: su ¨²ltimo libro, se compartan o no todas sus afirmaciones, es una cr¨ªtica apasionada, provocadora y m¨¢s radical que nunca de los usos sexuales de la sociedad occidental industrializada.
Greer comprueba, con desesperaci¨®n, que la revoluci¨®n sexual de los a?os sesenta no ha mejorado la condici¨®n de la mujer, sino que en algunos aspectos la ha empeorado, y que Occidente est¨¢ imponiendo en el Tercer Mundo valores y h¨¢bitos sexuales que perjudican m¨¢s que benefician a las mujeres de los pa¨ªses subdesarrollados.Germaine Greer abre su libro con un devastador ataque contra la industria de los anticonceptivos. "La sociedad occidental no controla su natalidad porque est¨¦ preocupada por la explosi¨®n demogr¨¢fica o porque piense que no puede permitirse traer hijos a este mundo, sino, simplemente, porque no le gustan los ni?os", afirma.
En el estilo de vida occidental todo est¨¢ configurado para que los hijos sean un incordio, y el trust antini?o es tan poderoso que ni los Estados pueden nada contra ¨¦l. Una mujer embarazada es una mujer enferma, a la que los m¨¦dicos dan consejos contrapuestos, y una mujer con un ni?o peque?o, alguien a quien hay que mantener aislado y alejado de la sociedad para que no moleste a los amigos. Hay otras sociedades en las que el nacimiento de un ni?o es ocasi¨®n de placer y de alegr¨ªa para todo el entorno, en la que los ni?os y adultos habitan el mismo mundo -cruel- y en el que sobreviven apoy¨¢ndose unos a otros. "Sin embargo, nosotros, los occidentales. decimos que es precisamente en esas sociedades donde no deber nacer ni?os".
Generalmente extranjeros
Greer acusa a Occidente de negar a los pobres el derecho a reproducirse. "Creer o no que e mundo est¨¢ superpoblado depende de c¨®mo creamos que debe vivir la gente. Si pensamos que s¨®lo merece la pena vivir nuestra propia forma de vida, entonces s¨ª, e n¨²mero de pobladores de la tierra debe ser sustancialmente reducido".
Greer arremete contra quienes pintan un mundo abarrotado de personas, hombro contra hombro, contando los ni?os que nacen cada minuto ("casualmente, casi todos extranjeros"). Usemos nuestra imaginaci¨®n para comprender c¨®mo se ha creado la pobreza y c¨®mo se mantiene. En lugar de temer a los despose¨ªdos, teman a los poderosos, las est¨¦riles naciones ricas. El nacimiento de un ni?o no deseado es una tragedia, para ¨¦l mismo y para sus padres, pero lo cierto es que nacen m¨¢s ni?os no deseados entre nosotros, los ricos, que entre los pobres. Estas son algunas de sus afirmaciones.
Germaine Greer denuncia los planes de esterilizaci¨®n introducidos en muchos pa¨ªses del Tercer Mundo y explica que muchas mujeres van a las cl¨ªnicas de planificaci¨®n familiar a preguntar c¨®mo pueden remediar su infertilidad. Millones de mujeres en todo el mundo no pueden tener hijos debido a enfermedades ven¨¦reas sufridas en la adolescencia, pero la ciencia occidental no tiene el menor inter¨¦s en solucionar un problema que las hace infelices. Su ¨²nico inter¨¦s es introducir sistemas anticonceptivos, que convierten el cuerpo de la mujer en un campo de batalla cient¨ªfica.
"Nuestra preferencia por medios anticonceptivos mec¨¢nicos y farmacol¨®gicos es irracional", afirma. Seg¨²n Greer, las sociedades no industrializadas han tenido siempre sus propios sistemas de control de natalidad, tales como la castidad en determinados per¨ªodos (por ejemplo, durante la: lactancia de un hijo), el cond¨®n o el coitus interruptus. Este ¨²ltimo m¨¦todo le parece especialmente interesante. "Las teor¨ªas freudianas de que provoca neurosis no han sido nunca probadas", afirma, "el reloj probablemente no puede volver atr¨¢s, pero resulta verdaderamente ir¨®nico que en estos tiempos de liberaci¨®n sexual las j¨®venes occidentales no se atrevan a pedir a sus amantes que hagan por ellas lo que han hecho durante siglos millones de maridos por sus mujeres".
Para la escritora australiana no es l¨®gico un sistema que afirma que el orgasmo es siempre bueno, que no se deben tener hijos no de seados y que al mismo tiempo exige que una relaci¨®n heterosexual normal culmine con la eyaculaci¨®n dentro de la vagina. "O es caos mental o es maldad". Greer acusa a las mujeres mejor informadas de la sociedad occidental de abandonar ellas mismas el uso de la p¨ªldora anticonceptiva mientras que la recomiendan encarecidamente a las mujeres de una clase social inferior. Greer estima que los m¨¦to dos naturales de contracepci¨®n, en combinaci¨®n con el aborto, pue den ser un sistema anticonceptivo m¨¢s l¨®gico que los actuales.
