El movimiento del 'caballo'
Uno de cada 500 espa?oles consume hero¨ªna, y la polic¨ªa detiene ¨²nicamente a uno de cada 150 traficantes
Uno de cada 500 espa?oles es consumidor de hero¨ªna. Junto con Italia, Holanda, Reino Unido y Francia, Espa?a est¨¢ a la cabeza de los pa¨ªses europeos. El negocio se situ¨® en 1983 en torno a los 300.000 millones de pesetas, sin incluir en la cifra la llamada hero¨ªna de paso, destinada principalmente a Estados Unidos. Excluyendo esta ¨²ltima, en la cual la Mafia siciliana tiene algunas ramificaciones, Espa?a sigue siendo un pa¨ªs donde el movimiento del caballo est¨¢ completamente atomizado en una legi¨®n de traficantes medianos y peque?os que inundan el pa¨ªs de cientos de millones de dosis y que dificultan la labor de la polic¨ªa, muy escasamente dotada a pesar de sus ¨¦xitos de los ¨²ltimos meses. Solo es detenido uno de cada 150 traficantes. Ciudadanos iran¨ªes y pakistan¨ªes son los que actualmente ejercen un mayor control sobre el mercado espa?ol.
Todos los d¨ªas del a?o, las limpiadoras de los transbordadores que hacen el trayecto Algeciras-Ceuta-Algeciras, especialmente en el que recala en la ciudad gaditana a las tres de la tarde, retiran, junto con los desperdicios, entre 60 y 70 agujas hipod¨¦rmicas usadas. Doscientos heroin¨®manos duros, por lo menos, hacen entre tres y cuatro veces a la semana la ruta. Forman parte de los dos millares largos de adictos a esta droga (yonquis) que se estima hay entre los 500.000 habitantes de la zona.No tienen, al parecer, una forma mejor de costearse los fuertes, gastos que les ocasiona el consumo de hero¨ªna (caballo) que el traficar a diario con aceite de hach¨ªs entre la plaza africana y la pen¨ªnsula. La adicci¨®n les ha convertido en culeros o camellos que se introducen bolas de hasta 600 gramos en el recto o en la vagina, envueltas en preservativos, y pasan con ellas la aduana. En la venta directa, despu¨¦s de ser sucesivamente adulterada, una bola alcanzar¨¢ el medio mill¨®n de pesetas, aunque, en Algeciras, el traficante que les acompa?a y les vigila -el capataz, en la jerga- gana en torno al 15% de esta cifra, y, en cualquier caso, el yonqui consigue aproximadamente un gramo de hero¨ªna por viaje. Seg¨²n los expertos locales, casi el 80% de los heroin¨®manos de la zona cambian de esta forma aceite de hach¨ªs por hero¨ªna.
Algeciras-La L¨ªnea-San Roque, en la provincia de C¨¢diz, es, seg¨²n fuentes policiales, junto con los suburbios y pueblos cercanos a San Sebasti¨¢n (especialmente Renter¨ªa, Pasajes, Ando¨¢in, Hernani e Ir¨²n), la zona de Espa?a donde m¨¢s heroin¨®manos hay en proporci¨®n con el n¨²mero de habitantes. Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, M¨¢laga, La Coru?a y Oviedo son las ciudades donde el problema de la adicci¨®n a esta droga es m¨¢s grave.
Aunque existe una imposibilidad evidente para hacer un censo de drogadictos, entre las 40.000 personas que calculan fuentes fiscales y las 500.000 que se?ala Diego Cruz, presidente de la Asociaci¨®n Madrile?a de Ayuda al Toxic¨®mano (AMAT), se mueve el negocio de la hero¨ªna, si bien la cifra que aparece como m¨¢s razonable oscila entre 60.000 y 75.000; es decir, casi uno de cada 500 espa?oles consume hero¨ªna. La estad¨ªstica sit¨²a a Espa?a entre los cinco primeros pa¨ªses consumidores y traficantes de esta droga, junto a Italia, Holanda, Reino Unido y Francia. (En coca¨ªna, anfetaminas y LSD ocupa el primer lugar. Hay que tener en cuenta que el 85% de los heroin¨®manos son multitoxic¨®manos o pluritoxic¨®manos.)
