Los tipos de inter¨¦s en Estados Unidos
Se critica fuertemente en Europa la pol¨ªtica econ¨®mica del presidente Reagan, juzgada como un obst¨¢culo para la reactivaci¨®n de las econom¨ªas europeas. Pero estas cr¨ªticas son injustas, en opini¨®n del autor de este trabajo, quien propugna que la reacci¨®n adecuada ser¨ªa menos la cr¨ªtica que la imitaci¨®n: "En lugar de ceder ante demandas populistas y perseguir objetivos redistribuidores hay que poner mayor ¨¦nfasis en la eficiencia y establecer las condiciones salariales, fiscales e institucionales para que prosperen la iniciativa privada, el ahorro voluntario y la inversi¨®n productiva".
Seg¨²n una opini¨®n muy extendida en Europa, la pol¨ªtica econ¨®mica del presidente Reagan constituye un grave obst¨¢culo para lograr la reactivaci¨®n de las econom¨ªas europeas y reducir el paro laboral. Se critican los d¨¦ficit p¨²blicos fuertes y crecientes (cerca del 4%. del producto interior bruto (PIB) en 1983-1984) as¨ª como la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica monetaria restrictiva, por considerar que en estas circunstancias los tipos de inter¨¦s reales se mantienen demasiado altos en Estados Unidos y no pueden bajar en Europa, lo cual desanima la inversi¨®n interior. Se critica tambi¨¦n que los norteamericanos vienen absorbiendo demasiado capital procedente de Europa y que la consiguiente debilidad de las monedas europeas frente al d¨®lar aumenta la presi¨®n inflacionaria en nuestros pa¨ªses.Estas cr¨ªticas descuidan una serie de factores importantes, y no deja de ser instructivo que los d¨¦ficit p¨²blicos son cuantiosos tambi¨¦n en los pa¨ªses europeos y que en algunos pa¨ªses (entre ellos Espa?a) su porcentaje en el PIB supera al de Estados Unidos. Otro tanto ocurre en Jap¨®n, en Canad¨¢ y, sobre todo, en numerosos pa¨ªses en desarrollo que han acumulado una fuerte deuda externa. Adem¨¢s, la econom¨ªa norteamericana ha iniciado una reactivaci¨®n econ¨®mica a pesar de los elevados tipos de inter¨¦s reales y de la fortaleza del d¨®lar. Tambi¨¦n observamos que Jap¨®n y algunos de los nuevos pa¨ªses industriales como Corea del Sur y Taiwan despliegan un notable dinamismo econ¨®mico, y eso que para ellos los condicionantes internacionales son los mismos que para nosotros.
Ver el corto plazo
Todo esto puede sorprender a quien analiza la econom¨ªa desde la perspectiva de la teor¨ªa keynesiana. Entonces s¨®lo se ve el corto plazo y se supone como dada e inalterable la rentabilidad de las inversiones. Los tipos de inter¨¦s reales tendr¨ªan que descender hasta quedar por debajo de esa rentabilidad, si es que la inversi¨®n productiva ha de aumentar. Pero en la realidad econ¨®mica no hay por qu¨¦ interpretar la rentabilidad del capital como algo ex¨®geno del sistema, algo que no se puede influenciar. Por el contrario, la rentabilidad puede aumentar ya sea porque los salarios reales evolucionan a la zaga de la productividad laboral, ya sea porque el Gobierno reduce la presi¨®n fiscal (los tipos marginales, no los promedio) y desregulariza la econom¨ªa donde hayan proliferado los intervencionismos nefastos en el pasado.
Esto es precisamente lo que ha ocurrido en a?os recientes en Estados Unidos, al contrario de Europa. El resultado all¨ª ha sido una notable creaci¨®n de nuevas empresas y de nuevos puestos de trabajo, junto con considerables innovaciones de productos y de procesos de fabricaci¨®n. No fue necesario adaptar los tipos de inter¨¦s reales altos a una rentabilidad de capital baja; al mejorar para el sector empresarial las expectativas de rentabilidad a medio plazo, los elevados tipos de inter¨¦s dejaron de constituir un freno a la actividad econ¨®mica, mientras que s¨ª lo son en Europa, donde unos salarios reales excesivos, una presi¨®n fiscal fuerte y una intervenci¨®n estatal amplia desalientan la iniciativa privada. Por la misma raz¨®n, el d¨¦ficit p¨²blico en Estados Unidos no incide tan negativamente sobre el sector privado como aparentemente lo hacen los d¨¦ficit p¨²blicos en Europa (v¨ªa los llamados efectos de expulsi¨®n).
Los elevados tipos de inter¨¦s reales en Estados Unidos seguramente habr¨¢n inducido una afluencia de capital extranjero, pero no toda ella, como generalmente se dice. En un mundo con movilidad internacional de cap¨ªtales es de esperar que los ahorros vayan a donde existan las mejores oportunidades de inversi¨®n. Para muchos inversores europeos el mercado norteamericano se ha hecho, por las razones se?aladas, excepcionalmente atractivo. Es decir, buena parte de los moviniientos de capitales hacia Estados Unidos en los ¨²ltimos a?os son aut¨®nomos y no inducidos.
Imitar y no criticar
Esto tambi¨¦n explica el que aquel pa¨ªs tenga desde 1982 un creciente d¨¦ficit en la balanza de pagos por cuenta corriente y al mismo tiempo una moneda fuerte. Normalmente se esperar¨ªa una clara depreciaci¨®n del d¨®lar, pero, al contrario de lo que ocurre en diversos pa¨ªses europeos, el d¨¦ficit norteamericano no se debe tanto a un exceso del gasto consuntivo respecto del ahorro interior sino a una fuerte propensi¨®n a invertir. La consecuencia a medio plazo ser¨¢ que el potencial de crecimiento y la competencia internacional de la econom¨ªa norteamericana aumenten sensiblemente y dejen descolgados a los pa¨ªses europeos si ¨¦stos no reaccionan adecuadamente.
La reacci¨®n adecuada de los pa¨ªses europeos consiste no en criticar a Estados Unidos, sino en imitarlo. En vez de ceder ante demandas populistas y perseguir primordialmente objetivos redistribuidores, debemos poner otra vez mayor ¨¦nfasis en criterios de eficiencia y establecer las condiciones salariales, fiscales e institucionales necesarias para que puedan prosperar la iniciativa privada, el ahorro voluntario y la inversi¨®n productiva. Si las econom¨ªas europeas se hacen m¨¢s flexibles, como ha ocurrido en Estados Unidos, los elevados tipos de inter¨¦s reales no tienen por qu¨¦ impedir que la reactivaci¨®n econ¨®mica, que ya se ha iniciado en algunos pa¨ªses (Alemania y Reino Unido, sobre todo) se generalice y se consolide. Y en la medida en que los agentes econ¨®micos recobren confianza en la eficacia de la pol¨ªtica econ¨®mica de los Gobiernos, los tipos de inter¨¦s reales descender¨¢n pr¨¢cticamente al margen de lo que haga Estados Unidos.
es vicepresidente del Instituto de la Econom¨ªa Mundial de Kiel y asesor del Instituto de Estudios Econ¨®micos.
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