Higiene mental
Greer ha suscitado tambi¨¦n las iras feministas al criticar violentamente lo que denomina el nuevo opio del pueblo, la religi¨®n del sexo o del orgasmo. "Los seguidores de esta religi¨®n afirman que el orgasmo disminuye la tensi¨®n, hace que todas tus potencialidades salgan a la luz, disipa el descontento, evita la agresividad y estabiliza el ego en su correcta relaci¨®n con el mundo. Consideran que quienes se sintieron tras el orgasmo tristes o enfadados, disgustados o aburridos, sufren alg¨²n defecto, est¨¢n en falta, son autodestructivos". El sexo -se queja Greer- se presenta ahora a los ni?os o adolescentes como una higiene mental, algo parecido a lavarse los dientes cada d¨ªa. Cuando no tienen inter¨¦s o presentan alg¨²n problema son inmediatamente llevados a cl¨ªnicas sexol¨®gicas para que supriman esas dudas. No es extra?o que se produzca una rebeli¨®n, que puede tomar cualquier forma, desde un celibato truculento hasta rituales sadistas.
"Divertirse significa, sobre todo, sexo recreacional, y sexo recreacional implica tener una mujer siempre dispuesta, sin miedo a quedarse embarazada y convencida de que tiene que contentarse con el orgasmo en lugar de la famil¨ªa o los hijos. De nada sirve explicar a los ap¨®stoles del orgasmo que friormalmente una mujer de Bombay o de la clase trabajadora de cualquier pa¨ªs occidental prefiere una buena noche de sue?o a todos los orgasmos del Master and Johnson. O que la relaci¨®n con los hijos es para muchas mujeres una experiencia incluso m¨¢s gratificante. O que la familia concebida como un n¨²cleo m¨¢s grande que el constituido simplemente por los padres y los hijos es un sistema social en el que millones de mujeres se sienten satisfechas. En este mundo, una gran parte del placer est¨¢ todav¨ªa proporcionado por ni?os y no por manipulaci¨®n genital".
Una polemista que ama la provocaci¨®n
Greer es una mujer muy atractiva, de expresivos ojos verdes y una gran vitalidad. Tiene 44 a?os y naci¨® en Melbourne (Australia). Se doctor¨® en literatura por la Universidad de Cambridge y fue profesora en varias universidades brit¨¢nicas y norteamericanas. Tras la publicaci¨®n de su primer libro, El eunuco femenino, del que se vendieron varios millones de ejemplares, abandon¨® la ense?anza para dedicarse en exclusiva a actividades feministas.Greer es fundamentalmente una polemista que ama la provocaci¨®n y lleva los argumentos hasta el extremo. Sus libros est¨¢n impregnados de un devastador sentido del humor. Con el mismo vigor y entusiasmo con que defendi¨® los m¨¦todos anticonceptivos qu¨ªmicos o mec¨¢nicos (lleg¨® a llevar colgado del cuello un diafragma), defiende ahora la utilizaci¨®n de m¨¦todos naturales y ensalza la fertilidad y la maternidad. Greer ha sido la primera en denunciar a voz en cuello y radicalmente, como a ella le gusta, lo que otros hab¨ªan ya insinuado: la Vevoluci¨®n sexual no ha tenido las consecuencias que se esperaban. Como era de esperar, la escritora australiana no recurre a las medias tintas: su denuncia es total, agresiva y violenta.
Greer asegura que no pretende que nadie ponga en pr¨¢ctica sus teor¨ªas y se horroriza cuando algunas lectoras le escriben afirmando que El eunuco femenino cambi¨® sus vidas. "Algunos libros", explica, "incitan a la acci¨®n (suelen ser malos libros), otros se limitan a estimular el pensamiento. Eso es lo que yo pretendo". Germaine Greer parece disfrutar escandalizando a sus interlocutores: "La p¨ªldora dio a la mujer occidental el derecho a decidir. El problema es que ahora tampoco decide: hace el amor como quien bebe un, vaso de agua simplemente porque le han instalado un grifo en su casa. El orgasmo no tiene ning¨²n inter¨¦s, es banal y aburrido, cuando una joven me pide consejo, le digo: no hagas el amor hasta que no sientas que el deseo es irresistible, retente hasta que se te haga insoportable, pide a tu amante que aprenda a realizar correctamente el coitus interruptus ... "
Greer est¨¢ divorciada y vive desde hace algunos a?os, cerca de Toscana, con un italiano. Precisamente sus investigaciones en las capas m¨¢s subdesarrolladas de la sociedad italiana son las que han provocado su cambio que el feminismo ortodoxo califica de "giro de 180 grados".
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