Un negocio que mueve al a?o una cifra no inferior a los 300.000 millones de pesetas en el consumo de calle, es decir, en el mercado negro, adonde el caballo llega con una pureza normalmente inferior al 5%. Aproximadamente la mitad del dinero del tr¨¢fico estimado de coca¨ªna, pero sus efectos son m¨¢s peligrosos: tres de cada cuatro delitos comunes que se cometen en Espa?a actualmente tienen relaci¨®n con su consumo, y, adem¨¢s, se cobr¨® el a?o pasado 93 muertos por sobredosis y fue directamente responsable de que 22 personas perdiesen la vida en accidentes. En el primer trimestre de 1984, aunque la estad¨ªstica no est¨¢ a¨²n cerrada, la polic¨ªa ha contado m¨¢s de 30 casos, con lo que el porcentaje se eleva en un 30%.
Esta cifra tendr¨ªa que ser multiplicada al menos por cuatro si se computasen las muertes en los domicilios propios y en los servicios de urgencia de los hospitales disfrazadas de endocarditis, edemas pulmonares, neumon¨ªas, hepatitis, etc¨¦tera.
No menos de 150.000 millones de pesetas salen fuera de las fronteras espa?olas. Aproximadamente el doble del presupuesto de un ayuntamiento como el de Madrid. Es el pago por la droga en bruto que cobra el traficante principal. Y generalmente en divisas. Andorra es en estos momentos el principal centro de operaciones de cambio de moneda (pesetas por florines o d¨®lares, generalmente) de una buena parte de los peque?os contrabandistas espa?oles.
Una pureza del cinco por ciento
Otros 150.000 millones de pesetas son la rentabilidad que sacan los distribuidores internos a base de cortar la droga, de adulterarla, normalmente a base de glucosa y lactosa, hasta que al consumidor le llega con una pureza que se sit¨²a en torno al 5%.
En 1983, polic¨ªa y Guardia Civil aprehendieron 92,253 kilogramos de hero¨ªna (67,566 en 1982 y 34 en 1981). Medios aduaneros creen, a la vista del consumo, que por lo menos se introdujo en Espa?a 20 veces m¨¢s, tomando la estad¨ªstica m¨¢s favorable, esto es, considerando que ¨²nicamente consumen droga uno de cada 1.000 espa?oles (no los 500 que se estima como m¨¢s razonable) y que ¨²nicamente se pican un cuarto de gramo al d¨ªa (la polic¨ªa espa?ola est¨¢ deteniendo constantemente a yonquis que consumen a diario entre dos y tres gramos).
M¨¢s de siete toneladas surtieron como m¨ªnimo, pues, el mercado espa?ol en 1983. Sin embargo, seg¨²n fuentes policiales, por la pen¨ªnsula pudieron circular 42 toneladas. La diferencia se va en la hero¨ªna de paso. El gran tr¨¢fico (por encima de los 10 kilogramos, casi 1.500 millones de pesetas en el mercado negro, se puede hablar de tal) no suele tener destino espa?ol. Las recientes detenciones de tres mafiosos sicilianos en Madrid y de una organizaci¨®n de paquistan¨ªes en Barcelona parecen confirmar el temor de la polic¨ªa de que desde hace unos pocos a?os Espa?a se est¨¦ convirtiendo en la v¨ªa de penetraci¨®n de esta droga en los mercados europeo y norteamericano.
