El debate sobre la defensa europea
La OTAN ha cumplido satisfactoriamente hasta ahora su prop¨®sito, como se demuestra de la forma m¨¢s sencilla: Europa ha vivido en paz durante 39 a?os. La expansi¨®n sovi¨¦tica en el ¨¢rea ha sido mantenida en jaque. El escudo de la OTAN ha permitido a todos los miembros de la organizaci¨®n el prosperar econ¨®micamente. Y, sin embargo, pese a su ¨¦xito aparente, la Alianza tiene problemas, si no cr¨ªticos, al menos serios. El bache econ¨®mico de la pasada d¨¦cada ha disminuido sus recursos.Expertos militares de ambos lados del Atl¨¢ntico est¨¢n poniendo en duda, cada vez m¨¢s, la b¨¢sica doctrina estrat¨¦gica de la organizaci¨®n, la respuesta flexible a un ataque sovi¨¦tico. La izquierda europea est¨¢ rechazando la idea de que Europa debe, o puede, permanecer dividida en dos bloques militares hostiles. Y la Uni¨®n Sovi¨¦tica est¨¢ actuando h¨¢bilmente a fin de separar a Estados Unidos de sus asociados europeos.
Se ha creado en fecha reciente un amplio consenso en torno a la convicci¨®n de que las medidas de seguridad establecidas por Estados Unidos y Europa durante las tres ¨²ltimas d¨¦cadas ya no son apropiadas. para el desaf¨ªo de los ochenta y los noventa. Este acuerdo incluye a personajes tan distintos como Henry Kissinger y el alem¨¢n Greens, Helmut Schmidt y Fran?ois Mitterrand. Algunos quisieran reformar la estructura de la Alianza a fin de salvarla. Otros preferir¨ªan eliminar a la OTAN completamente y empezar de nuevo. En lo que todos los cr¨ªticos est¨¢n de acuerdo es en que el peso, comparado de Estados Unidos y de sus aliados en el seno de la Alianza est¨¢ desequilibrado y en que este desequilibrio es malo para ambas partes.
Con el Gobierno Reagan, Estados Unidos est¨¢ gastando el 6,5% de su PNB en la defensa. La RFA gasta justo el 3,4% Francia, el 4,2%. Ninguno. de los miembros de la Alianza ha sido capaz de cumplir su promesa de 1979 de incrementar el gasto real militar en un 3% anual. Y la brutal subida del coste de la moderna tecnolog¨ªa de la defensa est¨¢ complicando las cosas m¨¢s a¨²n.
Pero m¨¢s preocupante que estos problemas financieros es la convicci¨®n, cada vez m¨¢s firme entre los europeos, de que la doctrina de respuesta flexible ya no es adecuada y de que ya no se puede depender enteramente del paraguas nuclear norteamericano. Henry Kissinger afirm¨® ante una influyente audiencia europea, en 1979, precisamente lo que muchos hab¨ªan estado pensando: que no deb¨ªan estar seguros de que un presidente norteamericano iba a exponer a Estados Unidos a un desastre nuclear a fin de salvar a Europa de un ataque convencional, o incluso nuclear de bajo nivel. Esta observaci¨®n, unida a la referencia de Reagan a la posibilidad de una guerra nuclear limitada, confirm¨® las peores sospechas europeas sobre el cambio de la estrategia nuclear de Estados Unidos.
En ning¨²n sitio est¨¢ tan clara la nueva preocupaci¨®n por la defensa europea como en Francia. Mitterrand ha empleado buena parte del a?o pasado en insistir a los alemanes para que establezcan con los franceses acuerdos de producci¨®n conjunta de armamento. Los dos pa¨ªses, en efecto, han suscrito ya un acuerdo para la producci¨®n cooperativa de un nuevo helic¨®ptero de ataque. Mitterrand no ha abandonado la cl¨¢sica noci¨®n gaullista de que la fuerza nuclear francesa debe permanecer absolutamente en manos de los franceses y debe ser reservada para la defensa del "territorio franc¨¦s y de sus intereses vitales". No obstante, ha dado a entender que entre esos intereses vitales podr¨ªa estar la defensa de la RFA.
De momento, siguen siendo escasas las posibilidades de que Europa se haga cargo de una parte significativa de la nueva responsabilidad por su propia defensa. Y las probabilidades de que no lo haga son abundantes. Las fuerzas norteamericanas son necesarias en otras partes, especialmente en el golfo P¨¦rsico. El Congreso de Estados Unidos, enfrentado con un enorme d¨¦ficit presupuestario y molesto ya por lo que considera como irregularidades europeas en el ¨¢rea del comercio, podr¨ªa muy bien decidirse por recortar la contribuci¨®n norteamericana a -la defensa europea. El mismo Kissinger ha insinuado que Estados Unidos podr¨ªa retirar la mitad de los 255.000 hombres actualmente estacionados en la RFA si los europeos se niegan a aceptar una parte m¨¢s importante de la carga.
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