Fidel Castro, "Cuba no intervendr¨¢ en Centroam¨¦rica"
"Lo ¨²nico que se le ha ocurrido a Estados Unidos es comprar revoluciones en lugar de comprenderlas"
Conoc¨ª a Castro hace 25 a?os, cuando yo era un joven periodista del New York Times y acababa de triunfar la revoluci¨®n cubana. Tuvimos en esa ¨¦poca muchas largas conversaciones en las que Castro me iba explicando lleno de entusiasmo los planes del futuro revolucionario. En 1961, poco despu¨¦s de la abortada invasi¨®n de bah¨ªa Cochinos, regres¨¦ a Cuba, donde recorr¨ª, acompa?ado de Castro, el escenario de la batalla.Hab¨ªan pasado 23 a?os desde nuestro ¨²ltimo encuentro y me hallaba ahora en el espacioso y sencillo despacho de Castro en el palacio de la Revoluci¨®n, de La Habana, retornando la conversaci¨®n donde la hab¨ªamos dejado hac¨ªa una generaci¨®n.
A sus 57 a?os, Fidel Castro parece mantenerse en una forma f¨ªsica impresionante. Est¨¢ m¨¢s delgado que antes y sus reflejos son asombrosos (como pude comprobar cuando estuvimos cazando patos ese domingo), y su energ¨ªa no ha disminuido.
Mientras escuchaba a Castro, ten¨ªa la impresi¨®n de que no hab¨ªan pasado los a?os. Nuestra relaci¨®n parec¨ªa la misma, como si estuvi¨¦ramos continuando una conversaci¨®n que hab¨ªa empezado una tarde hac¨ªa un cuarto de siglo. Efectivamente, su inteligencia y su ret¨®rica eran m¨¢s agudas a¨²n que cuando ¨¦ramos j¨®venes.
En cuanto a Am¨¦rica Central, Castro cree que la crisis se puede resolver con negociaciones, sobre todo en El Salvador."Me parece que hay que aceptar la f¨®rmula de una soluci¨®n pol¨ªtica negociada en la que todos los bandos tendr¨ªan que hacer concesiones y colaborar en la b¨²squeda de un f¨®rmula satisfactoria. En mi opini¨®n, tal soluci¨®n es todav¨ªa posible".
"S¨¦ que los rebeldes salvadore?os, a pesar de ser m¨¢s fuertes que nunca y de tener un gran esp¨ªritu de lucha, estar¨ªan dispuestos a negociar, porque, si bien no temen una intervenci¨®n norteamericana, consideran que el coste en vidas y destrucci¨®n ser¨ªa muy alto para su pueblo. Estar¨ªan, por tanto, dispuestos, precisamente para evitar una intervenci¨®n y una guerra sangrienta, a sentarse a una mesa de negociaciones para buscar soluciones con flexibilidad y realismo...".
"Sin el apoyo de Estados Unidos, el Ej¨¦rcito salvadore?o ya se habr¨ªa derrumbado, porque est¨¢ cada vez m¨¢s desmoralizado. El Ej¨¦rcito salvadore?o no puede derrotar a los revolucionarios. Adem¨¢s, una intervenci¨®n norteamericana no significar¨ªa el final de la guerra. Los rebeldes salvadore?os tienen capacidad para luchar de manera indefinida contra una intervenci¨®n norteamericana. Ser¨ªa una ocupaci¨®n militar norteamericana, pero la guerra continuar¨ªa. M¨¢s grave a¨²n ser¨ªa la intervenci¨®n en Nicaragua, y a¨²n m¨¢s costosa. Estoy seguro de que se necesitar¨ªan cientos de miles de soldados s¨®lo para ocupar ese pa¨ªs".
"Cuba no est¨¢ en situaci¨®n de intervenir militarmente en una guerra centroamericana. No tenemos los medios para poder cambiar los acontecimientos de manera decisiva militarmente. Por el contrario, desde un punto de vista pol¨ªtico, no ser¨ªa muy oportuno que particip¨¢ramos militarmente en estas circunstancias, ya que s¨®lo servir¨ªa para justificar una agresi¨®n norteamericana ante la opini¨®n p¨²blica internacional".
Sin embargo, Castro resalt¨® tambi¨¦n el aumento de los preparativos de defensa contra una invasi¨®n norteamericana de Cuba, que se niega a descartar.
