?Qu¨¦ sabe usted de Arthur Janov?
Yo s¨¦ algo de su teor¨ªa y terapia por puro azar, por haber formado parte del jurado que concedi¨® (?coincidi¨®?) las becas de ayuda a la creaci¨®n literaria del Ministerio de Cultura. En las de ensayo, entre m¨²ltiples proyectos, farragosos y acad¨¦micos, apareci¨® el ins¨®lito Encuentros con Arthur Janqv, del joven escritor A. B., tan ambicioso que prefiere mantenerse en el anonimato, un alarde de lo que podr¨ªamos llamar nuevo periodismo, eso que en los buenos es el arte de ficcionar la realidad y en los malos la impotencia de concretar la fantas¨ªa. Empieza con unas palabras del propio Janov: "Hace algunos a?os o¨ª algo que hab¨ªa de cambiar el curso de mi vida profesional y la vida de mis pacientes. Lo que o¨ª quiz¨¢ pueda cambiar la ¨ªndole de la psicoterapia, tal como se la conoce hoy: un grito espeluznante nacido de las profundidades de un joven tendido en el suelo durante una sesi¨®n terap¨¦utica. S¨®lo acierto a compararlo con el que puede proferir una persona a punto de ser asesinada". Un ensayo que empieza como la mejor pel¨ªcula de suspense acapar¨® de inmediato mi atenci¨®n.A este asombroso grito lo llam¨® Arthur Janov el grito primal por estar referido, seg¨²n ¨¦l, a experiencias reprimidas en las etapas iniciales de la vida, incluyendo el per¨ªodo de embarazo. Seguir su pista, a trav¨¦s de complejos fen¨®menos fisiol¨®gicos y psicoanal¨ªticos, conduce a la soluci¨®n de la neurosis. Los dolores reprimidos, los sufrimientos primales que se derivan de un parto negativo o de no haber sido querido y tocado en la infancia, est¨¢n registrados en el cerebro como una memoria ps¨ªquica y obligan al organismo a comportarse neur¨®ticamente hasta la resoluci¨®n de unas tensiones que nunca se resuelven. La agresividad, el estr¨¦s, las fobias, el alcohol, las drogas y la depresi¨®n. Janov propone, como ¨²nica f¨®rmula para romper la cadena, el descenso a los infiernos. La neurosis es una necesidad del sentimiento y su terapia primal significa volver a sentir todas las angustias del pasado para liberarse de ellas. La terapia primal es esencialmente un proceso dial¨¦ctico en el que el individuo madura cuando siente sus necesidades infantiles, recobra el calor cuando siente fr¨ªo, se vuelve fuerte al sentirse d¨¦bil, reviviendo el pasado se instala en la actualidad y al sentirse morir retorna a la vida. Justo lo contrario a la neurosis en. la que el individuo tiene miedo y para evitarlo se comporta como un h¨¦roe, siente poco y act¨²a mucho, es la huida hacia adelante, la inmortalidad neur¨®tica de Woody Allen. Uno ve la teor¨ªa primal como una apuesta a cara o cruz entre Freud y Reich con la esperanza de que la moneda caiga de canto, inveros¨ªmil, pero no imposible. Es volver a lo individual tras lo colectivo de la antipsiquiatr¨ªa de Laing, el mito del eterno retorno es la evidencia del perenne vaiv¨¦n. Arthur Janov est¨¢ en la ola desde hace varios lustros; en nuestro pa¨ªs el ¨²nico rastro suyo es un libro de circulaci¨®n casi clandestina, El grito primal, editado en 1979. Tan formidable aullido bien merece un poco m¨¢s de atenci¨®n.
De toda la teor¨ªa, terapia, o lo que sea, de mister Janov, a uno le interesan de modo especial dos facetas: la importancia del bien nacer y la necesidad infantil de ser acariciado. Arthur Janov afirma que el embarazo y sobre todo el parto condicionan por completo la vida ulterior del reci¨¦n nacido, piensa que un nacimiento en condiciones naturales, f¨®rceps fuera, aun con una influencia negativa posterior de los padres, produce personas menos neur¨®ticas que a la inversa, de ah¨ª que a veces haya que reproducir esc¨¦nicamente el parto en busca del grita salvador (a desprop¨®sito, ?sab¨ªa usted que el 70% de los subnormales de la Espa?a estatal nacieron en fin de semana?). Se agradece la falta de trascendentalismo, la pregunta clave no es de d¨®nde venimos ni a d¨®nde vamos, sino: ?existe vida despu¨¦s del nacimiento? Se trata de que la salud mental no sea una locura y la del cuerpo un milagro, de que a los problemas de la vida no se los solucione d¨¢ndoles la espalda.
Lo de las caricias es una pasi¨®n, el ni?o necesita ser tocado, y el adulto tambi¨¦n, del manoseo al magreo, y de ah¨ª la sensuali-
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dad (no confundir con la genital?dad) de asumir el propio cuerpo y todas las relaciones que proporciona tan maravillosa herramienta, un sentirse c¨®modo dentro de la propia piel que quiz¨¢ nos evite la neurotizante b¨²squeda de la propia identidad, la b¨²squeda de las ra¨ªces a la que tan proclives se muestran ¨²ltimamente los intelectuales, seres incomprendidos que apenas se entienden entre s¨ª, se evita buscar las ra¨ªces quien se preocupa de los frutos. Que sufra un poco la vanidad no tiene mayor importancia arb¨®rea, al menos uno est¨¢ acostumbrado por la pregunta que le hac¨ªan de peque?o, ?Ra¨²l? / Cancio y la respuesta de ahora mismo, ?Guerra? / Alfonso. La b¨²squeda de las ra¨ªces como fin en s¨ª misma es pura neurosis y uno se extra?a de que tal postura la sostengan hasta los cat¨®licos cuando la ¨²nica referencia bot¨¢nico-evang¨¦lica dice: "Por sus frutos los conocer¨¦is".
El valiente y an¨®nimo A. B. me comunica desde Par¨ªs la noticia de que por la segunda cadena francesa van a emitir un extenso programa sobre Arthur Janov, un programa en el que participa, de forma espectacular, el fin de su anonimato. No me lo perder¨¦, es la ventaja de los fronterizos, podemos ver Dallas en castellano, franc¨¦s y eusquera. Me gustar¨ªa recomend¨¢rselo al profesor Rol Carballo y a su Instituto de las Ciencias del Hombre de cara a una actualizaci¨®n de nuestra urdimbre y quiz¨¢ lo haga, no s¨¦. El grito primal sintoniza con el idioma de las l¨¢grimas y las son risas, o sea con la alegr¨ªa de vivir. A. B. nos lo plante¨® con gracia y garra, y por eso luch¨¦ a su favor en lo de las becas.
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