Los especialistas policiales coinciden en que, a pesar del alarmante consumo de esta droga, no existen a¨²n grandes organizaciones o mafias -con la excepci¨®n de las ramificaciones sicilianas que operan con la hero¨ªna de paso (ver p¨¢gina siguiente)- que controlen el mercado espa?ol ni que existan empresas que oculten este comercio. Se trata de un tr¨¢fico de hormigas. Poca cantidad y muchas veces. Un tr¨¢fico artesanal. De 100 a 250 gramos de caballo (de 12 millones a 30 millones de pesetas en el mercado callejero, despu¨¦s de adulterado) es la banda m¨¢s ancha de la estad¨ªstica confeccionada por la polic¨ªa, aunque no es infrecuente el caso de quien viaja a Amsterdam, Francfort, Par¨ªs o Zurich hasta por 25 o 50 gramos.
Y el retrato robot m¨¢s generalizado es el traficante-consumidor, que generalmente viaja personalmente o acompa?ado de un correo, que es quien por una cantidad de dinero -por algunos gramos de hero¨ªna m¨¢s los gastos normalmente- se arriesga a introducir la droga en Espa?a. Suele ser es el camello o vendedor de un peque?o barrio y tiene clientes m¨¢s o menos fijos.
Nada tiene que ver, pues, con el gran tr¨¢fico internacional, que est¨¢ organizado como una empresa y que mueve miles de millones de pesetas. Ni siquiera la forma de introducir la mercanc¨ªa en Espa?a. En realidad, el escaso tiempo que se lleva consumiendo hero¨ªna en Espa?a no ha propiciado la organizaci¨®n de grandes organizaciones o mafias. Hace 8 o 10 a?os el caballo era pr¨¢cticamente desconocido y los ¨²nicos yonquis espa?oles eran los progres de entonces, -que viajaban al tri¨¢ngulo de oro (Tailandia-Laos-Birmania) en vuelos charter (unas 50.000 pesetas por 15 d¨ªas, todo incluido), animados tanto por la hero¨ªna como por la fascinaci¨®n oriental.
Ahora es cuando comienzan a observarse indicios de una mayor profesionalizaci¨®n y de una penetraci¨®n de extranjeros en el negocio, especialmente paquistan¨ªes, iranies, marroqu¨ªes, libaneses y sirios, por este orden. El desplazamiento de la hero¨ªna blanca tailandesa por la paquistan¨ª o turca -el porcentaje actual de consumo en Espa?a es del 95%. de esta ¨²ltima, la browm sugar, az¨²car morena, llamada tambi¨¦n hero¨ªna marr¨®n- ha potenciado a estas organizaciones, al igual que la fuerte implantaci¨®n de comunidades de estos pueblos ¨¢rabes en los grandes centros
El movimiento del 'caballo'
de distribuci¨®n de la droga en Europa, especialmente en Ainsterdam, lo que posibilita los contactos para que los peque?os y medianos traficantes puedan surtirse en estas ciudades.La lejan¨ªa de los tres focos principales de producci¨®n que surten el mercado espa?ol actualmente (Tailandia, Pakist¨¢n y Turqu¨ªa), las dificultades idiom¨¢ticas y de calidad de vida y el elevado riesgo de c¨¢rcel, junto con el endurecimiento de las penas en estos pa¨ªses, han cambiado los h¨¢bitos iniciales.
El argumento a favor de ir a buscar el caballo tan lejos es el precio. La hero¨ªna blanca, de una pureza extraordinaria, que permite cortarla hasta 10 y 12 veces y es la m¨¢s cotizada, se puede comprar en Ta¨ªlandia por 1.200 pesetas gramo. En Karachi, Bombay o Ankara, el precio por gramo desciende a 400 pesetas. La diferencia, adem¨¢s de la peor calidad, es que su pureza (entre un 45% y un 60%) no permite m¨¢s de siete cortes.
El margen de negocio es considerable, pues cuando el consumidor compra una papelina (el caballo se vende en peque?as cantidades en envoltorios de papel, de ah¨ª el nombre) el precio del gramo est¨¢ ligeramente por encima de las 20.000 pesetas.