"No tenemos derecho a ser confiados. Hemos realizado grandes esfuerzos para fortalecer nuestras defensas, y mucho m¨¢s desde Granada. Hemos aumentado considerablemente nuestra capacidad de resistencia y defensa, incluyendo la preparaci¨®n del pa¨ªs para una guerra larga. Si, seg¨²n la Administraci¨®n Reagan, el disuasivo de Estados Unidos son las armas nucleares, nuestro disuasivo consiste en hacer que sea imposible que este pa¨ªs sea ocupado o que un ej¨¦rcito de ocupaci¨®n pueda mantenerse sin problemas en nuestro pa¨ªs. En primer lugar, tendr¨ªan que luchar mucho para ocupar nuestro pa¨ªs. Pero su ocupaci¨®n no ser¨ªa. el final, sino el comienzo de una guerra mucho m¨¢s dura y dificil en la que sabemos que, antes o despu¨¦s, triunfaremos a un precio enorme y que, desde luego, no deseamos"'.
Le pregunt¨¦ a Castro qu¨¦ pensaba de las acusaciones hechas por la Administraci¨®n Reagan de que las fuerzas armadas cubanas equipadas y adiestradas por la Uni¨®n Sovi¨¦tica, representan una amenaza para la seguridad de Estados Unidos. El d¨ªa antes de nuestro encuentro, informaciones de Washington indicaban que Cuba hab¨ªa recibido m¨¢s caza bombarderos sovi¨¦ticos Mig-23, un submarino y una fragata."Escuche. En el campo militar no podemos representar ning¨²n peligro para Estados Unidos. Es absurdo, es rid¨ªculo pensarlo Nuestras armas son eminentemente defensivas, nuestros aviones tienen un alcance operativo m¨ªnimo. Pr¨¢cticamente, nuestros aviones no pueden llegar a Florida y, aunque te¨®ricamente pudieran hacerlo, ser¨ªan interceptados y neutralizados en ruta. Nuestra marina es totalmente defensiva. Nuestras armas antia¨¦reas son todas defensivas: s¨®lo pueden usarse en caso de un ataque a nuestro pa¨ªs. Todo nuestro Ej¨¦rcito, nuestras fuerzas de tierra, son totalmente defensivas... S¨®lo gente ignorante puede creer que, desde un punto de vista militar, Cuba puede representar una amenaza militar para Estados Unidos".
"Es igualmente rid¨ªculo pensar que Nicaragua puede ser un peligro para Estados Unidos, o El Salvador, o cualquier otro pa¨ªs de nuestra ¨¢rea. Los mismos argumentos que he utilizado en relaci¨®n a Cuba sirven para Nicaragua y El Salvador. Pa¨ªses peque?os, pa¨ªses pobres, pa¨ªses subdesarrollados que tienen que invertir todos sus recursos y energ¨ªas para salir de la pobreza, de la enfermedad, del hambre, del analfabetismo. ?C¨®mo pueden suponer una amenaza para Estados Unidos?".
La conversaci¨®n se centra ahora en la participaci¨®n cubana en otros pa¨ªses. Castro dijo que Cuba ha proporcionado ayuda directa a pa¨ªses extra?os a Am¨¦rica Latina que han sido atacados y han pedido ayuda. "En el caso de Angola", dijo, "fue invadida por ?frica del Sur, y ?frica del Sur recibe la condena moral de todo el rnundo". "Ayudarnos a Etiop¨ªa cuando fue blanco de una invasi¨®n extranjera cuyo objetivo era la desintegraci¨®n del pa¨ªs". Castro coment¨® que Etiop¨ªa, actualmente, necesita mucha menos ayuda.
Respecto a Angola, no mencion¨® plan alguno para la retirada del contingente de 20.000 cubanos de la antigua colonia portuguesa. No obstante, otros altos oficiales cubanos me dijeron que Cuba retirar¨ªa las fuerzas si el r¨¦gimen angole?o dejara de sentirse amenazado por ?frica del Sur. A mediados de marzo se habl¨® de las modalidades de la retirada, durante la repentina visita a Castro en La Habana del presidente angole?o, Jos¨¦ Eduardo dos Santos.
A continuaci¨®n, Castro pas¨® a las relaciones cubano-norteamericanas. "Para que mejoren las relaciones, el Gobierno norteamericano tendr¨ªa que cambiar su visi¨®n global del mundo. Es Estados Unidos quien se declara de antemano enemigo de los pa¨ªses revolucionarios. Lo que Estados Unidos hace es poner condiciones, pedir a los pa¨ªses que dejen de ser revolucionarios, pedir que corten sus lazos con otros pa¨ªses, pedir que se vendan. Hasta ahora, lo ¨²nico que se le ha ocurrido a Estados Unidos es comprar una revoluci¨®n, no aceptarla".
