El triunfo de la m¨²sica de c¨¢mara
D¨²o Correa-Ruiz Casaux y cuarteto Orford.
Enrique Correa, violonchelo, y Mary Ruiz Casaux, piano. Obras de Beethoven, Mendelssohn, Villa-Lobos y Cassad¨®. Escuela de Canto. 25 de marzo. Cuarteto Orford. Obras de Mozart, Murray Schafer y Brahms.
Teatro Real, 26 de marzo.
El concierto del d¨²o Correa-Ruiz Casaux en la Escuela de Canto, para la Asociaci¨®n de M¨²sica de C¨¢mara, y el del cuarteto Orford en los martes del Real, constituyen nuevos s¨ªntomas de algo ya se?alado aqu¨ª y altamente positivo: un renacimiento de la m¨²sica camer¨ªstica.
Enrique Correa, gran disc¨ªpulo de Juan Ruiz Casaux y la hija de ¨¦ste, Mary Ruiz Casaux, hicieron versiones preciosas de la Sonata en si bemol, de Mendelssohn y de la Segunda sonata, de Heitor Villa-Lobos. Con dominio t¨¦cnico, preciosa sonoridad y aut¨¦ntico estilo de c¨¢mara -¨¦se en el que el ideal sonoro parece fluir de los dos int¨¦rpretes, como un solo mensajenos lleg¨® la amplia serenidad, la efusividad sin exceso de Mendelssohn en todos sus valores, desde la amplia visi¨®n arquitectural hasta el menor detalle din¨¢mico o la m¨ªnima respiraci¨®n, pasando por una expresividad de gran mordente.
Tras el discurso apol¨ªneo de Mendelssohn, el desbordamiento dionisiaco, de ra¨ªz culta y popular y procedimientos tan personales como los del brasile?o Villa-Lobos, dio ocasi¨®n al d¨²o Correa-Ruiz Casaux para remontar las dificultades t¨¦cnicas hasta someterlas al dictado de la pura musicafidad. Antes y despu¨¦s, las Variaciones-Mozart, de Beethoven y la luminosa Sonata espa?ola, de Gaspar Cassad¨®, redondearon la actuaci¨®n y el ¨¦xito.
Tres autores de bien diverso contenido fueron expuestos, con perfecci¨®n y hondura en el teatro Real por el admirable Cuarteto Orfod de Canad¨¢, una agrupaci¨®n cuyo prestigio se ha extendido con rapidez por todo el mundo.
Si en el Cuarteto en do mayor, KV 465, de Mozart y en el primero de la opus 51, de Johannes Brahms todo discurri¨® por cauces de un magisterio que parece cosa natural e instintivo, los m¨²sicos canadienses hicieron preciosismo imaginativo en el Cuarteto n?1, de Murray Shaffer (1933).
Se trata de crear un mundo de sonidos atmosf¨¦ricos fuertemente estructurados, de cambiante y atractiva coloraci¨®n al estilo -como bien se?ala P¨¦rez Maseda- de los a?os sesenta, que tendr¨ªa quiz¨¢ su paradigma en ciertas p¨¢ginas de Ligeti. No se puede tocar, entender y transmitir mejor el mensaje contempor¨¢neo por un cuarteto como el Orford, capaz de dar lecciones en el clasicismo vien¨¦s y en el tardorromanticismo de Brahms. El Real registr¨® una de las mayores entradas de todo el ciclo.
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