Aurelio Peccei o la conciencia humana
Hace dos semanas mor¨ªa en Roma, a los 75 a?os de edad, Aurelio Peccei, fundador y presidente del Club de Roma. El autor de este trabajo considera que Peccei, con su permanente actitud vital ante la gran aventura humana de nuestros d¨ªas, supo ser un hombre clave en el proceso de toma de conciencia para una hist¨®rica mejora de la condici¨®n humana. Piensa Peccei que, ante la agresi¨®n tecnol¨®gica, el desarrollo humano es la gran prioridad de hoy, es la nueva y gran frontera que aceleradamente se ensancha y cuyo control y desarrollo han de asumir, b¨¢sicamente, las nuevas generaciones.
Con su pensamiento, manifestado siempre anticipadamente a las grandes transiciones y turbulencias de nuestra ¨¦poca, Aurelio Peccei supo demostrar, una y otra vez, con la fuerza de convicci¨®n que caracteriza a los grandes, el insustituible valor del hombre como inductor de esas tomas de consciencia colectivas, previas siempre a las esperanzas trascendentales.No es f¨¢cil resumir en unas pocas l¨ªneas el pensamiento b¨¢sico del fundador del Club de Roma, porque se corresponde siempre con una reflexi¨®n profunda de la realidad de cada momento, cuya tremenda complejidad no permite, para que la reflexi¨®n siga siendo real, simplificaci¨®n alguna.
Su mensaje, de hecho siempre presente en los informes, mundialmente conocidos, al Club de Roma, se ha ido reforzando d¨ªa a d¨ªa con su penetrante personalidad, con su vitalidad expresiva y con su estilo de excepcional clase intelectual y humana.
Aurelio Peccei pensaba que nuestro tiempo es radicalmente distinto de todos los anteriores. El acelerado aumento de la poblaci¨®n humana, la explosiva revoluci¨®n tecnol¨®gica y cient¨ªfica, la creciente escasez de recursos naturales b¨¢sicos, el espectacular deterioro de los ecosistemas y del potencial biof¨ªsico de la atm¨®sfera y de los oc¨¦anos, la proliferaci¨®n nuclear, etc¨¦tera, defin¨ªan, a juicio de Peccei, una situaci¨®n cr¨ªtica de interconexiones y de interacciones en todo cuanto ata?e a nuestra calidad de vida y a nuestra existencia misma, lo que nos impon¨ªa a todos un futuro com¨²n de salvaci¨®n o de desastre. Es pues la hora de las interdependencias globales, que obligan, si queremos salvarnos, a una trascendental solidaridad. Por tanto, hay que buscar, por principio y por ego¨ªsmo, la paz, la paz entre los hombres y la paz del hombre con los ecosistemas, porque son, de verdad, la base de nuestra vida misma.
Peccei ha sabido superar en sus reflexiones la enorme confusi¨®n presente en el universo de cosas y de conceptos en crisis en que vivimos, en el que es tan dif¨ªcil diferenciar lo fundamental de lo accesorio, y lo transitorio de lo permanente. Ha sabido plantear sus reflexiones en un nuevo nivel, m¨¢s complejo, sin duda, pero m¨¢s real, y a escala planetaria, en cuyo centro sit¨²a al hombre como receptor insustituible y como objetivo fundamental de cualquier intento que, de verdad valga la pena. Es preciso, pues, que el hombre, que todos los hombres participen al m¨¢ximo, porque el reto corresponde a la humanidad entera. Para nuestra especie, la especie humana, la evoluci¨®n cultural, absolutamente decisiva para constituir la sociedad a escala planetaria, se corresponde y contrasta, en t¨¦rminos darwinianos, con la evoluci¨®n estrictamente biol¨®gica de las dem¨¢s especies.
Piensa Peccei que, ante la agresi¨®n tecnol¨®gica, el desarrollo humano es la gran prioridad de hoy, es la nueva y gran frontera que aceleradamente se ensancha y cuyo control y desarrollo han de asumir, b¨¢sicamente, las nuevas generaciones ya desde hoy. Porque los j¨®venes tienen un coraz¨®n m¨¢s puro, el reto del futuro les importa m¨¢s, la innovaci¨®n va con ellos y son m¨¢s solidarios que los dem¨¢s, incluso m¨¢s all¨¢ de cada frontera.
Una nueva ¨¦tica social
Peccei ha se?alado innumerables sugerencias concretas para conducir el reto. Imposible resumirlas aqu¨ª sin el riesgo inherente al sacarlas de su contexto. Pero, a t¨ªtulo de ejemplo, citar¨¦ algunas. Preocupado por la explosi¨®n demogr¨¢fica, piensa en la necesidad de regularla en funci¨®n de una nueva ¨¦tica social rigurosa. Preocupado por el patrimonio com¨²n de la comunidad humana, plantea el derecho de todos a la utilizaci¨®n de los recursos naturales del mundo, cualquiera que sea su situaci¨®n geogr¨¢fica, as¨ª como de la ciencia y el know-how, cualquiera que sea el derecho de los que los poseen.
Preocupado por los derechos y los deberes del hombre define Peccei el gran principio de que la consciencia de especie humana debe ser prioritaria a la consciencia de clase y a la consciencia nacional. En cuanto al sistema humano, piensa que el principio de soberan¨ªa territorial es un serio obst¨¢culo para la paz y el progreso, y que es preciso impulsar alternativas supranacionales y regionales en base fundamentalmente a las culturas.
Y en cuanto al desarrollo del hombre, piensa que ha de ser un desarrollo activo, y no, como en la evoluci¨®n gen¨¦tica, simplemente reactivo, y, por tanto, cree que es absolutamente necesario el impulso de nuevas formas educativas para promover la participaci¨®n, la anticipaci¨®n, la solidaridad y la globalidad en la actitud humana.
Son estas algunas ideas extra¨ªdas del f¨¦rtil pensamiento de Peccei, del hombre extraordinario que acabamos de perder. Le vi por ¨²ltima vez el 25 de octubre pasado, y, cenando aquella noche en casa, pensamos en organizar en la primavera de este a?o, en Barcelona, una reflexi¨®n conjunta de este gran joven de 75 a?os, con gente, y sobre todo con j¨®venes pensantes de Catalu?a, sobre el apasionante reto de nuestros d¨ªas, en el que la humanidad, conducida por el hombre y para el hombre, ha de dirigirse, ya sin alternativas, hacia la construcci¨®n y apoteosis de la sociedad de sociedades a escala planetaria.
Pero Peccei nos ha dejado para siempre, y no ser¨¢ ya posible, con ¨¦l, esta reflexi¨®n conjunta. Pero sigue, con sus ideas, con nosotros. Es una p¨¦rdida irreparable, y que es aut¨¦nticamente as¨ª lo sabemos muy bien los que, como yo, hemos tenido la suerte de conocerle y, por tanto, de admirarle y de quererle.
es miembro del Club de Roma.
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