Presiones contra Mexico
Hace unas semanas, el semanario norteamericano Newsweek public¨® una nota titulada Poni¨¦ndose duros con M¨¦xico, en la cual informaba acerca de una directiva del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSDD 124), firmada por el presidente Ronald Reagan y de signada para "convencer" al presidente de M¨¦xico, Miguel Delamadrid, y a sus principales colaboradores, de que les conviene apoyar la actual pol¨ªtica de Estados Unidos en Centroam¨¦rica.Seg¨²n Newsweek, cuando el presidente Dela Madrid visite Washington, en mayo, el presidente Reagan le har¨¢ saber que el precio de una pol¨ªtica de cooperacion econ¨®mica con M¨¦xico es el apoyo mexicano a la pol¨ªtica de Washington en la Am¨¦rica Central.
Esta informaci¨®n no ha sido confirmada, pero tampoco ha sido negada por la Administraci¨®n norteamericana. Conf¨ªo en que ser¨¢ negada. Su confirmaci¨®n ser¨ªa un error m¨¢s en la desastrosa pol¨ªtica seguida por Reagan en asuntos centroamericanos.
Uno de los fundamentos t¨¢citos de la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos es la seguridad de su frontera con M¨¦xico. Semejante seguridad no le fue impuesta a M¨¦xico; es el resultado de una experiencia dolorosa que incluye guerras e intervenciones, anexiones territoriales, revoluciones y tambi¨¦n amenazas y presiones muy parecidas a las que Nicaragua soporta hoy. Hace 44 a?os, M¨¦xico y Estados Unidos acordaron un modus vivendi fundado en el respeto mutuo y en la primac¨ªa de las soluciones diplom¨¢ticas sobre las acciones militares.
Es deplorable atestiguar que estas lecciones han sido nuevamente olvidadas en la Am¨¦rica Central, porque Washington considera que los peque?os pa¨ªses del istmo est¨¢n predestinados a ser sat¨¦lites norteamericanos. Pero ser¨ªa en verdad desastroso si el modelo para una relaci¨®n correcta entre Estados Unidos y Am¨¦rica Latina, la relaci¨®n m¨¦xico-norteamericana fue se arrojado con desd¨¦n a la hoguera de las pol¨ªticas fallidas, y resurrectas, del Gran Garrote y del Ca?onero.
M¨¦xico es un pa¨ªs amigo de Estados Unidos, y lo comprueba mediante la afirmaci¨®n de su independencia diplom¨¢tica: ?preferir¨ªa Estados Unidos una Polonia latinoamericana en su frontera? Lo comprueba, asimismo, manteniendo viva la memoria hist¨®rica cuando Esta dos Unidos sufre uno de sus acostumbrados ataques de amnesia. Ni la arrogancia ni la ignorancia justifican la repetici¨®n de errores hist¨®ricos.
La presente pol¨ªtica centroamericana de Estados Unidos desanima a todos los que no quieren, en las Am¨¦ricas, caer en brazos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, pero tampoco quieren ser manipulados por Estados Unidos. Mucha gente, actualmente, ha dejado de percibir un peligro sovi¨¦tico y percibe s¨®lo un peligro norteamericano. Esta ha sido la obra del Gobierno actual en Washington.
Una acci¨®n dise?ada para presionar a M¨¦xico s¨®lo servir¨¢ para acrecentar esta convicci¨®n. La pol¨ªtica exterior de EE UU ha sufrido sus peores derrotas, no a manos del marxismo-leninismo, sino a manos del nacionalismo en los pa¨ªses del Tercer Mundo. No es posible caracterizar a M¨¦xico como un pa¨ªs comunista o en peligro de serlo. Las presiones en contra de mi pa¨ªs ser¨ªan vistas como lo que son: presiones contra la independencia nacional de M¨¦xico.
Washington puede estar seguro de que las iniciativas tomadas por la cabala antimexicana de la Administraci¨®n Reagan s¨®lo servir¨¢n para fortalecer la pol¨ªtica exterior independiente de M¨¦xico y unificar al pa¨ªs alrededor del presidente Delamadrid. A?ado que Delamadrid es un hombre de car¨¢cter fuerte y de fuerte sentimiento nacionalista. Es tambi¨¦n un pol¨ªtico h¨¢bil que entiende que la unidad nacional de M¨¦xico, en gran medida, descansa sobre un sentimiento de defensa contra las presiones norteamericanas.
Las pol¨ªticas desorientadas de Estados Un?dos en Centroam¨¦rica podr¨ªan chocar contra una mina m¨¢s grande y m¨¢s peligrosa que cualquiera plantada por la CIA en aguas nicarag¨¹enses: esa mina se Dama el sentimiento nacionalista de M¨¦xico. De chocar contra ella, Estados Unidos se encontrar¨ªa con un M¨¦xico, no m¨¢s marxista, sino m¨¢s nacionalista.
Entonces habr¨ªa que a?adir este factor a la acumulaci¨®n de desastres que ahora contemplamos: una pol¨ªtica inventada para aumentar la credibilidad exterior de Estados Unidos es abiertamente rechazada, de Madrid a M¨¦xico, de Par¨ªs a Buenos Aires, de Bogot¨¢ a Brasilia, por los principales Gobiernos de Am¨¦rica Latina y aun por los aliados europeos de EE UU. El machismo internacional de EE UU se barrena en la incompetencia de sus ej¨¦rcitos secretos, sus cuerpos de aviaci¨®n secretos, sus minas secretas, en un Ej¨¦rcito salvadore?o que suministra la mitad de sus almas a los rebeldes, y en un Gobierno nicarag¨¹ense que se fortalece m¨¢s mientras m¨¢s ataques del exterior le son dirigidos.
Estos son los resultados de poner la carroza de la guerra por delante del caballo de brega de la diplomacia. M¨¦xico quiere que el caballo preceda a la carreta. El proceso de Contadora ha llegado a la fase pragm¨¢tica de ayudar en la preparaci¨®n de un tratado general sobre el mantenimiento de la paz, la seguridad, la cooperaci¨®n econ¨®mica y el fortalecimiento de las instituciones democr¨¢ticas en Centroam¨¦rica, destinado a la firma de las cinco rep¨²blicas y acompa?ado de tres protocolos, rectores de las relaciones entre Nicaragua y Honduras, El Salvador y Costa Rica. Las leg¨ªtimas inquietudes de Estados Unidos acerca de su seguridad son previstasy resueltas en estos instrumentos diplom¨¢ticos.
Poco o¨ªmos sobre esto y mucho sobre los aprestos b¨¦licos en la zona. Despu¨¦s de burlarse del Derecho Internacional, as¨ª en las escaleras de la corte en La Haya como en las aguas territoriales de Nicaragua, el Gobierno de Estados Unidos har¨ªa bien en restaurar su prestigio da?ado apoyando, con algo m¨¢s que palabras, las iniciativas de paz mediante diplomacia.
Podr¨ªa empezar por darle carpetazo a la direct¨ªva n¨²mero 124 del Consejo Nacional de Seguridad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.