Calor y polvo

Dos mujeres brit¨¢nicas -con 60 a?os de distancia entre la historia de cada una de ellas- viven la misma experiencia de fascinaci¨®n por la India. Las dos se enamoran de la cultura, el paisaje y el ritmo del pa¨ªs asi¨¢tico, enamoramiento que se concreta en aventuras sentimentales con dos indios que acaban en embarazo. El de la abuela -que no sabe si el padre es su amante indio o su esposo ingl¨¦s- es interrumpido, y el aborto, as¨ª como el descubrimiento de las relaciones, la condenan a una suerte de exilio sernivoluntario al pie del Himalaya; la nieta decide tener el ni?o sin hac¨¦rselo saber al padre.La India de James Yvory no es tan s¨®lo la de un cineasta que sabe recrear un clima y llena los encuadres de objetos bellos o ex¨®ticos. Tampoco es el continente al que Gandhi va a dar una imagen internacional uniformada, ni el para¨ªso de los occidentales deseosos de experiencias m¨ªsticas, ni el miserable territorio en el que s¨®lo hay calor y polvo. Es una India en la que los personajes son de carne y hueso y no meros s¨ªmbolos portadores de t¨®pico. Vamos, que los indios tienen los misnios derechos ficcionales que los brit¨¢nicos, que no son meros colonizadores sanguinarios que, entre matanza y matanza a ritmo de gaitas, hacen un alto para tomar el t¨¦.

La pel¨ªcula trabaja un tema: el de las relaciones entre Oriente y Occidente, la atracci¨®n que existe entre ambos mundos y el rechazo que subsiste ante la evidencia de que son distintos, de que no es posible hablar de s¨ªntesis o coexistencia pac¨ªfica, como est¨²pido es catalogar las culturas como primerdivisionarias o de categor¨ªa regional.

Estas cuestiones, Ivory logra explicarlas y hacerlas sentir de un modo muy claro, sin demagogia ni cuadros estad¨ªsticos, sobre todo gracias a la historia de la abuela, mucho m¨¢s rica e interesante que la de la nieta. Y esa preeminencia del relato alejado en el tiempo no se sostiene tan s¨®lo en el mayor atractivo del lujoso marco en que transcurre, sino que halla su mejor aliado en la intensidad de los tab¨²es sociales, en sus aspectos de melodrama. La mayor libertad con que Julie Christie puede manifestarse, el hecho de que para ella tener un hijo con un hombre de otra raza y con el que no est¨¢ casada no comporte forma alguna de enclaustramiento, priva al personaje de ribetes rom¨¢nticos y a los hechos de ambig¨¹edad y malicia.

Oriente y Occidente es un filme excelente, de tiempo lento, que se paladea aceptando su ritmo, que hace pensar en The river, de Jean Renoir. No creo que sea posible mayor elogio.