22 domingo
"Aqu¨ª ver¨¦is, hermanas, lo que importa vencer las batallas pasadas, porque tengo por cierto que nunca deja el Se?or de ponerle en seguridad de conciencia". Enrejado de prosa, pura prosa, una c¨¢rcel de prosa, Quevedo y su mam¨¢, dice un t¨ªtulo de Alcorlo, la mam¨¢ de Quevedo es Teresa de ?vila, Teresa de Jes¨²s, Santa Teresa, en quien est¨¢ ya, muy por anticipado, el castellano a la vez lac¨®nico y exagerado, vertiginoso, del barroco. Y del Barroco.Televisi¨®n se enfrenta a cosas que no sabe. Aquella monja se inventa el castellano moderno, el castellano sint¨¦tico (todos los idiomas se sintetizan en el dialecto secreto de sus poetas) y ella y sus transportes y sus sermones y moradas son "un fuego enredado con su aire", como de s¨ª mismo dijera otro m¨ªstico espa?ol, JRJ, m¨ªstico de ni?odios que ¨¦l mismo fue. "Lo que importa vencer las batallas pasadas". Eso no se pone en im¨¢genes, aunque Concha Velasco sea santa castellana, aunque Teresa de ?vila sea actriz de Cristo. De modo que nos queda el travelling, la peripecia, el plano medio de la mediocridad. Cualquiera hubiese fracasado. como fracasa Bernini cuando representa a aquella mujer adorable, loca y volteante, transverberada de querub¨ªn -pasada por el verbo, por la verba/verga-, y todo el misticismo er¨®tico, el erotismo m¨ªstico de la escena romana y ap¨®crifa queda colgando del pie desnudo de la santa, que cuelga por debajo de los h¨¢bitos, pies de la mujer, "como grandes l¨¢mparas", que cant¨® Neruda. Ahora han querido hacer un Bernini muy largo, por cap¨ªtulos, en Prado del Rey, y quiz¨¢ les resulte la santa, pero no la escritora. (Y ya reitera Gimferrer en su Dietari que la verdad profunda del artista es su arte, a prop¨®sito de Chaplin.) Me dice Otero Besteiro que hay un tipo de mariposa que se come la miel y las abejas. Esa mariposa fue Santa Teresa en sus colmenas/fundaciones, que hizo fabricar miel para su prosa, prosa para su miel, y devor¨¢ndolo. TVE es que no se entera.
25 mi¨¦rcoles
Pitarch. Stop. Efectivamente, stop, tiene que investigar en Londres una materia, stop, para lo cual rellen¨® sus instancias y p¨®lizas de reglamento, stop. Materia: "Militarismo/antimilitarismo del pueblo brit¨¢nico". Stop. Asimismo padece nefrolog¨ªa, repito, nefrolog¨ªa, stop. Niega/no niega haberse convertido en el relevo londinense de Vinader/Ruiz Mateos. Stop. Interesado ruega nota de Prensa. Paso y corto.
27 viernes
La otra noche, en el Progreso, teatro ganado al hampa para el progreso, Las mujeres sabias, de Moli¨¨re, en una ya alcanforizada versi¨®n. Moli¨¨re era palatino y homosexual. Hay en ¨¦l un halago de palacio y un s¨¢tira -palabrera, numerera y aburrida- de la burgues¨ªa ascendente (mujeres incluidas) y la Ilustraci¨®n. Y una burla de las mujeres, sabias o no. Consigue Moli¨¨re aunar iras personales con iras pol¨ªticas. El p¨²blico del estreno/reestreno, en Madrid, le quita la raz¨®n, dos siglos m¨¢s tarde. Entre el p¨²blico muchas mujeres sabias: Mar¨ªa Antonia Dans, Carmen Platero Mar¨ªa, Li¨¦bana, Pilar Trenas: tantas. Mujeres sabias en la acepci¨®n de liberadas, que era la que inquietaba entonces e inquieta hoy. La burla palatina de las burguesas sabias ha perdido significaci¨®n, y con la burla la comedia. Alicia Cid, que vive en General D¨ªaz Porlier, me pregunta cosas de Kafka. Otras preguntan otras cosas. El homopalatino Poquelin no se sali¨® con la suya. Los espermicidas m¨¢s afinados cient¨ªficamente comienzan a venderse en Espa?a con asiduidad, como variante de la p¨ªldora. Tomar la p¨ªldora es la Enciclopedia en acto, un acto esc¨¦nico que le falta a Moli¨¨re. Es sustituir la naturaleza por la ciencia. Ana Gracia, la progre de la vida, no de los libros, debiera haber salido a escena con tejanos.
29 domingo
La Espa?a eterna. Brazo de Santa Teresa, que acaudill¨® tantos discursos y pantanos de los ingenieros d¨®ciles al R¨¦gimen (que aquello s¨ª que era un R¨¦gimen), muchos, pr¨¢cticamente todos. La leche de Mar¨ªa Sant¨ªsima, que tambi¨¦n se conserva y se ordena en los establos del cielo y de alguna iglesia espa?ola. La f¨¢bula del falo f¨¢lico de San Gabriel, que se conserva en otra ermita del cuarenta?ismo/cuatrocentismo. Hay una Espa?a incorrupta en que precisamente el catolicismo ha llevado a mayor sacralidad los signos y s¨ªmbolos sexuales, bajo capa de santidad. La sangre de San Pantale¨®n, que se licua todos los a?os, en un convento madrile?o, menos cuando est¨¢n los rojos en el Poder, que es una sangre contestataria. El coraz¨®n de Santa Gema Galgani, que motiva largas colas de personal en Doctor Arce. La incorruptibilidad de un miembro humano, sexual o no, supone un culto de la carne, una involuntaria trampa que el catolicismo se tiende a s¨ª mismo. La carne de los puros se salva, se vuelve incorrupta. Luego la carne es lo que hay que glorificar. ?Qu¨¦ valor tendr¨ªan estas piltrafas incorruptas si de verdad crey¨¦semos en el alma? Claro que falos incorruptos hay menos: el de Cristo en una ermita italiana y el de San Gabriel en una ermita espa?ola. Parece como si el falo fuese especialmente corruptible. El falo, tan sensible a enfermedades, no ha sido consagrado en la medida que otras piltrafas de la anatom¨ªa divinal. El brazo de Santa Teresa, que ha escrito las p¨¢ginas m¨¢s er¨®ticas de mil a?os de castellano, ha sobrevivido a la utilizaci¨®n, ordenancista que Franco hizo de ¨¦l. En una sociedad cat¨®lica de dos mil a?os, la sacralizaci¨®n del sexo, en Espa?a, es hoy interior, secretamente ic¨®nica y, m¨¢s que pagana, organicista. Pura ecolog¨ªa. El sexo es bello.
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