Eduard Bueno, una v¨ªctima de la reconversi¨®n
Eduard Bueno, 44 a?os, ex meritorio de un administrador de fincas, empresario e hijo de padre catal¨¢n y madre cartagenera, es una v¨ªctima de la reconversi¨®n. El candidato de Coalici¨®n Popular a la presidencia de la Generalitat hab¨ªa tenido hasta ahora una trayectoria pol¨ªtica feliz, sin historia. Pero su vida, presunto s¨ªmbolo de la irresistible ascensi¨®n del vendedor de peri¨®dicos, comenz¨® a sufrir los efectos de la reconversi¨®n el d¨ªa en que fue arrojado a la arena pol¨ªtica.Socio o propietario de diversas empresas inmobiliarias, conserveras y aseguradoras, Bueno se considera miembro de pleno derecho de la burgues¨ªa catalana. "La burgues¨ªa catalana me ha aceptado bien; la gente lo que quiere es relacionarse con los triunfadores", dijo al ser designado. Despu¨¦s de cuatro meses de reciclaje acelerado, sus adversarios opinan, sin embargo, que este empresario hecho a s¨ª mismo y ahora aspirante a martillo de pol¨ªticos tradicionales, ha realizado su primer mal negocio desde aquellos tiempos en que supo aprovechar las oportunidades que ofrec¨ªa "el despliegue urban¨ªstico de Barcelona".
Tras el intento aliancista de desmontar la cabecera n¨²mero dos del FC Barcelona para hacer de Joan Gaspart su candidato, los estrategas de la Coalici¨®n Popular pensaron reconvertir a alguien menos dif¨ªcil, y as¨ª, casi de matute, colaron a un parvenu, a alguien cuyo ¨²nico capital pol¨ªtico era la multa de 25.000 pesetas que una vez pag¨® "por cometer actos atentatorios a la unidad de la patria". Aquel d¨ªa de 1966, un obrero de la inmobiliaria, de Bueno tuvo la ocurrencia de colocar la senyera en el lugar m¨¢s elevado del edificio cuya estructura acababa de rematarse.
La primera impresi¨®n que causa el candidato Bueno suele ser positiva. Tiende la mano sin estirar el brazo, sin crear una distancia f¨ªsica, y despu¨¦s saluda cort¨¦smente, sin olfatear al adversario. Desde ese momento, el di¨¢logo oscila entre dos mundos: el pol¨ªtico y el empresarial. En el primero, los grandes silencios del candidato dividen a sus contertulios: unos los explican por el sentido com¨²n que le suponen; otros prefieren atribuirlos a la ignorancia. Por lo que se refiere al mundo empresarial, este hombre del trabajo se desenvuelve con tanta soltura que un periodista pareci¨® encandilarse una vez hasta confesar su convencimiento de que eso era lo que necesitaba Espa?a. El candidato, un tanto azorado, se vio obligado a zanjar la cuesti¨®n con poco menos que un "no es para tanto".
En privado, determinados barones de Alianza Popular prefieren no opinar sobre su candidatura, pero en la forma en que lo dicen destilan cierta descalificaci¨®n no hiriente. En cierto modo, sus opiniories, a fuerza de ser adulatorias en alg¨²n sentido son pr¨¢cticamente una afrenta pol¨ªtica. En p¨²blico, Bueno pretende desmarcarse tanto de los pol¨ªticos, a los que ve como la encarnaci¨®n de todos los males, que, a menudo, contradice lo dicho, escrito o hecho por sus propios correligion arios. En otras ocasiones, angustiado, pide tiempo para contestar ?Qu¨¦ es Catalu?a?. Y en las m¨¢s de las veces parece turbado, por la falta de costumbre, cuando cree haber propinado un buen derechazo dialectico al adversario.
Algunos consideran a Bueno como un elemento fresco en el que cada cual puede dejar huella. Esta opini¨®n es exagerada, aunque no cabe duda de que este candidato est¨¢ en la longitud de onda de Manuel Fraga. Epis¨®dicamente tiene propuestas originales, como pueda ser la de crear 20.000 empresarios catalanes para que despu¨¦s generen empleo y m¨¢s empleo. Pero no siempre se resiste a la tentaci¨®n de aferrarse a las explicaciones dom¨¦sticas y garbanceras del jefe m¨¢ximo. Mientras Fraga y Verstrynge le hacen la campa?a tradicional, Bueno pretende ser distinto sin serlo: "En Francia, desde que gobiernan los socialistas, se come m¨¢s pan y menos came".
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