La inseguridad ciudadana
Ante la impotencia de las Fuerzas de Seguridad del Estado para proteger a los particulares, ¨¦stos han optado por armarse. Ayer d¨¢bamos cuenta del espectacular incremento de solicitudes de licencias de armas y de licencias efectivamente concedidas en Navarra, y es de suponer que la misma espiral tiene lugar en el resto del Estado.No creemos que sea necesario advertir que por esta v¨ªa vamos a convertir nuestra sociedad en una jungla. En un sistema de libertades corresponde a las Fuerzas de Seguridad el garantizar a todos los ciudadanos el ejercicio de sus derechos, y el permitir que sean los propios individuos quienes se defiendan de las agresiones contra su libertad es, cuando menos, una claudicaci¨®n.
Afortunadamente, el Gobierno parece sentirse preocupado por la inseguridad que hoy se palpa objetivamente, al margen de la explotaci¨®n que de ella hacen sectores ultraconservadores cuando atribuyen el alza de la delincuencia a vicios y lacras sociales en una argumentaci¨®n que bordea lo pintoresco. En este sentido hay que interpretar el pr¨®ximo decreto de reorganizaci¨®n de la estructura de las Fuerzas de Seguridad del Estado que prepara el Ministerio del Interior, y que otorga a la Polic¨ªa Nacional las competencias en materia de seguridad ciudadana.
Pero mucho nos tememos que el problema -de cuya magnitud tendremos conocimiento exacto en cuanto la Fiscal¨ªa del Estado publique sus anuales estad¨ªsticas, que sin duda ser¨¢n estremecedoras- requiere la simult¨¢nea actuaci¨®n en varios frentes para hallar las oportunas v¨ªas de soluci¨®n: en primer lugar, habr¨¢ que revisar la interpretaci¨®n de la reforma de la ley de Enjuiciamiento Criminal, hoy claramente favorecedora de la peque?a delincuencia; en segundo lugar, es necesario acentuar la coordinaci¨®n de las Fuerzas de Seguridad, potenciando su formaci¨®n y su eficacia y dot¨¢ndolas de mayores medios materiales; por ¨²ltimo, se impone arbitrar otras medidas complementarias, tales como tratamiento ambulatorio de drogadictos, colaboraci¨®n con otros pa¨ªses en la represi¨®n del tr¨¢fico de estupefacientes, reinserci¨®n social de excarcelados, etc¨¦tera, hasta conseguir una densa trama de medidas que prevengan la marginaci¨®n y repriman la delincuencia.
Estamos persuadidos de que la libertad p¨²blica lleva siempre consigo el riesgo de excesos; sin embargo, y sin dramatismos innecesarios, creemos tambi¨¦n que las libertades individuales han de ser protegidas por todos los medios y con el m¨¢ximo rigor.
20 de marzo
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