Oso, usa tus manos
Un hombre se transforma en oso o un aut¨¦ntico oso tiene, a veces, caracter¨ªsticas de hombre. Da lo mismo. El engranaje se pone en marcha y ese ser ambivalente deber¨¢ sufrir (?o gozar?: a cada cual su respuesta) la educaci¨®n que cualquier humano recibe. Al menos, el oso ser¨¢ v¨ªctima de la pol¨¦mica que los dem¨¢s establecen sobre su identidad real. ?Es o no feroz? ?Puede ser utilizado como ser humano o deber¨¢ vivir en el zoo?Nadie se preocupa por saber qui¨¦n es realmente el oso, de qu¨¦ padece o qu¨¦ piensa, c¨®mo ve la vida. Deciden por ¨¦l, aunque su biograf¨ªa sea tan an¨®mala como para permitir, por el contrario, un replanteamiento de la vida de los que son claramente humanos, de quienes tambi¨¦n se encorsetan, se fichan y se archivan, sin enriquecerse ni cambiar sus criterios. Un hombre, dicen, es un hombre y, por lo tanto, un oso es un oso.
Feroz
Director: Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n. Gui¨®n: Guti¨¦rrez Arag¨®n y Elias Querejeta. Fotograf¨ªa: Teo Escamilla. Int¨¦rpretes: Fernando Fern¨¢n G¨®mez, Javier Garc¨ªa, Elene Lizarralde, Fr¨¦d¨¦ric de Pasquale, Julio C¨¦sar Sanz. Comedia. Espa?ola, 1984. Locales de estreno: Palacio de la M¨²sica, Benlliure, Juan de Austria, Infante.
De esta forma podr¨ªa tambi¨¦n interpretarse la ¨²ltima pel¨ªcula de Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n en la que narra parte de la vida de un ser excepcional, que combina en sus instintos los que pertenecen al g¨¦nero humano y cuantos son propios de la libre vida del bosque. Pero su f¨¢bula admite otras lecturas. Entre la risa y la sorpresa, Feroz se presenta ante un espectador felizmente indefenso ante la iron¨ªa, ante ese espejo de su propia vida interpretada por un presunto monstruo.
Se pueden encontrar precedentes. Desde los ni?os salvajes a las bestias enamoradas de bellas, hay en el cine o en la literatura un c¨ªrculo de obras que han buceado la autenticidad del hombre en sus exepciones. Pero quiz¨¢s fuera la primera pel¨ªcula del autor, Habla, mudita, donde se esbozara el aut¨¦ntico germen de Feroz. Tambi¨¦n all¨ª se precisaba el car¨¢cter de la educaci¨®n que recibimos, la que nos hace, por ejemplo, ser ahora uno lector y otro cr¨ªtico, en una norma que se hereda con la extra?a normalidad con que el educado oso lee peri¨®dicos, estudia ordenadores o se enamora sin esperanzas. Quien m¨¢s y quien menos, es un oso o cualquier oso puede hacer lo nuestro: basta con educarlo, como nos educaron a nosotros.
El humor se desarrolla en esta pel¨ªcula con mayor libertad que en anteriores obras de Guti¨¦rrez Arag¨®n hasta el punto de que quienes pensamos que en su filmograf¨ªa existen algunos de los momentos m¨¢s fascinantes del reciente cine espa?ol pero quiz¨¢s ninguna obra redonda, podremos encontrar en Feroz su primer filme compacto, abierto a las sugerencias y en s¨ª mismo completo. Salvada la dificultad de encontrar veros¨ªmil a ese oso parlach¨ªn, cient¨ªfico y canoro, la pel¨ªcula es un delicioso juego transformado en cuento, en leyenda, en f¨¢bula para ni?os, es decir, en esquemas que exigen fantas¨ªa y complicidad, invitando luego, en la reflexi¨®n, a otro juego m¨¢s complejo, en el que cada cual se vea en ese absurdo y entra?able oso.
Puede que el oso del filme, inteligentemente encarnado por Javier Garc¨ªa (el oso-hombre esta muy bien interpretado por un guionista in¨¦dito, Julio C¨¦sar Sanz), sea un obst¨¢culo para penetrar en la fantas¨ªa del relato.
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