Los barrios del crimen
200.000 parados y varios miles de heroin¨®manos, base de la delincuencia madrile?a
El suceso que al d¨ªa siguiente ocupar¨¢ p¨¢ginas enteras de los diarios madrile?os empieza a gestarse al mediod¨ªa en un bar de San Crist¨®bal de los ?ngeles, Orcasur o cualquiera de los barrios del este o el sur de Madrid. All¨ª hay una m¨¢quina tragaperras, una sinfonola y una decena de clientes: unos mec¨¢nicos almorzando, unos alba?iles en paro jugando a las cartas y tres chavales de edades comprendidas entre los 16 y los 25 a?os, que acaban de levantarse.Ninguno de los j¨®venes estudia o trabaja, y todos andan mal de dinero. Sus viejos no les han vuelto a dar un duro para sus cosas desde que hicieron la primera comuni¨®n. Han gastado sus ¨²ltimas pesetas en la cerveza y en poner en la sinfonola canciones de Los Chunguitos o de AC/DC, seg¨²n los gustos
Los chicos necesitan dinero para comprar unas papel¨ªnas de hero¨ªna y para llevar a sus pibitas a la discoteca, y s¨®lo se les ocurre un m¨¦todo de conseguirlo: arrebat¨¢rselo a quien lo tenga. Uno tiene escondida una chata (una escopeta recortada), y otro, loco por los autom¨®viles, sabe c¨®mo hacerle el puente a un Ford Escort.
Un par de horas despu¨¦s, un comerciante de Moratalaz o de Usera est¨¢ a punto de cerrar su establecimiento, cuando los tres j¨®venes irrumpen en tromba. Le piden la recaudaci¨®n, esgrimen la recortada, el tendero se resiste, se produce un disparo. Resultado: un bot¨ªn que no llega a los 20 talegos, una muerte que conmociona a un barrio y a un gremio, una familia destrozada, editoriales en algunos peri¨®dicos y, tal vez, una cumbre de seguridad ciudadana entre los ministros de Interior y de Justicia.
Sin embargo, nada ha sido premeditado. Los chavales se encontraron por casualidad en el bar; decidieron realizar el atraco en cinco minutos; escogieron el lugar al primer golpe de vista; no ten¨ªan preparada una t¨¢ctica en caso de resistencia del atracado; no han dispuesto una coartada; no saben qu¨¦ har¨¢n despu¨¦s, salvo chutarse, y, si los nervios no traicionan, ir¨¢n a bailar con su ni?a al caer la tarde. El azar ha jugado una mala pasada. La ¨²nica intervenci¨®n de la necesidad ha sido la que ten¨ªan los chicos de inyectarse hero¨ªna, convertidos ya en homicidas.
No son 'profesionales'
Con m¨¢s 200.000 parados sobre una poblaci¨®n ocupada de 1,3 millones de personas, 35.000 chabolas e infraviviendas y entre 10.000 y 20.000 heroin¨®manos, seg¨²n datos municipales, una de las principales producciones humanas del Madrid de los a?os ochenta no puede ser otra que la de delincuentes. Hay otros datos que sit¨²an esa peculiar producci¨®n. Madrid tiene la plusmarca mundial de letras impagadas, 800.000 al a?o, un importante ¨ªndice de suicidios, 200 cada 12 meses, y una muerte por sobredosis o adulteraci¨®n de hero¨ªna cada semana. Las fuerzas de seguridad destinadas en la ciudad est¨¢n compuestas por unos 1.000 inspectores del Cuerpo Superior de Polic¨ªa, 6.000 agentes de la Polic¨ªa Nacional y 4.000 de la Polic¨ªa Municipal.Los delincuentes madrile?os de los ochenta no son profesionales, de esos que saben cu¨¢ndo han perdido y que evitan a toda costa el derramamiento de sangre. Los responsables de la actual psicosis de inseguridad ciudadana son aficionados de menos de 25 a?os, que se pinchan una hero¨ªna del 5% de pureza.
Esos j¨®venes delincuentes, que en muy pocas ocasiones act¨²an como bandas mafiosas bien organizadas, han disparado hacia arriba el n¨²mero de delitos cometidos en la capital de Espa?a. En el primer trimestre de 1984, la media diaria de atracos en Madrid se ha situado en unos 60, y la de robos de veh¨ªculos, en unos 50, seg¨²n los datos de la Brigada de Polic¨ªa Judicial. En ese per¨ªodo se han producido unos seis atracos diarios a bancos, aunque los botines rara vez superan el medio mill¨®n de pesetas, a causa de las medidas de seguridad introducidas en estas entidades en los ¨²ltimos a?os.
Todo eso provoca que el mercado negro madrile?o tenga gran vitalidad. Las drogas son, sin duda, las reinas de esta econom¨ªa sumergida, que mueve muchos millones de pesetas, y en la que circulan ropa, joyas, radiocasetes, v¨ªdeos y equipos de sonido robados que luego se venden al 30% de su importe legal. No es que haya precios fijos, pero puede decirse que, al por menor, se consiguen por 1.000 pesetas dos gramos de un m¨¢s bien mediano chocolate o hach¨ªs; entre 15.000 y 20.000 pesetas cuesta un gramo de caballo o hero¨ªna, y por unas 10.000 pesetas se compra un gramo de perico o coca¨ªna.
Jos¨¦ Ram¨®n Garc¨ªa, director de la Polic¨ªa Municipal madrile?a, tiene en su despacho un mapa, elaborado en base a los datos de que dispone su departamento, de las zonas m¨¢s peligrosas de la ciudad.
San Blas, Vallecas y Mediod¨ªa, los distritos orientales de la ciudad, aparecen en el citado mapa cuajados de tachuelas. Cada una representa un polo de inseguridad ciudadana. Arganzuela, Moncloa y Chamber¨ª son, siempre seg¨²n los estudios de la Polic¨ªa Municipal, los distritos m¨¢s tranquilos de los 18 existentes en Madrid.
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