Primitiva diversi¨®n

Una vez m¨¢s hemos tenido la oportunidad de comprobar en Madrid c¨®mo el viejo esp¨ªritu del rock emerge de cuando en cuando para tapar las fallas de la siempre inconclusa m¨²sica moderna. En Rock-Ola, los Kingsnakes, grupo formado en San Francisco en 1980 y que est¨¢ compuesto por franceses m¨¢s un ex componente de los legendarios Flaming Groovies, el bater¨ªa Danny Mihn, ofrecieron un espect¨¢culo redondo.Tal vez se les pueda tachar de antiguos, pero lo cierto es que se lo creen lo suficiente como para que todas esas melod¨ªas de tres acordes suenen en la guitarra de Daniel Jearirenaud con toda la fuerza y espontaneidad necesarias como para ganarse al p¨²blico. Michel Aguet canta los temas de una manera que justifica el hecho de que en 1981 Chuck Berry les llamara para abrir sus conciertos.

Es el rythm'blues en toda su extensi¨®n y con la rudeza que le proporciona una s¨®lida formaci¨®n: bajo, bater¨ªa, voz, teclado y dos guitarras. Sonaron los temas de su ¨²nico elep¨¦ hasta el momento, How tuff, y la audiencia olvid¨® sus veleidades modernistas para pasar un buen rato.

Mientras tanto, al otro lado de Madrid, en la Sala Imperio, los Vibrators ofrec¨ªan otro respetable concierto ante un p¨²blico numeroso, teniendo en cuenta la afluencia normal a los conciertos de fin de semana. Knox, guitarra y voces; John Ellis, guitarra y voces; Eddie, bater¨ªa, y Pat, al bajo, realizaron un concierto de una hora larga a base de temas cl¨¢sicos de su discografia y de la mayor parte de los de su ¨²ltimo ¨¢lbum, Alaska 217.

Toda una descarga de Punk-rock con un m¨¢s que aceptable nivel t¨¦cnico. Knox, recordando a veces a Stiv Bators, una de las eminencias del punk, escup¨ªa las canciones de forma absolutamente provocativa, mientras la potente secci¨®n r¨ªtmica imprim¨ªa la energ¨ªa necesaria a grandes canciones como Flying Home o Shadows of love. Pero el ¨¦xtasis vino con Baby, baby, una de las m¨¢s sucias canciones de amor que se hayan escrito jam¨¢s.