Un 'mes¨ªas' que se cree tocado por la mano de Dios
"Usted y yo seremos los salvadores de este pa¨ªs". Con estas palabras se present¨® ante el arzobisipo de San Salvador, ¨®scar Arnulfo Romero, el ingeniero Jos¨¦ Napole¨®n Duarte a su regreso al pa¨ªs, en 1979, despu¨¦s de siete a?os de exilio en Venezuela. Esa visi¨®n mesi¨¢nica de su destino es lo que m¨¢s temen sus enemigos pol¨ªticos, y aun algunos de sus amigos. Duarte suele resultar en esos momentos impredecible, porque se siente tocado, por la mano de Dios.
Nacido hace 58 a?os, hijo de un sastre-pobre, pudo estudiar Ingenier¨ªa en la Universidad N?tre-Dame de Virginia (Estados Unidos) gracias a un premio de la loter¨ªa que le toc¨® en suerte a su padre. Ya para entonces sus dotes de liderazgo le hab¨ªan ll¨¦vado a ser el presidente nacional de los boy scouts.
Su carrera de ingeniero termin¨® en 1960, al ser elegido secretario general del reci¨¦n creado Partido Dem¨®crata Cristiano. Desde entonces,no ha abandonado la pasi¨®n de su vida: la pol¨ªtica. Alcalde de San Salvador durante ocho a?os, su gran prueba fueron las elecciones de 1972, en las que form¨® t¨¢ndem con Guillermo Ungo, hoy en la oposicion.
Los militares no s¨®lo le negaron una victoria electoral que le ha reconocido la historia, sino que le encarcelaron por atentar contra la seguridad nacional. De las torturas de aquellos d¨ªas le quedan huellas visibles en la cara y en su mano izquierda, en la que le faltan tres dedos. La mediaci¨®n internacional logr¨¦ cambiar la c¨¢rcel por el exilio.
Los militares le echaron del pa¨ªs, pero le incorporaron en 1980 a la Junta de Gobierno, despu¨¦s de un golpe de Estado. Algunos de sus compa?eros de partido se hab¨ªan desenga?ado para entonces del r¨¦gimen. Unos se fueron con la izquierda insurgente.
Duarte prefiri¨® quedarse, legitimando desde el Gobierno una negra etapa de la historia salvadore?a.
Su mesianismo le hizo acreedor al apodo de el Loco. La fe en s¨ª mismo le lleva a decir que el ser¨¢ el presidente de la paz. Hace un a?o, al ser proclamado candidato de su partido, invoc¨® la ayuda de Dios para cumplir con la responsabilidad de condu cir al pa¨ªs.
La izquierda teme que su afici¨®n a la poltrona le lleve a pactar con el diablo (EE UU) para conservar el cargo. La derecha no descarta que le convierta en chivo expiatorio de nuevas reformas para entenderse con los insurgentes. S¨®lo las gentes humildes creen que es el ¨²nico presidente posible.
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