"No obstante, podr¨ªan ocasionarse cambios parciales que dieran como resultado una mejora de las relaciones cubano-norteamericanas. Por ejemplo, podr¨ªa tomarse la decisi¨®n, respecto a Cuba, de respetar la revoluci¨®n cubana y decidirse a desarrollar relaciones diplom¨¢ticas, incluso relaciones econ¨®micas con Cuba. No obstante", recalc¨®, "Estados Unidos tiene primero que levantar el bloqueo econ¨®mico a Cuba y aceptar negociar la devoluci¨®n de la base naval de Guant¨¢namo".
Pasamos a hablar de cuestiones nacionales, y Castro explic¨® los sufrimientos de Cuba por haber intentado implantar prematuramente el comunismo sin haber atravesado antes por la necesaria fase socialista.No es frecuente que un jefe de Estado comunista todav¨ªa en el poder analice los ¨¦xitos y fracasos ideol¨®gicos. Pero Castro habl¨® con franqueza del tema. "Nuestro desarrollo econ¨®mico ha sido un desarrollo sostenido, alcanzando en los ¨²ltimos 25 a?os una media del 4,5%. Ha tenido altibajos; fue muy lento en los primeros a?os, cuando nuestro objetivo fundamental era sobrevivir antes que desarrollarnos; en a?os posteriores ha sido m¨¢s r¨¢pido".
"Hemos atravesado etapas diferentes. Hemos sufrido las consecuencias de varios errores; digamos que un error que cometimos fue querer saltarnos etapas, querer llegar a formas de reparto comunistas sin haber pasado por formas de reparto socialistas. Es imposible saltarse una etapa. La historia universal as¨ª lo demuestra. Nuestra historia tambi¨¦n lo demuestra: que quer¨ªamos ir demasiado lejos, establecer formas de reparto comunistas cuando el m¨¦todo realmente correcto hubiera sido la pr¨¢ctica de formas de reparto socialistas, en las que el reparto no se hace seg¨²n las necesidades, sino seg¨²n el trabajo de cada uno. La f¨®rmula de reparto comunista afirma que cada uno tiene que dar seg¨²n su capacidad y recibir seg¨²n sus necesidades".
"Hubo una ¨¦poca, cuando se pagaba lo mismo a un obrero que trabajaba en el puerto y que cargaba 20 toneladas que al que llevaba 10 toneladas o a otro que cargaba cinco, y fue un error. Porque este sistema no estimula a trabajar. Fuimos prematuros. Fue realmente un salto y tuvo sus inconvenientes. Pero lo rectificamos a tiempo".
A pesar de todo, Castro parece satisfecho de su revoluci¨®n 25 a?os despu¨¦s, a pesar de la falta de viviendas urbanas o de la calidad de los productos alimenticios disponibles, aunque no de su cantidad o de su valor nutritivo, y del hecho de que Cuba dependa tremendamente de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y de los otros miembros del Comecon (el Mercado Com¨²n comunista), al que pertenece.
Con 10 millones de habitantes (Castro calcula que el 45% de la poblaci¨®n cubana naci¨® despu¨¦s de la revoluci¨®n), la isla ha sufrido una profunda transformaci¨®n desde 1959. Castro se?al¨® con orgullo que la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos ha reconocido que, tras Argentina, "somos el pa¨ªs mejor alimentado de Am¨¦rica Latina, tomando como base el nivel de consumo de calor¨ªas y prote¨ªnas, con la diferencia de que nuestro reparto es mucho m¨¢s equitativo que en cualquier otro pa¨ªs latinoamericano".
El mayor orgullo de Castro, tal como ¨¦l mismo se?al¨®, es la capacidad de Cuba para enviar m¨¦dicos, enfermeras y profesores a pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo de todo el mundo. "Actualmente, con 2.000 graduados m¨¦dicos anuales en las facultades de Medicina, tenemos 1.500 m¨¦dicos trabajando en 25 pa¨ªses del Tercer Mundo, y habr¨¢ m¨¢s. Cuando la Nicaragua revolucionaria le pidi¨® maestros a Cuba, pedimos voluntarios y se presentaron 29.000".
