Los grandes del cante

Lebrijano, Menese, Fosforito, Calixto S¨¢nchez y Manuel Mairena pusieron el broche. No dir¨¦ que ciento por ciento de oro, pero s¨ª con bastantes quilates.(Y antes de seguir adelante, una propia fe de errores. En mi cr¨®nica de ayer, cuando escrib¨ª sobre el baile del grupo de Farruco, hablaba de una "fascinante, fastuosa y largu¨ªsima secuencia por soleares"; pues bien, donde dije "soleares" deb¨ªera haber dicho "romances".)

Abri¨® la ronda Juan Pe?a Lebrijano. Bien de voz, con autoridad, con fuerza. Hizo un desarrollo riguroso de las soleares, sin desmelenarse, pero profundizando, calando hondo, buscando la entra?a. En las galeras, ese cante por ¨¦l creado en memoria de los gitanos que sufrieron persecuci¨®n y sa?a, puso la pasi¨®n y el llanto. Aires gaditanos y tientos-tangos completaron una actuaci¨®n convincente.

Jos¨¦ Menese empez¨® con unos jugosos, bell¨ªsimos tangos de M¨¢laga, que ¨¦l enriquece y engrandece. Sigui¨® por canti?as, para alcanzar en las siguiriyas y las ton¨¢s esa tremenda tensi¨®n de lo jondo habitual en el cantaor. Quien quiz¨¢ no pudo obtener de su voz toda la fuerza que hubiera deseado, aunque pele¨® por lograrla, pero igual nos transmiti¨® el quej¨ªo estremecedor e hiriente.

Tambi¨¦n Antonio Fern¨¢ndez D¨ªaz Fosforito andaba con problemas. Acab¨® quebrantado, tras haberse entregado al cante con generosidad y largueza. La sole¨¢ apol¨¢, g¨¦nero de gran dificultad, fue impresionante; la petenera, tambi¨¦n.

Hab¨ªa expectaci¨®n por escuchar a Calixto S¨¢nchez, cantaor pr¨¢cticamente in¨¦dito en Madrid. Convenci¨® y triunf¨®. Calixto tiene una voz limpia, y en su garganta, un instrumento poderoso, de cuya fuerza quiz¨¢ abusa. No me gustan esos finales en que prolonga y prolonga el melisma como si de una competici¨®n se tratara.

Y el cante de los Mairena, que Manuel mantiene vivo con altura y responsabilidad. Hizo los estilos que frecuenta habitualmente: soleares, tientos, siguiriyas, ton¨¢s. Su voz, tan cantaora, nos record¨® con fidelidad y duende los ecos del inolvidable hermano mayor.

Enrique de Melchor y Habichuela se repartieron el acompa?amiento. Son dos maestros, hoy imprescindibles, con sus diferencias de estilo, pero los dos, con enorme talento y exquisita sensibilidad. Virtudes que les valieron, como siempre, el reconocimiento del p¨²blico.

En concierto, Serranito, con Francisco y ?scar Luis. Fue una de las actuaciones m¨¢s acertadas de los tres, y especialmente de V¨ªctor en solitario, con toque muy flamenco, enjundioso y delicado.

El baile corri¨® a cargo de Manolete y Mariquilla. ?l es un excelente bailaor, elegante, que da prioridad a la t¨¦cnica sobre el sentimiento, y por ello puede parecer -y a m¨ª me lo parece- distante, fr¨ªo, aun reconociendo su perfecci¨®n formal. De Mariquilla estoy por cubrir con un manto de silencio las escaseces de un vestido totalmente inadmisible en el arte flamenco. Es como si un torero va a la plaza vestido de futbolista: resulta una charlotada. Pues eso.