Pues que bailen

No estamos ante un buen musical, ni siquiera ante un musical propiamente dicho, sino s¨®lo ante una pel¨ªcula sobre la m¨²sica o, mejor, sobre la represi¨®n que sufren la m¨²sica y el baile en algunos lugares del Medio Oeste de Estados Unidos. A uno de sus peque?os pueblos llega un muchacho de la gran ciudad, que queda absorto ante la triste vida que llegan sus condisc¨ªpulos: no pueden disfrutar de la m¨²sica porque el pastor del lugar ha decidido que el baile les corrompe espiritualmente.El joven, harto de verse atacado, y harto tambi¨¦n de aburrirse, baila un d¨ªa en solitario, y decide luego bailar mucho m¨¢s con los dem¨¢s. Organiza un guateque, lo defiende ante las fuerzas vivas del lugar ("El baile es nuestra forma de celebrar la vida"), y acaba danzando a su gusto en un n¨²mero final que dif¨ªcilmente soslaya la ausencia de bailes a lo largo de la pel¨ªcula.

Estamos, pues, ante una pel¨ªcula denuncia, amena y r¨¢pida aunque de poco inter¨¦s, que huele a vieja, al menos en las ciudades donde cantar y bailar es algo felizmente habitual.

Habr¨ªa que entender la propuesta de la pel¨ªcula como un s¨ªmbolo: la danza es propia de la juventud, y ¨¦sta la que est¨¢ reprimida.

Pero los t¨¦rminos del enfrentamiento con los j¨®venes ya no se desarrollan en tales t¨¦rminos: que el conflicto sea as¨ª en los lejanos lugares del Medio Oeste estadounidense, no nos implica. En todo caso, nos concierne la m¨²sica que se oye a lo largo de la pel¨ªcula, tema frecuente ya en las discotecas. No es extra?o: al margen de su calidad, estas pel¨ªculas se producen para promocionar los discos que salen inmediatamente al mercado. Es otra forma de concebir el cine.