Seg¨²n un jefe de grupo de la Brigada de Estupefacientes, la colonia de iran¨ªes en Espa?a -por encima de los 5.000- controla casi un 25% de la hero¨ªna que se consume en Madrid. El 80% de la que circula en Catalu?a proviene de Pakist¨¢n y en un alto porcentaje est¨¢ controlada directamente por ciudadados de aquel pa¨ªs. Ambos grupos tienen el mismo modo de operar: no son consumidores, no adulteran la droga m¨¢s de una vez y no invierten ni una peseta en Espa?a.
Los iran¨ªes, mayoritariamente huidos del nuevo r¨¦gimen isl¨¢mico, se aprovechan de la numerosa colonia de ciudadanos de su pa¨ªs en Madrid para lograr la distribuci¨®n en sus primeros escalones y colocar el dinero en Estados Unidos hasta que, con visados y permisos falsos, logran emigrar a aquel pa¨ªs. As¨ª, los grupos cambian con rapidez, aunque se heredan los contactos, con lo que la polic¨ªa tiene dificultades. Los paquistan¨ªes env¨ªan el dinero a su pa¨ªs.
Un 'pinchazo', un radiocasete
A pesar de los espectaculares ¨¦xitos de los ¨²ltimos meses, la e fectividad policial en el tema de las aprehensiones de hero¨ªna es muy baja en la relaci¨®n entre el consumo en Espa?a y la cantidad aprehendida. Se calcula que se detiene a un traficante por cada 150, sin incluir en esta cifra ni a los grandes, que pasan por Espa?a con destino a otros pa¨ªses, ni a los peque?os. Estos ¨²ltimos son la gran mayor¨ªa, pues de un solo gramo convenientemente adulterado pueden obtenerse hasta 15 dosis -que es la forma de consumo m¨¢s habitual a pie de calle para un yonqui a¨²n no suficientemente enganchado-, al precio de 1.500 o 2.000 pesetas, seg¨²n la calidad: el equivalente al precio que paga un perista por un radiocasete.
Solamente la aduana de Algeciras dispone de un aparato de rayos X para detectar la existencia de droga en el interior del cuerpo humano -aunque se prepara la instalaci¨®n de otros cuatro en diferentes puntos de Espa?a- normalmente en recipientes de goma introducidos en el recto o en la vagina. Estos huevos pueden llegar a pesiar hasta 500 gramos. Es una de las f¨®rmulas m¨¢s habituales. El polic¨ªa o guardia civil de servicio, ante una sospecha, ¨²nicamente tiene como alternativa retener y enviar al individuo a un centro hospitalario para que sea radiografiado.
Pero no es la ¨²nica forma de introducirla. Paquistan¨ªes y turcos idearon la f¨®rmula de impregnar la hero¨ªna en alfombras orientales licuando la droga, disuelta en alcohol o ¨¦ter, para hacerla volver a su estado original, tras el pase de la aduana, por el procedimiento inverso, aunque en la operaci¨®n se pierde de un 30% a un 40%. Disueltas en botellas de whisky con aspecto de tax-free shop de aeropuerto, en objetos de cer¨¢mica y de artesan¨ªa, maletas con doble fondo, sujeta al cuerpo con adhesivos, en repuestos de autom¨®vil, etc¨¦tera, las formas de introducir droga son incontables.
El avi¨®n no es el medio de locomoci¨®n m¨¢s utilizado actualmente, excepto lo que la polic¨ªa conoce como vuelos inocentes; por ejemplo, un Bruselas-M¨¢laga, despu¨¦s de hacer dos o tres saltos a¨¦reos por capitales europeas. El tr¨¢fico de la hormiga prefiere cruzar la frontera por carretera o utilizar los medios p¨²blicos, como autobuses (el Iberb¨²s Barcelona-Amsterdam-Barcelona, 13.000 pesetas ida y vuelta, que sale y llega a la plaza de Catalu?a de la Ciudad Condal) o trenes. Paquetes an¨®nimos para el caso de una aprehensi¨®n circulan abundantemente. El problema es perder una mercanc¨ªa tan cara.