En nuestras conversaciones, Castro insisti¨® en que, a pesar de sus relaciones, en ocasiones tensas, Cuba jam¨¢s cortar¨ªa sus lazos con los sovi¨¦ticos. "Jam¨¢s seremos un Sadat", dijo, refiri¨¦ndose al fallecido presidente de Egipto Anuar el Sadat, quien, en 1972, expuls¨® al personal civil y militar sovi¨¦tico y se ali¨® con Estados Unidos. "La f¨®rmula egipcia no servir¨ªa para Cuba, porque no somos de ese tipo de Gobierno, no somos un proceso pol¨ªtico que se pueda cambiar, que se pueda comprar, que se pueda corromper".Indudablemente, los sovi¨¦ticos cuentan con una impresionante presencia en Cuba. Todo el equipo moderno de las fuerzas armadas cubanas proviene de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que mantiene asesores militares en la isla, adem¨¢s de una brigada de combate de 3.000 hombres, destacados en Cuba desde la crisis de los misiles de 1962. Su significado es el de una presencia militar simb¨®lica como disuasivo contra un ataque norteamericano.
Ideol¨®gicamente, la doctrina marxista-leninista domina Cuba y no se tolera disensi¨®n pol¨ªtica a ning¨²n nivel, ni siquiera art¨ªstico. As¨ª pues, el dilema cubano es, cl¨¢sicamente, entre la justicia social que la revoluci¨®n castrista le est¨¢ dando al pueblo y las libertades occidentales que no existen. As¨ª enfoc¨® Fidel Castro la cuesti¨®n en nuestras conversaciones:
"La igualdad es un principio que viene de la Revoluci¨®n Francesa, que proclam¨® los objetivos de libertad, igualdad y fraternidad. Se consigui¨® algo de libertad para una parte de la sociedad, pero la fraternidad y la igualdad que se pueden conseguir con el socialismo no se consiguieron jam¨¢s".
"Existen cuestiones ideol¨®gicas, pero la ideolog¨ªa no me lleva a pensar que Estados Unidos deba ser socialista o que habr¨¢ socialismo en Estados Unidos dentro de 10 o de 50 a?os. Creo que el sistema capitalista seguir¨¢ existiendo en el mundo desarrollado durante muchos, a?os. No espero revoluciones; habr¨¢ una evoluci¨®n, cambios. En realidad ya se han dado algunos. No hay duda de que en las ¨²ltimas d¨¦cadas ha habido un mayor reparto de la riqueza, independientemente de lo que, a mi juicio, son las irracionalidades del sistema".
Aparte de la fascinaci¨®n hist¨®rica, nuestra conversaci¨®n sobre la crisis de 1962 sirvi¨® para clarificar un punto que hab¨ªa estado siempre poco claro, pero que sigue teniendo una gran importancia en la actualidad: ?inclu¨ªa el acuerdo sovi¨¦tico-norte americano, por el cual los misiles nucleares rusos se retiraban de Cuba, un compromiso espec¨ªfico del presidente Kennedy de que Estados Unidos jam¨¢s invadir¨ªa o atacar¨ªa directamente la isla?En aquella ¨¦poca, Washington y Mosc¨² dieron tal impresi¨®n. Pero, al no existir ning¨²n acuerdo formal escrito, conocido, entre John F. Kennedy y el primer ministro Nikita Jruschov -existe ¨²nicamente un intercambio de notas escritas, todav¨ªa mantenidas en secreto-, la Administraci¨®n Reagan ha cuestionado tal compromiso norteamericano.
Le pregunt¨¦ a Fidel Castro si la promesa norteamericana de no invadir Cuba hab¨ªa sido impl¨ªcita o expl¨ªcita. Me contest¨®: "El compromiso de Kennedy fue expl¨ªcito, y los sovi¨¦ticos nos mostraron m¨¢s tarde todas las comunicaciones y notas, todas las cartas entre el Gobierno sovi¨¦tico y el norteamerica no. Existen documentos de todo: era un compromiso espec¨ªfico, no impl¨ªcito".
Castro me dijo que estos documentos mencionaban tambi¨¦n el compromiso de Kennedy de retirar los misiles nucleares norteamericanos de Turqu¨ªa, concesi¨®n que en aquel momento no se dio a conocer a la opini¨®n p¨²blica. Se ocult¨® tras un velo de silencio, y "ni siquiera nosotros supimos que la retirada de los misiles de Turqu¨ªa formaba parte del acuerdo".
