El cosmos, sin magia
Aunque a veces las ciudades incurren en la superfluidad, pues en el marco urbano se da la paradoja de que a veces lo superfluo es imprescindible, de ning¨²n modo es ¨¦ste el caso del Planetario. Al contrario, pocos equipamientos son m¨¢s ¨²tiles y se echan m¨¢s de menos que este instrumento de educaci¨®n, divulgaci¨®n del saber y actualizaci¨®n de nuestros h¨¢bitos mentales.Propendemos en Espa?a, desde hace siglos, a cultivar las humanidades, no tanto por lo que las propias humanidades ofrecen como por ser el camino m¨¢s f¨¢cil frente a la otra gran alternativa, las ciencias metodol¨®gicamente formalizadas y cuantificables. Con frecuencia hablamos de la propensi¨®n de los latinos a valorar con criterios humanistas la realidad, sin percatamos de que los propios condicionantes sociales nos empujan hacia el estudio de las humanidades por falta de perspectiva hist¨®rica y posibilidades satisfactorias para proyectar nuestro inter¨¦s sobre otra clase de estudios; quiere esto decir que con frecuencia somos humanistas a pesar nuestro. A su vez, esta circunstancia pone un defecto fundamental en el propio saber humanista, que realmente no lo es si no incluye entre los saberes, que gen¨¦ricamente podr¨ªamos llamar literarios, una noci¨®n general pero suficiente de los conocimientos que, en t¨¦rminos m¨¢s concretos, llamamos cient¨ªficos.
Por desgracia, as¨ª sigue ocurriendo en Espa?a y en bastante otros pa¨ªses occidentales, tanto en el ¨¢mbito acad¨¦mico como en el extraacad¨¦mico. Refiri¨¦ndonos a un ejemplo esclarecedor, pi¨¦nsese en el modelo del cosmos que de modo convencional y acr¨ªtico circula entre nuestros estudiantes de EGB y muchos universitarios. Con frecuencia no se sale de la cosmovisi¨®n enmarcada por los supuestos galileicos y newtonianos. Es dif¨ªcil incluso encontrar estudiantes que tengan una clara idea de lo que supuso el modelo propuesto por Kant y la cr¨ªtica y ensayos posteriores que procedende las investigaciones de risic¨®s y astr¨®nomos. Las consecuencias de esto son un desequilibrio que da?a gravemente el peso y seriedad de nuestra cultura y a su capacidad creadora. Conviene no olvidar que la imaginaci¨®n no trabaja sobre la nada pues, como es sabido, es fundamentalmente un resultado social en lo que se refiere a su proceso y sus obras.El Planetario viene a enriquecemos en uno de los aspectos en que necesitamos mayor ayuda. No s¨®lo divulgar¨¢ los conocimientos cl¨¢sicos sino que pondr¨¢, me permito repetirlo, nuestros h¨¢bitos mentales al d¨ªa, en cuanto se refiere a los problemas de la astrofisica, la tecnolog¨ªa que conlleva y las vacilantes cosmovisiones con las que estamos en adhesi¨®n o lucha. Es grato pensar que cientos de estudiantes, desde los muy ni?os .hasta los universitarios, van a gozar de este instrumento que nos aproxima al cosmos sin magias ni permanentes concesiones a la credulidad.
Por ¨²ltimo, y no quiero detenerme en este aspecto que es de sobra conocido, no se olvide que siguiendo nuestro criterio de acabar con las dos ciudades que hay en Madrid -la rica y la pobre- el Planetario, en el orden de los servicios y equipamientos, va a instalarse en un sector pobre y mal equipado, al que contribuir¨¢ a regenerar profundamente. Me refiero al barrio de Entrev¨ªas, que va a contar con un espl¨¦ndido museo de la t¨¦cnica y como complemento perfeccionador, con el Planetario, a cuya visita acudir¨¢n de todos los lugares de Madrid, sin necesidad de que el viaje pase, inexorablemente, por el Madrid norte, bien equipado y servido.
El ayuntamiento tiene razones sobradas para estar satisfecho con este nuevo instrumento pedag¨®gico, que contribuir¨¢, en el transcurso de unos a?os a que nuestro humanismo no sea el viejo y caducante que no puede salir de cierto sector del conocimiento, ajeno a los intereses y posibilidades de la cultura de nuestro tiempo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.