Smith y Carlos, contratados para promocionar los Juegos Ol¨ªmpicos de Los ?ngeles
En 1968, en el estadio ol¨ªmpico de M¨¦xico, los atletas Tommie Smith y John Carlos, primero y tercero, respectivamente, de la final de 200 metros, subieron al podio para recibir sus medallas. Se hab¨ªan sacado las zapatillas y quedaban a la vista sus calcetines negros. Mientras sonaba el himno de su pa¨ªs, Estados Unidos, ambos levantaron el pu?o enfundado en un guante -tambi¨¦n negro- al tiempo que miraban al suelo. La actitud de Smith y Carlos ha quedado fijada para siempre como la imagen de la lucha por la integraci¨®n racial que se estaba librando en su pa¨ªs. Ahora, ambos han sido contratados para la organizaci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Los ?ngeles.
La inclusi¨®n de John Carlos en el aspecto organizativo del movimiento ol¨ªmpico le ha convertido en un perfecto diplom¨¢tico. Procede de una familia de origen espa?ol. Su madre habla perfecto castellano y su abuelo paterno era cubano. Dice que el gesto de M¨¦xico no lo repetir¨ªa ahora. "Las circunstancias han cambiado. No har¨ªa lo mismo en estos momentos, pero volver¨ªa a hacer algo si creyera que de esta manera ayudaba a los m¨ªos. Pero la situaci¨®n ha cambiado radicalmente desde 1968. Nadie que viviera aquellos tiempos puede negar que se ha producido una integraci¨®n radical considerable en Estados Unidos. Los problemas son otros ahora. La crisis econ¨®mica ha perjudicado a los m¨¢s pobres y da la casualidad que son los negros, pero ¨¦ste es otro problema".Su trabajo con el comit¨¦ organizador consiste en dar conferencias en los barrios y propagar la imagen del movimiento ol¨ªmpico, pero sobre todo, en trabajar con los j¨®venes de los barrios m¨¢s pobres y convencerlos de que encaminen sus energ¨ªas hacia el deporte y se alejen de la degradaci¨®n del gueto, de la droga, de la violencia. Para esta labor su imagen es perfecta. "Les hablo de mis ideales y de la necesidad de que establezcan una meta en la vida. Creo que se f¨ªan de mi, ven a John Carlos como un h¨¦roe y saben que no soy una persona que se da f¨¢cilmente por vencido".
A sus 38 a?os, su aspecto f¨ªsico no ha cambiado demasiado desde entonces. Ahora viste un impecable traje azul de raya ancha que le confiere una prestancia de alto ejecutivo. No se arrepiente de nada, aunque pag¨® cara su audacia de M¨¦xico. Perseguido por su fama, sin trabajo, su vida privada sufri¨® las consecuencias. Su mujer se suicid¨® pocos a?os despu¨¦s de los juegos. "Dec¨ªan que era un terrorista, incluso mi padre me ech¨® en cara lo que hice. En realidad yo no era m¨¢s que un joven americano que cre¨ªa en los ideales de su patria: libertad y justicia para todos en un pa¨ªs de hombres libres".
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