Un porcentaje nada desde?able -especialmente del gran tr¨¢fico- entra a bordo de yates y embarcaciones por los grandes puertos deportivos de la costa catalana y de la Costa del Sol (Cabopino, Puerto Ban¨²s, Marbella, Puerto de la Duquesa), donde la vigilancia es escasa o nula en temporada tur¨ªstica alta, o a trav¨¦s de embarcaciones y lanchas r¨¢pidas. Este tr¨¢fico de alto standing suele ser de hero¨ªna de paso y est¨¢ controlado por mafias.
Cuando un traficante ha logrado colocar en su refugio la droga adquirida, adem¨¢s de rebajar su pureza a la mitad, entrega peque?as cantidades a varios distribuidores de confianza. ?stos, que adem¨¢s operan como un seguro para el traficante principal, tienen sus propios distribuidores, que son los que venden la droga a trav¨¦s de camellos, por el procedimiento de hacer papelinas de un octavo, un cuarto, medio y un gramo. Los que compran esta ¨²ltima cantidad suelen convertirla en las aludidas dosis que llegar¨¢n a los j¨®venes consumidores.
Aunque la polic¨ªa puede comprobar c¨®mo se est¨¢ vendiendo droga a todas las horas del d¨ªa, casi nunca puede probar el tr¨¢fico, toda vez que el consumo no esta penalizado y que los citados camellos nunca llevan m¨¢s que las papelinas justas para vender en cada operaci¨®n. Adem¨¢s, en la investigaci¨®n, raras veces se sobrepasa ese tercer nivel del camello. En opini¨®n de los expertos policiales, ninguno denuncia a quien es su proveedor. La polic¨ªa acumula indic¨ªos suficientes, incluso evidencias -conocen los nombres y las actividades de los traficantes-, pero nada pueden probar ante el juez. ?nicamente un ciudadano se present¨® un vez en la comisar¨ªa de La L¨ªnea de la Concepci¨®n, pero fue para denunciar que le hab¨ªan estafado porque le hab¨ªan dado algo que no era droga. La colaboraci¨®n ciudadana, simplemente no existe. Los familiares de los yonquis tampoco cooperan con la polic¨ªa, a pesar de los constantes llamamientos de las autoridades.
La dificultad de infiltrar polic¨ªas entre los ¨¢rabes que controlan la distribuci¨®n en los primeros escalones y la atomizaci¨®n del consumo rebajan la efectividad investigadora. Las grandes ca¨ªdas de los ¨²ltimos meses y a?os fueron, o bien producto de chivatazos, de golpes de intuici¨®n de los aduaneros, o meritorias investigaciones de hasta seis meses de duraci¨®n de un cuerpo de especialistas. La conexi¨®n del tr¨¢fico de caballo en sus dos ¨²ltimos escalones con la prostituci¨®n y otras actividades similares (se engancha a prostitutas y prostitutos muy j¨®venes, que se pagan su adicci¨®n de esta forma) es otra complicaci¨®n m¨¢s. Las brigadas de estupefacientes de la polic¨ªa y los servicios fiscales de la Guardia Civil est¨¢n insuficientemente dotados para la actual importancia del tr¨¢fico y consumo de esta droga.
La adicci¨®n a la hero¨ªna progresa geom¨¦tricamente. Soci¨®logos y expertos creen que un solo individuo puede contagiar a 14 en el per¨ªodo de s¨®lo unas semanas, porque la adicci¨®n se alcanza a partir de unos pocos piques, aunque la sensaci¨®n suele ser desagradable la primera vez. Como, adem¨¢s, es una droga que no se consume en solitario al principio -por la dificultad de conseguirla, por el temor y por el desconocimiento de c¨®mo hay que pincharse y de las mezclas-, el peligro de crecimiento de la poblaci¨®n yonqui es grande.
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