Seg¨²n el relato de Castro, con tado aqu¨ª por primera vez, los sovi¨¦ticos no s¨®lo no consultaron a los cubanos sobre la soluci¨®n a la crisis de los misiles, sino que, actuando por su cuenta, hab¨ªan estado a punto de provocar una guerra a gran escala. El s¨¢bado 27 de octubre, en plena crisis, misiles tierra-aire sovi¨¦ticos hab¨ªan derribado un avi¨®n esp¨ªa U-2 norteamericano en el cielo de la provincia cubana de Oriente. Tal como supo Castro posteriormente, el presidente Kennedy consider¨® el incidente de tal gravedad que estaba dispuesto a ordenar un ataque masivo contra Cuba, incluyendo las instalaciones de misiles nucleares sovi¨¦ticos, en caso de derribo de otro avi¨®n U-2.
Al comienzo de la crisis, Castro inform¨® a los rusos que las bater¨ªas cubanas disparar¨ªan a los aviones norteamericanos de vuelo bajo. El 27 de octubre, cuando aparecieron los aviones norteamericanos sobre Cuba, Castro les orden¨® a sus hombres que dispararan. A pesar de que los cubanos no alcanzaron a ning¨²n reactor, los sovi¨¦ticos, inesperadamente, dispararon sus misiles contra los U-2, arriesg¨¢ndose a una confrontaci¨®n directa con Estados Unidos.
Fue entonces cuando Castro me dijo que jam¨¢s crey¨® que los sovi¨¦ticos retiraran los misiles. "Puede que, animados de nuestro fervor revolucionario, de la pasi¨®n y la fiebre de aquellos d¨ªas, no consideramos concebible la posibilidad de retirar los misiles, una vez que ya se hab¨ªan instalado aqu¨ª... Jam¨¢s se me ocurri¨®. En los dos ¨²ltimos d¨ªas, desde el momento del derribo del avi¨®n hasta la conclusi¨®n de[ acuerdo en un per¨ªodo de 36 horas, los acontecimientos sucedieron con tal rapidez que era imposible que hubiera habido conveirsaciones entre el Gobierno sovi¨¦tico y Cuba sobre la propuesta de retirada de los misiles. Y est¨¢bamos muy molestos por el hecho de que se hubiera llegado a un acuerdo sin que nosotros hubi¨¦ramos participado o sin que nos hubieran consultado. Nos informaron que hab¨ªan virtualmente llegado a un acuerdo, y est¨¢bamos bastante irritados por la forma en que hab¨ªa sucedido todo".
Mientras habl¨¢bamos, Castro volv¨ªa una y otra vez a la idea de que si los sovi¨¦ticos le hubieran permitido a Cuba participar en la soluci¨®n de la crisis de octubre, ¨¦l y John Kennedy hubieran llegado finalmente a una soluci¨®n de sus problemas.
En voz baja me refiri¨® sus sentimientos hacia Kennedy y su admiraci¨®n hacia ¨¦l. "Juzgo a Kennedy sobre la base de todo lo sucedido en relaci¨®n a Cuba, comenzando poir bah¨ªa Cochinos. No le considero responsable de lo de Gir¨®n -nombre cubano de la playa donde se realiz¨® el desembarco- porque la idea de playa Gir¨®n surgi¨® mucho antes... Kennedy hered¨® el plan de playa Gir¨®n de la Administraci¨®n Eisenhower. En esa ¨¦poca, en mi opini¨®n, Kennedy era un hombre lleno de idealismo, de proyectos, de juventud, de entusiasmo. No creo que fuera un hombre sin escr¨²pulos... Era, sencillamente, muy joven y con poca experiencia en pol¨ªtica, a pesar de que era, a la vez, inteligente, estaba bien preparado y ten¨ªa una personalidad extraordinaria".
Un a?o despu¨¦s de la crisis de los misiles, Jean Daniel, un conocido periodista franc¨¦s, le entreg¨® a Castro una nota de Kennedy con el objetivo de iniciar un di¨¢logocon el dirigente cubano. "Era el 22 de noviembre de 1963, a mediod¨ªa. Est¨¢bamos hablando de ello cuando nos informaron del intent o de asesinato... La entrega de su nota coincidi¨® exactamente con la hora de su muerte... Para nosotros, para Cuba y para las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, la muerte de Kennedy fue un golpe terrible, un factor adverso".
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